Año tras año, Orlando Siliotti se hace cargo de dar cauce a una movida de arte erótico que siguen cientos de mendocinos. Numerosos artistas latinoamericanos, del norte de América y Europa, han pasado durante una década por La Erótica, una muestra que si bien es única en el país, fue boicoteada este año por funcionarios municipales.
EL OTRO compartió una larga charla con el artista visual y productor, quien festejó -en esta primavera que está por irse- un interesante y a la vez traumático aniversario número diez.
¿Cómo fue el proceso de estos diez años de La Erótica, en una provincia que muchos reconocen como conservadora?
Quizá sea justamente eso lo que hizo que surgiera la muestra. Hacerla en Berlín o Ámsterdam sería muy fácil, hay que hacerla acá, tiene otro gusto. Con el (escritor) Alejandro Crimi teníamos la idea de hacer un calendario para gomerías con las reinas de la Vendimia y, boludeando, boludeando, un día dijimos “hagamos una muestra”. Éramos tres o cuatro al principio. Empezamos acá en mi casa, en el baño vos te sentabas en el inodoro y tenías enfrente un video, en el patio había también, estaba el sex shop en la piecita, en la sala de adelante, en el garaje, en todos lados había cosas. Durante cinco años metimos además música, teatro, títeres… Mucha gente todavía se acuerda de esa época.
Dijimos “vamos a levantar un poco de polvo”, nunca mejor dicho, en Vendimia cuando hay un aburrimiento total, y fue creciendo. En la primera muestra no tuvimos ni catálogo, en la segunda ya sí. Después, al tercer o cuarto año, la Municipalidad (de la Capital) nos hizo un catálogo, pero después nos mandaron los inspectores para cerrar la muestra. ¡Son tan radicales! (se ríe).
Metíamos 300, 400 personas en esta casa. Nunca nos quedamos con la idea que sólo fuese plástica, empezamos con el video, música y, claro, esta casita no da para tanto quilombo, con los años fuimos pensando otros espacios y dimos el salto a La Nave Cultural. Ahí yo ya estaba sólo, el Crimi se había ido a Barcelona y otro compañero se abrió.
Orlando nos recibió con mates y Buena Vista Social Club, en su casa-taller, entre cuadros, fotos, esculturas, pinceles, libros, pinturas, herramientas y hermosos alebrijes dispersos por todos lados.
A La Erótica van curiosos, amantes del arte… ¿Hay un público definido o es más bien amplio?
La muestra tiene un público muy concreto. Yo este año, si me daban bola con la plata, no quería cobrar entrada. Aunque no sé si hubiera ido mucha más gente. Con todos los problemas que tuvimos, fue el año en que más gente entró, casi quinientas personas en los tres días. ¿Qué muestra plástica tiene quinientos monos en tres días, con una entrada de $120?
¿Qué cosas cambiaron con la expansión del erotismo en La Nave?
El primer año que nos fuimos a La Nave hicimos la muestra en Vendimia y la repetimos en septiembre para correrla a ese mes, porque había muchos problemas con los actores que estaban laburando, además como que todo pasa en Vendimia. Decidimos aprovechar la primavera y fue potente. A mí el espacio de La Nave me encanta, me parece maravilloso.
Artes plásticas, fotografía, video, cine, videoinstalaciones, perfomances, teatro, danza, música, literatura, gastronomía, charlas y talleres son las manifestaciones y lenguajes que se comparten.
¿Qué artistas han pasado en estos diez años?
El libro Cabeza Fresca de Luis Scafati se presentó aquí el primer año, la Nora Fernández hizo un monólogo también. El Chalo Tulián estuvo el segundo año, el Máximo Arias presentó sus fotos acá y se murió al mes, fue la última muestra que hizo. Hay muchos referentes que pasaron…
En La Nave ya nos movimos de otra manera, ahí tenés 60 visuales, este año metimos una sala exclusiva para video, hace dos años la Yegua y Groncha hizo su primera exposición y después empezaron a llamarla de todos lados.
¿Para vos cuál es la línea que separa lo erótico de lo no erótico?
¿Vos sabés lo que es periodismo y lo que no es periodismo? (nos pregunta con sorna y mirándonos fijo a los ojos). Es la misma historia. El límite es el buen gusto. En las primeras muestras se planteaba “che, que todo no sean tetas y culos” y… si hay que mostrar, se muestra. Hace un par de años unas chicas hicieron una instalación con porongas de chocolate, al principio la gente las miraba, hasta que alguien le hincó el diente y se las volaron. Creo que noventa habían hecho y las pibas estaban como locas.
