El crudo testimonio de Rubén, un mendocino de clase media que desde hace diez años vive en situación de calle, dibuja el avance del proyecto político para una elite que trajo el Cambio. “No hay políticas para nosotros, hay palos hasta que te mueras congelado por ahí”, denuncia.

Fotos: Coco Yañez

El gobierno de la Capital de Mendoza avanza, por la vía punitiva, en la erradicación de las personas en situación de calle. La ordenanza que prohíbe la actividad de los cuidacoches reglamenta algo que viene sucediendo en los últimos años: la persecusión sistemática de las personas sin hogar por parte de las fuerzas de seguridad.

Convocados por la situación, trabajadores y trabajadoras informales de la Ciudad de Mendoza se reúnen para oponerse a la normativa que pretende extirparlos del espacio público. En ese marco, EL OTRO habló con Rubén, un “ángel caído” que vio todo, pero no termina de asombrarse del nivel de maltrato que se vive hoy.

El desamparo, en primera persona.

Ángel caído

Lo mío comenzó hace diez años con una situación de depresión, un día me quedé durmiendo en la terminal de ómnibus y acá estoy. Yo vivía en una casa propia del Barrio Unimev, me quedé sin trabajo, vendía autos, y fui perdiendo todo hasta terminar en situación de calle. Yo viví siempre bien, mi papá era abogado, yo no soy de la calle, vivo en la calle, soy un “ángel caído”.

En el año 2005 no éramos más de veinte los que dormíamos en la terminal. En esa época alguna gente se acercaba a darnos un cafecito a la noche, nos cagábamos de frío en el invierno cuando dormíamos en los bancos. Ya en esa época nos sacaban y teníamos que dormir parados. ¡La policía nos daba unos palazos!

Después comenzó a haber un poco de concientización. El primer grupo que empezó a ayudarnos fue Puente Vincular, de los jesuitas: nos daban café, nos censaban, nos daban comida, un día nos llevaron en un operativo a la Universidad a bañarnos, porque estábamos resucios. La gente empezó a entender que había gente en situación de calle y empezó a ser más público esto.

Mil

Recién en el gobierno de Paco Pérez, el ministro de Desarrollo Social, Cristian Bassín, quien era un cura, ya tomó conciencia de que había gente en la calle y crearon el albergue Ceferino en la calle Perú de Las Heras, que duró aproximadamente seis meses. Estábamos mucho mejor, el trato mejoró. Cuando entró el gobierno de Alfredo Cornejo se empeoró de nuevo la situación y aumentó la cantidad de gente en situación de calle. En la actualidad, se calcula, de muy buena fuente, que hay aproximadamente mil personas en el Gran Mendoza. Se ha incrementado el doble o el triple de lo que era.

Hoy yo duermo en la plaza San José; allí somos unas veinticinco personas, diez menores de edad. La mayoría son nuevas personas que se han quedado sin casa, cada vez hay más gente. Pero yo me pregunto otra cosa: ¿Cuánta gente en estos últimos diez años ha salido de la calle? Muy pocas.

La vida diaria es muy difícil. Apenas te levantás lo primero que tenés que pensar es dónde vas a dejar los abrigos para acovacharlos y salir a buscar el mango, no un laburo, porque si yo tuviera un laburo no estaría en la calle, ¡el mango! Cuidamos autos, limpiamos, pedimos, hacemos una changa, vendemos estampitas, incienso o lo que sea. No tenemos ninguna ocupación, no hay trabajo. En diez años nadie vino a decirme: “Che, loco, ¿querés trabajar?¿Querés dormir en algún lugar?”.

Razias y maltratos

Hace poco me detuvieron con un colombiano que también está en situación de calle. Vos vieras cómo lo trataban: “Vos, negro de mierda, tenés que volver a Colombia”, le decían mientras lo escupían. Me hacen acordar a las SS de Hitler, así son. Son fachos, te pegan, te dejan tirados, te ponen agua en las celdas, como en la época de los militares, para que vos te mojés, no te podás acostar y pasés frío. Eso es intencional y sistemático.

En la Capital la represión es apabullante. Una vez yo estaba sentado en el Parque (Gral. San Martín) y vino un policía y me dijo: “Vos tomate el palo de acá porque das mala imagen a la Provincia”. Así, cortita.

El otro día yo estaba durmiendo en la avenida de acceso y vino toda la policía a enfrentarse conmigo. Yo les dije que estaba durmiendo, nada más, y me dijeron que me iban a iniciar una causa por mendicidad. En la época de los militares había una norma que decía que no podía haber mendigos, y ahora es parecido, van a llegar a eso.

Cada medida que toma el gobierno, especialmente en la Ciudad de Mendoza, va contra los pobres. Cornejo y Suárez se la han agarrado con los pobres, los “trapitos”, los limpiavidrios, los cuidacoches, siempre la gente más desprotegida. Esto es sistemático y cada vez peor.

Hay muchos pibes a los que solo se los juzga y hay que entender que la sociedad los tiró a la calle y ahora delinquen, o son violentos porque la sociedad los hizo violentos, los apartó, son discriminados por todos lados, no tienen alternativas.

“Yo no vivo como quiero”

En diez años (se le corta la voz, se le nubla la cara)… en diez años se me han muerto tantísimos amigos en la calle, muertos de frío. Amigos que se han muerto debajo de un puente, tipos de 50 años… Me acuerdo cuando Beto, un pibito borracho, se murió de frío y Ciurca (ex vicegobernador) dijo que era un caso aislado y que la gente en situación de calle no nos sabíamos expresar. No hay políticas para nosotros, hay palos hasta que te mueras congelado por ahí.

Yo no vivo como quiero, no vivimos como queremos, vivimos como podemos, estamos muy lejos de querer vivir así. Ninguno quiere sufrir. No tenemos donde dormir, hay un albergue para cincuenta personas nada más. Yo prefiero dormir en la calle antes que en ese albergue lleno de chinches, con las sábanas todas sucias, hay mucha inseguridad y lo maneja un terrible delincuente que está metido con el gobierno y que lucra con nosotros. Hay otros albergues, pero en total no alcanzan a cubrir ni el 10% de la gente que hay en la calle. Uno está en riesgo dentro de esos lugares.

Foto: Cristian Martínez

¡Cuánta gente se nos ha muerto en los últimos años en la calle! Forever, El Hormiga, Ciro, Bustos… Te puedo dar cincuenta cadáveres. Es un genocidio. Gente rendida, gente de 40 o 45 años muertos, cansados de vivir, dejados, derrotados por la cirrosis, abandonados completamente.

Nadie dice nada, nadie cuenta cómo se nos murió Forever. Se nos murió en la terminal, vomitando y vomitando. Así se murió mi amigo a los 45 años, después de vivir años en la calle. Se llamaba Daniel Perviú, era de clase media, artesano y peluquero, y se murió abandonado. ¿Cuántos más morirán este invierno?

Necesitamos una ley, un plan integral, que cobije a la gente en situación de calle. Nosotros siempre pedimos una ley. Las soluciones tienen que venir del Estado, en el derecho constitucional está el derecho a la salud y el derecho a la vivienda. Hay ausencia del Estado.

 


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