Existe un pañuelo que abraza y otro que amordaza, en el medio de ellos hay una gran meseta de silencio e indiferencia. Las pibas estamos a un pañuelo y mucho miedo de distancia.

Fotos: Coco Yañez

Manifestación en la puerta del congreso a favor del médico que negó un aborto legal

El sábado 1 de junio en la ciudad de Mendoza se llevó a cabo el congreso de Marcha por la vida, movimiento que reúne a nivel nacional a las personas que se oponen a la legalización y despenalización del aborto. Este tipo de debate, en el que se discuten temas de importancia vital, genera divisiones sociales que suele reducirse a dos bandos: por un lado quienes están a favor, por otro quienes están en contra. Aunque también existe un tercer lugar, el de las y los que no acusan recibo de un tema central para el desarrollo de nuestro país y viven sus vidas haciendo caso omiso de una demanda social que ha tomado hasta el Poder Legislativo.

Como suele suceder con todo, nuestras diferencias nos separan no solo a nivel ideológico sino también en el plano físico. Es que cuesta muchísimo entendernos entre las partes más “aguerridas” de esta lucha que es tan distinta de un lado y del otro. Muchas comunicadoras a favor del aborto legal nos habíamos enterado de este evento pero en ningún momento se puso en tela de discusión la idea de asistir. Es entendible, esta lucha es por nuestra autonomía y para llevarla adelante no solo hemos expuesto nuestros cuerpos en la calle, sino que además hemos jugado nuestras mentes y corazones que muchas veces se han visto rechazados, ninguneados, maltratados por quienes piensan diferente. ¿Quién quiere acercarse a lo que le hace daño? Vale para los dos lados.

Después del instantáneo rechazo que nos genera aquello en lo que no creemos, llegó una curiosidad gatuna, en confidencia diríamos morbosa, y la pregunta interna fue: ¿qué pasa del otro lado?, ¿qué hay más allá de nuestro pañuelo y nuestras compañeras?, ¿conocemos bien a quienes están en contra del aborto legal, seguro y gratuito? Claro que nos conocemos, ¿pero a través de qué mirilla? Todo lo que nosotres sabemos del movimiento en contra del aborto legal lo conocemos de pocas personas que nos hemos cruzado en la calle y mucha información de medios masivos de comunicación y redes sociales. Muy a nuestro pesar debemos decir que todo lo que vemos en medios masivos y redes sociales se espectaculariza y, sobre todo, se banaliza. El humor, símbolo de esta era, calma los miedos frente a lo diferente y potencia los abismos que nos separan, nos hace perderle el pánico a los precipicios. Y no estamos en contra del humor, de hecho es una herramienta fundamental para sobrevivir, pero intentaremos explicar lo que experimentamos.

¡Cuántos hombres para hablar de úteros!

Este uniformado recorrió todo el predio, por dentro y por fuera, en busca de explosivos.

El sábado hacía mucho frío a esa hora de la mañana. Llegamos temprano al Centro de Congresos y Exposiciones de Ciudad, donde se llevó a cabo el encuentro, que por cierto depende del Ente de Turismo de Mendoza, es decir del gobierno provincial. Si bien el gobernador Cornejo cuida de expresar una postura clara y firme frente a la discusión del aborto, de un vistazo podemos ver que la gestión actual de gobierno abrió las puertas de este lugar, que es de todo Mendoza, para un congreso en contra del aborto legal, seguro y gratuito. Igual no es ningún secreto que Rodolfo Suárez, su candidato para estas elecciones, se opone a esta ampliación de derechos.

Al llegar al edificio la primera postal que observamos fue la de un joven de no más de 20 años apostado en la puerta, cubierto con una capa celeste en la espalda que le llegaba hasta los pies y seis policías varones a pocos metros de distancia. Al pasar el ingreso había una larga fila de personas esperando para pagar su entrada: curas, varones jóvenes, varones adultos, varones mayores, militares, monjas, mujeres de más de 50 años y, por último, mujeres jóvenes, no tantas como los anteriormente nombrados. Alrededor de 1000 personas llegaron a participar de este encuentro.

En la entrada al auditorio, antes de que comenzaran las exposiciones ya estaban ubicados dos stands: uno de venta de pañuelos celestes, stickers y llaveros alusivos al slogan “salvemos las dos vidas” y otro puesto que vendía el libro más famoso del referente más importante de la juventud en contra del aborto (que casualmente es varón), Agustín Laje, quien expondría unas horas más tarde.

Eran muchos los grupos de jóvenes religiosos que llegaron acompañados de curas. Pudimos ver a una sola mujer que había llevado a su hijo bebé y recordamos las marchas por el aborto legal, a las que van miles de mujeres con sus recién nacidos. Una señora mayor cruzó a esta madre con su bebé y le dijo “que Dios se lo mantenga hermoso”. Otro detalle, que nos llamó mucho la atención del momento en que la gente ingresaba al auditorio y tomaba asiento, es que la mayoría tenía sus pañuelos celestes, pero los traían guardados. Una vez sentados y sentadas, procedían a sacarlos de algún bolsillo y atarlo a carteras/mochilas, algo claramente distinto al movimiento por el aborto legal, que va con sus colores verdes a la vista en todo momento. Primero nos dio un poco de risa, mecanismo primitivo de defensa ante lo desconocido.

