EL OTRO recorrió supermercados en búsqueda de los productos que integran la canasta del desinflado Precios Cuidados. Escasa incidencia del programa en las decisiones de los consumidores, quienes prefieren ofertas y descuentos de las tarjetas de crédito.

Fotos: Apprentice

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No te quiero libre (mercado)

La posibilidad de recorrer los locales de las distintas cadenas de supermercados es un lujo que pueden darse los ricos y también -aunque con mucho menos dinero y mayores necesidades- los jubilados y desempleados. El resto de la población económicamente activa puede destinar poco tiempo de su jornada a concretar “las compras”, y casi nada para caminar y comparar precios.

El libre juego de la oferta y la demanda de bienes y servicios suele estar muy presente en los manuales de economía, aunque es menos habitual toparse con él entre las góndolas de los supermercados. El precio de los productos no sólo depende de ese juego, sino fundamentalmente de la posición dominante que tienen los grandes formadores de precios, quienes sacan la mejor tajada en la cadena que va desde el productor al consumidor.

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Sobre la base de esta realidad, en los últimos años se desarrollaron con variada eficacia algunas herramientas para intervenir en la formación de precios. El programa Precios cuidados fue una de ellas. A pesar de estar en el inventario de la “pesada herencia” del kirchnerismo, el gobierno de Mauricio Macri decidió darle continuidad y, revolución de la alegría mediante, aún se aplica –aunque menguado- en las principales cadenas de venta de mercaderías al por menor.

De acuerdo con un artículo del diario Clarín, la renovación de Precios cuidados 2017 achicó la canasta de productos respecto a su versión anterior, se incluyeron productos menos conocidos y se eliminaron los controles para identificar y sancionar los incumplimientos. “El programa llegó a representar el 20% de las ventas de los supermercados. Hoy es menos del 5%”, sintetizó el matutino porteño.

Comparaciones odiosas

En Mendoza, un cronista de EL OTRO recorrió sucursales del Gran Mendoza de la multinacional Walmart y de la cadena nacional VEA, adheridas a Precios cuidados, y locales de la provincial Átomo, empresa que decidió no formar parte del programa.

Una verificación de aspectos básicos nos permitió determinar que, en líneas generales, Walmart y Vea cumplen con la señalización y el sostenimiento de precios indicados desde el Estado, para una lista de mercaderías que cubren renglones de consumo masivo. Sin embargo, en una muestra de 20 productos relevados por este medio, se observaron reiteradas faltas en algunos rubros esenciales, como el aceite y los fideos de algunas marcas determinadas, por “falta de stock”.

Más allá de esta primera conclusión, el dato que salta rápidamente a la vista es que, a diferencia de años anteriores, se percibe absoluto desinterés de parte de los consumidores en la búsqueda atenta de los artículos específicos del programa.

Los clientes consultados manifestaron que prefieren poner más atención “en las ofertas que en los Precios cuidados, porque es ahí donde se hace la diferencia”. Hacia el interior de las grandes cadenas existen productos –algunos de ellos de marcas propias- que resultan más económicos que los del programa y, si uno compara los valores de Walmart y Vea con los de Átomo, sorprende la cantidad de casos en los que los grandes no logran empatar las ofertas de la cadena mendocina.

“Falta publicidad de cuáles son los Precios cuidados”, nos dice una señora en un pasillo mientras coloca algunas cosas en su changuito y se queja porque “igual toda la mercadería está por las nubes” y “ya no importa dónde compres, porque la inflación llegó a todos lados”.

En rubros muy sensibles se hace evidente la disminución del alcance del programa nacional, que intenta controlar la inflación sin demasiado éxito. La carne es uno de los casos donde se achicó notablemente la cantidad de cortes incluidos. Otra de las situaciones se observa en la modificación del alcance para las primeras marcas. En la versión Precios cuidados 2017 las marcas menos conocidas tienen mayor presencia, aunque no son las preferidas. 

Si bien ciertas “picardías” en la modificación del contenido o la presentación de los productos en la primera fase del programa ocasionaron dificultades, las nuevas gestiones de la Secretaría de Comercio de la Nación decidieron no establecer parámetros rígidos en este sentido. Es así que, por ejemplo, la gaseosa cola más popular del mercado sólo se encuentra en la versión de 1,5 litros.

Los encargados de sucursales y cajeros consultados por EL OTRO coincidieron en señalar que el programa Precios cuidados hace agua cuando se lo enfrenta con la ofertas de cada comercio, o con los descuentos y promociones de las tarjetas de crédito.

Los consumidores asumen que la compra de bienes de la canasta básica con crédito se transformó en el último año en algo totalmente normal. Las empresas que manejan los plásticos incluyen tentadores descuentos de hasta el 15%, pero también –y fundamentalmente- muchos trabajadores no llegan a fin de mes y, para acceder a alimentos y artículos de primera necesidad, “patean para adelante sus deudas”.