Abel Trillini recibe, todas las mañanas, a miles de mendocinas y mendocinos que atraviesan el nudo vial que separa Guaymallén de la Ciudad de Mendoza, con mensajes esperanzadores que suelen llevar a la reflexión.

Fotos: Coco Yañez

Algunos saludan desde el colectivo y, a través de la ventanillas los autos, muchas mujeres le gritan “¡Gracias por estar!” Abel Trillini se hizo “amigo” de infinidad de estos transeúntes que entran a la ciudad de lunes a viernes en horario pico.

Las interminables filas que la magistral construcción del nudo vial genera se ven aliviadas por las sonrisas que Abel reparte a diestra y siniestra, a quienes cruzan el acceso y a los que esperan con la primera presta para arrancar.

Él fue y volvió

“Cuando volví de Estados Unidos me enojé mucho por cómo encontré a mi país. La violencia, la desesperanza y la mala onda me hicieron pensar en volverme”, cuenta Abel a EL OTRO. Pero no sólo que no regresó a Estados Unidos, se quedó a pelearla porque “es la única manera”.

“¿Qué ejemplo le iba a dar a mis hijas?”

Mientras vivió en América del norte nacieron dos hijas en el estado de California, más precisamente en la ciudad de Hollywood. Esas chicas aprenden de su padre el valor de “aportar algo más a la sociedad que nos contiene”, porque “los médicos, las abogadas, los secretarios y las empleadas a las que saludo también nos van a atender más tarde, y cuando lo hacen luego de que alguien les alegró el día lo hacen de mejor manera”, reflexiona Trillini.

No hay guita sólo una “coima”

Trillini no recibió nunca dinero de manos de sus “saludados” que, en un principio creyeron que hacía esto por dinero. En una sola oportunidad “una señora que pasa siempre en el colectivo me “coimeó” con una botella de Gatorade (en un día de mucho calor), para que agrandara las letras de mis carteles porque no podía leerlos muy bien”, recuerda.

¿De qué vive Abel?, se preguntan muchos y pocos saben que el “recepcionista” de Mendoza alberga en su vida una vocación de pintor de obra. “En 20 minutos mi mujer me pasa a buscar y me voy a la pinturería en la que me encuentro con el cliente y de ahí a la obra. Realmente disfruto mucho mi trabajo y laburo todo lo que puedo… A veces domingos y feriados porque hay que aprovechar cuando hay laburo”, dice el madrugador de camisa y corbata, casi al finalizar la charla y salir corriendo hasta el auto donde lo espera su esposa.

Si lo querés conocer sólo tenés que pasar muy temprano por Acceso Este y Costanera de Guaymallén. Abel estará haciendo que un buen día se aproxime.