En diálogo con EL OTRO, Patricia Stibel, la mujer que estuvo detenida 7 horas acusada de no abonar su pasaje de colectivo, cuenta por qué exige las disculpas de “su” gobernador. El caso evidencia una vez más la tendencia del elenco gobernante a volcar su política criminal sobre los segmentos sociales más vulnerables.

Fotos: Coco Yañez

El gobernador Cornejo parece decidido a propagandizar y usufructuar un eventual Estado policial, al extremo del disparate institucional. El 16 de agosto, en una de las cotidianas razias para acabar con los evasores del boleto de micro, Patricia Stibel fue detenida y privada de su libertad durante 7 horas en la comisaría 36 de Las Heras. El hecho, injustificado y desproporcionado, produjo una inmediata repercusión que forzó el posicionamiento público del gobernador. En medio de los cuestionamientos, notoriamente tieso y con precario vocabulario, Cornejo denostó la versión de Stibel, vinculando su reclamo a un supuesto interés político partidario.

La mujer, convencida de su inocencia y sobre todo de sus derechos, exige las disculpas del gobernador, y hoy lo denunciará ante el INADI por discriminación.

Un lugar para los débiles

Patricia Stibel se gana la vida “limpiando casas” -en tono jactancioso asegura que las deja impecables y nunca faltará nada porque se considera honrada por sobre todas las cosas- y “cuidando a un abuelo” –ese era su destino cuando fue detenida-. Según relata, esos trabajos le “ayudan a pagar lo que tengo que pagar” aunque “gano poco porque cobro poco. Sé cómo está la situación: cuarenta o cincuenta pesos la hora”. Se define como católica apostólica romana pero no practicante “porque tengo mis reglas, si tengo que dar un diezmo, se lo doy a la persona que lo necesite”.

La trabajadora referencia a su padre carpintero como la figura que la instó a respetar y hacerse respetar: “nos tenía cortitas, pero me daba el derecho de discutirle cuando yo no le creía algo”. Ese aprendizaje la condujo a admirar “a las personas que defienden sus derechos, sobre todo a las mujeres” y, seguramente, lo que hizo que reaccionara frente a las declaraciones del gobernador, expresando con firmeza que “tengo derecho a andar en micro tranquila y derecho a que no me traten de mentirosa”. Aún latente el malestar que le produjo el insólito ensañamiento, manifiesta que Cornejo “cree que soy menos que él porque soy una trabajadora que no tengo plata” y se pregunta “si se ha puesto la coronita” porque “para mí es un igual”.

Stibel admite que votó al godoycruceño en la elección de 2015, pero se muestra desorientada respecto a esa decisión: “lo voté por ignorancia, la televisión puede venderte un buzón”. Sin embargo, durante la charla se refiere reiteradamente a Cornejo como “mi gobernador”: “él es mi gobernador, él es el que me cuida y me tiene que ayudar”. Si bien asegura respetar su autoridad admite que “ha perdido un poco la admiración. Espero que como ser humano, como lo soy yo, un día me diga ‘perdón, disculpame’. No quiero que salga en las noticias diciéndolo, pero que me llame por teléfono. Si yo tengo teléfono, él deber tener.”

Ocho pesos con cincuenta

La angustia se refleja en el rostro y los gestos de Patricia al repasar el exagerado operativo policial que desembocó en su detención. “Yo viajaba parada y había mucha gente en el micro. Cuando lo detuvieron, recuerdo que adelante había tres policías, y dos atrás mío mandaron a cerrar la puerta trasera”. La explicación de Patricia de no contar con el recibo de pago, porque otro pasajero le abonó el boleto, fue estéril y el precio altísimo: la llevaron a una jaula junto con otros hombres y mujeres acusados de cometer el mismo “delito”.

La lasherina cuestiona que su versión no haya podido corroborarse a través del registro de las cámaras de seguridad, e incluso recuerda que el chico con el que intercambió la Red Bus quiso devolverle la plata y ella le respondió: “no me devuelvas la plata, que me lo pague él, que me quiere bajar”, señalando a un agente policial. Sin embargo, se muestra segura de probar lo que dice. Ahora que pasaron varios días del hecho, y trascendió el maltrato del gobernador, cuenta con testigos que están dispuestos a decir la verdad.

“Por ocho pesos con cincuenta perdí los sueños” se lamenta luego de comparar su percance con una anécdota familiar ocurrida en los años más oscuros. “En la dictadura entraron a mi casa, pusieron a todos los niños y las mujeres boca abajo y a mi abuelo le pegaron mucho. Pero al rato vino otro hombre que avisó que era al lado. Ahora me pasó a mí, con la diferencia que me puedo quejar porque estamos en democracia”.

Durante las siete horas que permaneció detenida en la comisaría 36 de Las Heras, a pesar de padecer “un ataque de nervios” y la impotencia por “tener a un abuelito esperando al que no podía ir a atender”, Patricia demostró su entereza. Según describe, “estábamos en una jaula con 14 o 15 personas, todas detenidas por no pagar el colectivo, el piso estaba mojado, lleno de orina” y le dije a un policía “si me vas a tener acá, tráeme lavandina. Baldeé pero el desagüe estaba tapado así que quedó todo mojado, tenía los pies helados”.

Intransigencia para pocos

Alejado del falaz discurso republicano de los tiempos de campaña –expuesto al límite tras el fallo de la Cámara de Apelaciones que desarmó la operación Túpac– Alfredo Cornejo reafirma la orientación de la administración estatal hacia los intereses de las minorías poderosas de nuestra provincia. Fiel a su estilo furibundo y acorralado por los daños colaterales de sus iniciativas de mano dura, el gobernador vinculó el reclamo de Stibel a un interés político, haciendo público el rol de fiscal que asumió en las recientes PASO.

Quizá por eso la mujer interpreta la respuesta del gobernador como un exceso innecesario de sus atribuciones: “llega al límite que puede llegar un político al sacar temitas y cositas ilógicas para confundir a otras personas. Tienen poder. Ahora, hablarme a mí, que soy una persona que no tengo partido político -estoy afiliada al Partido Demócrata porque una vez me hicieron firmar un papel y como soy re pajarona y me pidieron ayuda lo hice- no tiene sentido. Yo soy así, la diferencia entre Cornejo y yo es que yo tengo fe en toda la gente, yo veo a la gente y pienso que son buenas personas, lo veo a él y creo que es una buena persona”.

En cuanto a su colaboración con el Partido Intransigente, Patricia cuenta que “soy amiga de todos, lo que pasa es que el único que me ha dado una mano y se ha preocupado por mí es José Luis Ramón y uno da una mano a quien lo ayuda”, mientras reconoce que “ojalá el intendente de Las Heras, mi intendente, me hubiese llamado para saber cómo me encuentro”.

Igualdad no es equidad

La misma lucidez que llevó a esta humilde trabajadora a exigir explicaciones y una disculpa del gobernador, reaparece sobre el final de la charla, cuando le solicitamos una reflexión respecto a la situación socioeconómica de nuestro país “creo que hay mucha igualdad pero no mucha equidad. La igualdad hace que una persona que cobra mil pesos y le aumentan el 30%, cobre mil trescientos. En una que gana diez mil, el aumento se va a trece mil. Hay mucha diferencia entre igualdad y equidad”.

Y remata: “yo no soy de Cristina, no soy de nadie. Pero si una persona dice que va a terminar con la pobreza, espero que no se refiera a matar a los pobres”.

 


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