¿Cómo explicarlo? (piensa), creo que va en la gente con la que vos te conectás. Yo tengo un grupo base y a partir de ahí siempre trato de buscar gente joven para que den su visión y darle la posibilidad de exponer al lado de grosos. Yo muchas veces no veo el material antes de ser expuesto, me lo encuentro ahí. Pero ya sé más o menos a quién invitar.
Parece que el erotismo está definido por la mirada que se tiene sobre la mujer…
Ese es otro tema. Por ahí me han dicho “son muy machistas, ponen sólo imágenes de minas”. Si vos ves los últimos catálogos, la gran mayoría de los artistas son mujeres, y si ellas abordan la figura femenina es problema de ellas, yo ahí no me meto. De hecho hace un par de años propuse a algunos que si les pintaba abordaran la figura masculina, donde casi nadie se mete, y no funcionó. El gay por ejemplo se va al chongo, y a mí no me hace mucha gracia, es como si hacés fotos de mujer y te vas a Luciana Salazar, a la Barbie. Eso para mí no es erotismo, no pasa por ahí.
“Es un tema muy amplio. Hace años que quiero abordar sexo y discapacidad, y es difícil. Uno va a una ortopedia y está muy cerca del sado, los arneses, los aparatos… Con cada dato que aparece te sale como un camino para recorrer, si te querés mandar te mandás. Son mil caminos y el tema en sí es súper personal, a alguna gente hay cosas que le parece muy ligth y a otros muy sarpado. A eso dejé de darle bola hace muchos años”.
¿Hay una presión sobre lo que se expone?
Sí, con los consoladores. Hay un temita que tiene la Municipalidad con eso. Se ponen como locos, no quieren que se vendan juguetes sexuales. En eso para mí hay una cosa: los traiciona el inconsciente. Van, los ven, les encantan los juguetes, y se ponen nerviosos.
Este año pasamos una película y vino un tipo de la Municipalidad a decirme “¡esto es pornografía!” No boludo, esto es una película de un francés que es una delicia.
Yo llegué a la conclusión de que los funcionarios que tenemos en Ciudad y en la Provincia son brutos perversos. Son ignorantes, no saben lo que es, no van a las muestras, se reprimen.
¿Cómo ha sido tu relación con los gobiernos en todos estos años?
Ha tenido idas y vueltas. Pero este 2016 fue de terror, nos boicoteron. Otros años nos han bancado, con la gráfica, carteles hermosos, nos han hecho catálogos cojonudos (nos muestra y regala varios). Jamás me imaginé que este año nos iban a dejar, un día antes de la apertura, sin catálogo, eso me sorprendió. Estaba (el artista plástico mendocino) Alfredo Ceverino con sus láminas, una delicia, ¡y se tuvo que ir sin su catálogo!, eso es tremendo para un artista.
Me echaron sin decírmelo. Teníamos un gran proyecto para este año que fuimos achicando por falta de presupuesto. Pensábamos tres salas permanentes para plástica, cine, video, perfomance, teatro, charlas de gente muy seria. Pero empezaron a restringirme cuestiones. Tres meses antes de abrir ya habían empezado con que iban a hacer un concierto de guitarra en la Sala 2, que es la sala de cine, logré que lo sacaran, después pusieron una obra de teatro, que logré que la bajaran, después una muestra en el medio de los dos galpones, no sé de qué, y la perla fue cuando el hijo del intendente (Rodolfo) Suárez quiso hacer una fiesta electrónica el mismo día de la muestra. ¡Una locura! Yo no le debo nada a nadie y siempre me doy el placer de decir las cosas como las siento. Rompí tanto las pelotas que la sacaron, pero yo sabía que me la iban a cobrar por algún lado.
A punto de abrir, me dice el director de La Nave, Felipe Rinaldo, que teníamos que comprar trescientas entradas anticipadas. El viernes a la noche quería que sacáramos treinta lucas del bolsillo, ¿de dónde? Casi no se hace, armamos quilombo, llegué a hablar con la esposa del gobernador –a quien conozco de hace tiempo- que parece que habló con su marido para destrabar la cosa y se hizo, con mil dificultades.
Son unos perversos, te dicen que sí y después te boicotean.
Orlando no se amilana ni un tantito, va para adelante, ya está pensando en la 11ª Erótica, esta vez sin ningún apoyo del Estado, ni de las empresas privadas a las que les asusta “quedar pegados” a estas manifestaciones artísticas. “No me gusta, pero el 2017 va a ser más exclusivo, más caro, para la gente que le gusta y tiene la plata para pagar la entrada”, se lamentó Siliotti sobre el final de charla.
