El cierre definitivo de Pájaros y la liquidación progresiva de la histórica Pirámides, encendieron una luz de alerta sobre el mercado de los libros en Mendoza. ¿Casos aislados o crisis del sector?

Fotos: Coco Yañez

En diciembre de 2013, Diego Bustamante, Juan Montaño y Pauline Vignoud se embarcaron en el proyecto de Pájaros Librería Independiente, una trinchera editorial en la calle Las Heras de la Ciudad de Mendoza.

Pájaros ofrecía textos de diversas catadura y, por qué no, calaña indefinida. Literatura universal, historia, sociología, poesía, fotografía, clásicos, imposibles… y un especial catálogo de autores mendocinos.

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La Biblia junto al James Brown en Pirámides.

Intentaron defender al libro, uno a uno y en su esencia, al precio de desafiar al mercado, y la ley de recule de la demanda se lo cobró carísimo. La librería militante y autogestiva vació totalmente sus estantes estables en octubre de este año, y decretó “pasar a la clandestinidad”.

“Quiero dejar en claro que PÁJAROS LIBRERÍA INDEPENDIENTE NO HA MUERTO, NO HA CERRADO, SOLO HA PASADO A LA CLANDESTINIDAD, como el modo de resistencia que se tiene en estos oscuros y confusos tiempos que vivimos” (Facebook de Pájaros Librería Independiente, 3/10/2016).

En Godoy Cruz otro histórico librero prendió una alerta. Edgardo Spedaletti anunció que Pirámides ya pronto será historia de los últimos treinta y un años. Edgardo hastiado se toma el palo y convirtió el viejo local de la calle Perito Moreno en una gran sala de saldos de stock agotable. “Libros desde $10”, es el título de un folleto callejero que aún circula e invita a salvar un libro, todos los sábados desde las 17 hs.

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Edgardo Spedaletti.

Se va Pirámides, despacio, “como quien se desangra”.

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Explicaciones del caso

Estas dos bofetadas han despertado diferentes interpretaciones sobre la viabilidad del negocio librero en Mendoza, sobre todo para las pequeñas empresas. La amenaza de quienes ejercen una posición dominante, el poco interés sobre el texto en papel, el aumento de los costos, la pérdida del poder de compra, la inflación… aparecen como causas de los vuelques en el mercado.

Para poder entender mejor de qué va el negocio y advertir si estamos ante una crisis o “cantos de balizas”, EL OTRO consultó a dos experimentados comerciantes locales, para hablar de libros y, fundamentalmente, del vil y humano negocio.

Álvaro Calderón, de García Santos Libros, asume que “la situación está bastante mala” por una sensible disminución en las ventas que se observa desde hace un tiempo. Al momento de explicar los porqués, Álvaro se centra en la simple competencia desigual entre la inflación de los precios y el enfriamiento de los bolsillos.

“La falta de venta es determinante, el resto de los costos fijos no es lo que más influye. Tampoco estamos ante un cambio cultural –como algunos dicen- que atente contra el libro impreso, los libros de papel se siguen imprimiendo muchísimo y mucha gente los sigue demandando”, subrayan desde García Santos, con la experiencia de los años como certificado.

Saldos en la calle San Juan.
Saldos en la calle Garibaldi.

Calderón relativiza también el eventual impacto de los pulpos comerciales sobre las librerías tradicionales. “No nos ha cambiado la competencia de las grandes cadenas –asegura-, la gente no se vuelca a esos lugares, el lector asiduo busca un trato personalizado, la recomendación… que no encuentran en esos comercios que apuntan a otros recursos de marketing. Las cadenas nacionales no influyen en la caída de ventas que nosotros registramos”.

Desde la mirada de Álvaro Calderón, el cierre de otras librerías y la baja de la rentabilidad de la propia es preocupante, aunque no avizora una situación límite en el horizonte cercano.

El libro vive, a pesar del frío

Daniel Capretti está al frente del Centro Internacional del Libro, una librería con trayectoria y nichos de ventas diversificados -si se permiten en una frase todos esos términos-.

“El mercado te exige vender ciertos autores para vender lo que a uno le gusta”, arranca Daniel con esa mercantil sentencia y grafica: “tengo que vender a Coelho, Bucay y Stamateas, como una manera de poder seguir vendiendo lo otro que también me interesa”.

Reconoce Capretti, con preocupación, que disminuyeron las ventas este año. “Se nota la crisis, menos gente entra”, dice y lo atribuye, coincidiendo con García Santos Libros, al aumento del precio de los textos y la pérdida del poder adquisitivo de los lectores. “En un año se han registrado tres aumentos que totalizan un 30% de suba en promedio y, en los casos de los libros de inglés –una de las especialidades de la casa- la suba ronda el 40%”.

Ofertas en el centro de Mendoza.
Corín en Pirámides.

El librero de la calle Lavalle de la capital mendocina, nos cuenta que en su local se salva la cosecha anual con la venta de textos escolares, durante marzo, abril y mayo, y que el resto del año la siguen tirando con menos fuerza, al tiempo que reconoce –sin caer en pánico- que a las librerías, como a otros comercios, los atraviesa la merma general del consumo.

Capretti contradice el viejo y manido mito de la muerte del libro y del alejamiento de los niños, niñas y adolescentes de la lectura. Señala exactamente lo contrario: “Desde hace unos 5 años, hay una generación linda de pibes que leen, que vienen, hurgan entre los libros. Yo antes tenía textos para chicos en la puntita de una mesa y hoy ocupan una entera y varios exhibidores”.

Destellan algunas luces de alarmas entre Pájaros y Pirámides. No parecen ser las amenazas de Yenny, Cúspide o las grandes cadenas; tampoco se avisora el fin del libro escrito en las garras de los eBooks o las tablets; menos que menos los pibes que ¡sí leen! son los que alertan.

En el enfriamiento de la economía está el principal enemigo.