Alumnas y alumnos de los IES realizaron el lunes pasado una protesta en la terminal de ómnibus de Tunuyán, para reclamar “costo cero” en el boleto estudiantil. El 40% de incremento en los pasajes amenaza la continuidad de la formación docente y profesional. “Si no hay trabajo no hay estudio”, sintetizó una estudiante entrevistada por EL OTRO.

Fotos: Gentileza Agrupación Estudiantil “Juana Azurduy”

Tupungato, Tunuyán y San Carlos cuentan con una muy interesante y variada propuesta de educación pública y gratuita en sus cuatro Institutos de Educación Superior. A esos IES (ex terciarios) concurren cientos de jóvenes y adultos que no pueden –o no desean- acceder a carreras universitarias de la oferta privada local o de las universidades públicas de la Ciudad de Mendoza. Allí se forman los futuros profesores y profesoras de Enseñanza Inicial, Especial, Primaria, Geografía, Biología, Historia, Matemática, Física, Química, Inglés, Artes Visuales, etc. Además, en esos centros educativos se dictan diversos trayectos de formación técnica y de postítulo.

Esta realidad particular del Valle de Uco hace que un número muy importante de estudiantes se trasladen diariamente entre los distritos de un mismo departamento o de un municipio a otro. Es frecuente encontrar alumnos que viven en La Consulta (San Carlos) en un aula de un IES de Tunuyán, estudiantes de Vista Flores (Tunuyán) en un instituto de Tupungato, o jóvenes de éste departamento que viajan todos los días hasta Eugenio Bustos (San Carlos) para cursar una carrera.

Las empresas CATA y Bartolomé Mitre (de los mismos dueños) tienen la concesión del transporte público de pasajeros en el Valle de Uco. Los usuarios no sólo cuestionan el valor del boleto, también denuncian incumplimientos constantes de las frecuencias y falta de mantenimiento e higiene en los colectivos.

 

En forma cotidiana y con mucho esfuerzo, alumnos y alumnas de los IES recorren importantes distancias para poder forjarse un futuro mejor. Pero el tarifazo del transporte irrumpió como viento en contra. De acuerdo con el nuevo cuadro de valores, viajar desde Tupungato a Tunuyán cuesta $ 31,40, de Tunuyán a Eugenio Bustos sale $ 28,20 el servicio común y $ 35 el expreso, y $ 59,10 de Eugenio Bustos a Tupungato, sólo para dar algunos ejemplos.

Este aumento del 40%, que el gobierno provincial autorizó para el transporte de media distancia, aparece entonces como un factor que influirá directamente en la deserción estudiantil en esta región.

“Si no hay trabajo no hay estudio”

Sandra (usamos un nombre ficticio a pedido de la entrevistada) vive en Pareditas y estudia el profesorado de Historia en el IES Toribio de Luzuriaga de Tunuyán. En diálogo con EL OTRO, la estudiante relató los detalles de su día a día en el cursado de la carrera: “Mi casa queda a una hora y media, más o menos, de viaje del instituto. Cuando salgo de trabajar me tomo el colectivo de las 17.40 que llega alrededor de las 19 a Tunuyán, curso hasta las 21.30, me tomo un micro a las 21.50 y llego a eso de las 23 o 23.10 a mi casa. Y la saco barata, conozco chicas de aquí de San Carlos que vuelven a la una de la noche”.

Fachada del Instituto de Tunuyán al que concurren más de 550 alumnos del Valle de Uco. Foto: Archivo EL OTRO

Sandra representa a cientos de alumnas y alumnos que nada tienen que ver con el “ideal” del estudiante universitario que sólo se dedica a su formación. En los IES una proporción importante trabaja para estudiar y muchos tienen familias que sostener.

“Si no hay trabajo no hay estudio”, nos dice tajante la joven de 20 años que ha vivido en carne propia los rigores del trabajo agrario en plantaciones de orégano, en el ajo y las viñas, y que ya tiene experiencia laboral en el cuidado de niños. Sandra vive con su padre, una persona mayor que percibe una pensión cercana a los $ 4.000 y que, obviamente, no le puede ayudar económicamente en sus estudios. Con el dinero que ella misma gana en su trabajo, más $ 750 por mes que recibe del PROGRESAR, le alcanza con lo justo para sacarse el abono, solventar las onerosas fotocopias de cada una de las materias, cenar diariamente fuera de casa, colaborar con su papá y asumir otros numerosos gastos de la vida cotidiana.

El peso del costo de los pasajes para estudiar es determinante para Sandra. A los viajes diarios hacia el IES de Tunuyán se le suman otros traslados a escuelas donde debe cumplir con prácticas aúlicas. “Con el aumento del abono estudiantil, aún con el 50% de descuento, me voy a gastar $ 950 por mes en un micro común, o $ 1.120 si viajo en el expreso”, grafica la alumna.

“El aumento del boleto no es el único golpe que he recibido, el resto de las cosas también han aumentado, he tenido problemas familiares y no siempre me resulta fácil coordinar los horarios de mi trabajo con los del terciario, pero voy a seguir adelante”, se esperanza la futura docente y pone el dedo en la llaga: “La deserción estudiantil no sólo se da durante la primaria o la secundaria, sino fundamentalmente entre quienes no tienen oportunidades de una profesión cuando egresan de la escuela”.