“El libro negro de la nueva izquierda”, obra de Laje que estaba a la venta en el congreso.

Nos sentamos. Pudimos escuchar cómo un señor más allá le explicaba a una mujer que “todo el movimiento por el aborto legal está financiado por laboratorios y grandes empresas”, mientras ella solo se limitaba a asentir con la cabeza en silencio. Detrás nuestro dos amigas profesionales, según entendimos eran comunicadoras, decían que “el pañuelo verde es una moda”.

Antes de que comenzaran las exposiciones de los oradores invitados (cuatro varones y solo una mujer) realizamos algunas consultas al azar entre el público: ¿qué los y las traía a este congreso? La respuesta fue más o menos la misma: informarse con el material que traían sus referentes para tener argumentos con los que rebatir las posturas a favor del aborto. Un joven de 30 años nos dijo que antes no estaba a favor ni en contra pero que vio a Agustín Laje en repetidas ocasiones en la TV y que terminó convenciéndolo.

A un pañuelo de distancia

Mariano Obarrio, periodista de La Nación, abriendo el encuentro.

Después de esa breve encuesta volvimos a sentarnos y comenzaron las exposiciones: abrió la jornada el periodista del diario La Nación, Mariano Obarrio, quien presentaba estrategias de comunicación para el movimiento en contra del aborto. No vamos a dedicar ni medio párrafo a reproducir las barbaridades que dijeron los oradores de este congreso, mucho menos a contar cómo fue la manifestación a favor del médico Leandro Rodríguez Lastra, que a pesar de estar condenado por haber interrumpido un aborto legal, expuso en este encuentro. Nos limitaremos a comentar lo que se despertó en nosotras al ver y escuchar, de verdad por primera vez, a las personas que piensan diferente.

Miedo. Lo que primitivamente fue una risa repetida, irónica, por sentirnos de algún modo en un plano superior a toda esa gente, se transformó rápidamente en miedo. Nos dimos cuenta de que quienes estaban en ese congreso, más allá de las diferencias que podríamos llamar de clase (el poder adquisitivo de estas personas se veía a simple vista mayor que el de muchas personas que están a favor del aborto), más allá de eso las pocas mujeres presentes en la sala eran mujeres como nosotras: por lo charlado, no están en contra de los derechos de la mujer, ni quieren ser cómplices de la muerte de miles de mujeres por aborto clandestino. Lo que pasa es que el eje de su lucha es distinto al de la nuestra. Y claro, como pensamos diferente, de este lado creemos que el eje de su lucha es el equivocado y hace mucho daño.

Muchas personas religiosas fueron parte del público.

Pero esas pocas mujeres que están ahí, en un congreso de “la marcha por la vida”, reciben bombardeos de información falsa y cargada de odio hacia lo que ese movimiento no quiere ver. Y lo que nos dio terror fue entender que en ese lugar operan todos los hijos más fieles del patriarcado: es un ejército de hombres que amordazan mujeres con el pañuelo celeste. Presentan una postura plenamente androcéntrica para discutir un tema referente al cuerpo femenino y las mujeres presentes en el lugar no tuvieron voz ni voto.

Está bien, podemos decir que realmente no estaban amordazadas, estaban ahí porque querían y hasta se las veía disfrutarlo. Pero quienes creemos en que no existe tal cosa como la meritocracia, entendemos que lo que el entorno nos da es vital para formarnos como personas. Y estas mujeres, a diferencia de nosotres y de nuestras compañeras de lucha, lo que han recibido es puro vómito machista.

Leandro Rodríguez Lastra, médico condenado por no llevar a cabo un aborto legal.

Nos da mucho miedo y una profunda tristeza entender que las mujeres que están del otro lado de este abismo se encuentran confundidas y reprimidas. Toda la felicidad y plenitud que experimentamos cada vez que salimos a marchar con otras mujeres por nuestros derechos, en este caso fue todo lo contrario. Sentimos bronca, miedo y tristeza por las otras compañeras, las que están viviendo la represión del pañuelo celeste comandada por hombres violentos, que estaban ahí, sentados en el público y dando cátedra de machismo en el escenario.

Un pibe de alrededor de 18 años compartía un café con un grupo de tres chicas en el hall del edificio antes de que empezaran las exposiciones. Una de ellas contaba que en la mañana había derramado la taza de té mientras desayunaba, él acotó “mina tenías que ser”, ellas rieron. Reír, asentir, aplaudir, cantar el himno nacional, pagar, obedecer. Eso es todo lo que vimos que hicieron las mujeres en este congreso.

Ojalá este lunes, cuando salgamos a exigir a las calles al grito de ni una menos con nuestros pañuelos verdes, haya una mujer curiosa que lleve escondida su tela celeste en la cartera y que quiera pasar el rato con nosotras para ver qué pasa. Quisiera que ellas también pudieran experimentar esta libertad, esta seguridad sobre lo que somos y lo que hacemos, este amor con el que nos abrazamos todas juntas, esta fuerza con la que no nos dejamos caer y con la que ocupamos lugares que históricamente eran para varones. Ellas también merecen convivir este espacio libre de miedo y represión. Las esperamos, hermanas, no queremos para ustedes nunca más el pañuelo mordaza.

 

Será ley

 

¿De quién es mi cuerpo?