Macri tira para abajo, los Fernández empujan hacia arriba, y en esa dinámica electoral Anabel Fernández Sagasti y Rodolfo Suárez –que es Cornejo- se abren camino hacia las elecciones generales de setiembre. Mendoza se despertó de la siesta con el grito de las urnas, aunque está por verse todavía si prevalece la convicción de la “isla sin mar”.

Marisa Uceda, Jorge Tanús, Anabel Fernández Sagasti en los festejos del domingo. Foto: Cristian Martínez

“Anabel ya ganó, Suárez deberá ratificar”, titulamos en EL OTRO luego de conocerse los resultados de las anteriores elecciones primarias provinciales, de junio pasado, en las que Fernández Sagasti resultó triunfadora de la interna peronista.

En aquella nota destacábamos el cimbronazo provocado por la fórmula Fernández-Tanús al alcanzar un triunfo casi épico sobre las estructuras de un anquilosado justicialismo, sumado a un crecimiento territorial y legislativo de la identidad kirchnerista en Mendoza.

Ni los más agudos analistas podían avizorar entonces la posibilidad cierta de que Fernández Sagasti pudiese ser la primera mujer en ocupar el Sillón de San Martín. Hoy, con los resultados de las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias nacionales sobre la mesa, la nueva líder del peronismo unido tiene crecientes chances de recibir el 10 de diciembre la banda y el bastón de mando de manos de Alfredo Cornejo, el gran derrotado de este domingo.

Como suelen apuntar los equipos de fútbol con esperanza, la matemática da. Retomemos algunos números: en las PASO para gobernador el Frente Cambia Mendoza acumuló 42,14%, mientras que el Frente Elegí sumó 35,08%. La diferencia, entonces, entre la alianza PRO-UCR y el peronismo fue de 7,06 puntos, 77 mil votos en números redondos.

Rodolfo Suárez y Mario Abed. Foto: Cristian Martínez

En las PASO para presidente y diputados nacionales la tortilla se dio vuelta. La fórmula Fernández-Fernández se distanció en 3,15 puntos respecto de Macri-Pichetto y la lista de legisladores peronistas encabezada por Marisa Uceda terminó 9250 votos (0,86%) por encima de, ni más ni menos, la boleta de Cornejo, presidente de la UCR a nivel nacional.

“Cada elección es una elección”, repitió cuatro veces el domingo el gobernador al momento de asumir a regañadientes la derrota nacional y un “empate técnico” en su territorio, como quien reitera un mantra para ahuyentar los malos augurios. En rigor, el mandatario tiene estricta razón, los comicios no son para nada comparables, ninguna fuerza puede transpolar al futuro electoral próximo los resultados que los beneficie, pero indudablemente la realidad de las urnas pateo el pretendido tablero estable de quien se mostraba como el soberbio garante de un triunfo que evitaría “volver al pasado del populismo”.

Alfredo Cornejo. Foto: Cristian Martínez

Entre junio y agosto se sumaron datos y cambios de humores que trazan un nuevo escenario electoral, ofreciendo un final abierto para las elecciones a gobernador del próximo 29 de setiembre. A los datos duros es indispensable sumar impresiones subjetivas como los rostros de aturdimiento que exhibieron las y los dirigentes en el comité de la UCR, totalmente opuestos a las caras de alegría de las y los militantes peronistas en la casa de los trabajadores gráficos. (Una digresión: ¿dónde estaba la vicegobernadora Laura Montero?)

A priori, Cornejo juega de banca y sigue contando a su favor con las herramientas financieras y estructurales que le dispensa el control del aparato del Estado provincial y el blindaje mediático -cada vez menos efectivo- abonado con multimillonarios recursos de las arcas públicas. Además, la UCR, a diferencia de sus socios macristas, mantiene una fortaleza territorial con impronta en los conglomerados urbanos del Gran Mendoza. A lo que se le suma, como una de sus principales virtudes, el liderazgo hasta ahora indiscutido del gobernador, quien sostiene un núcleo duro de respaldo en importantes sectores sociales conservadores que avalan, más allá de la debacle económica, sus políticas de mano dura y ajuste.

Festejo en el Sindicato de Gráficos. Foto: Cristian Martínez

Con el diario del último lunes la situación se torna infinitamente más compleja que la supuesta tranquilidad que se respiraba en las huestes oficialistas la semana pasada, interrumpida espasmódicamente por los violentos exabruptos de Cornejo contra el peronismo. Es que Alfredo es Mauricio, y las especulaciones y oscilaciones permanentes del mandatario no lograron despegarlo de su presidente. Cuesta abajo en la rodada, la caída de Macri no tiene fondo y, en contraposición, la tracción del triunfo de Alberto Fernández y Cristina no define un techo fácil de pronosticar.

¿Cómo pueden influir estas tendencias en las elecciones provinciales? Es justamente lo que ilusiona al principal partido de oposición de Mendoza, ya no como expresión de deseo o convicción de campaña. La dinámica constante que marca la voz de las urnas es la que desafía el posible fracaso de la estrategia de desdoblamiento electoral que trazó Cornejo para despegar su estrella de la mala suerte de Macri.

Félix, Giménez, Righi y Aveiro. Fotos: Gentileza

El gobernador se puso todo el cronograma electoral al hombro confiado en la “buena imagen” que reflejaban las encuestas diseñadas por consultoras que vienen demostrando escasa rigurosidad en sus pronósticos. Pero este voluntarismo y alta autoestima de Cornejo no ha resultado del todo eficiente. Nada pudo hacer el cacique radical para evitar la paliza electoral que recibió Cambia Mendoza en las PASO departamentales anticipadas -de abril- en San Rafael, San Martín, Lavalle y Tunuyán, y es altamente probable que Emir Félix, Jorge Giménez, Roberto Righi y Martín Aveiro repitan o aumenten el caudal de votos del peronismo en las próximas elecciones municipales del 1 de setiembre.

¿Cuánto podrá hacer Cornejo para trasladar su aura al desangelado Rodolfo Suárez? Es otro de los misterios por develarse. Ya se oye fuerte entre periodistas oficialistas, que fungen de oficiosos asesores comunicacionales, y dirigentes radicales la exigencia de que la voz del delfín cornejista deje de ser silenciada por el vozarrón de su jefe político y que finalmente el intendente de la Capital juegue el rol de candidato, apuntalado por el territorial Mario Abed que, para sumar pesimismo, perdió de forma sorpresiva este domingo en su imbatible terruño.

Fernández Sagasti, Alberto Fernández y Uceda. Foto: Coco Yañez

En la vereda de enfrente, las distintas expresiones del justicialismo lograron catalizar la ansiada unidad que en los últimos días resultó triunfante y consolidó el nuevo liderazgo indiscutido de Anabel Fernández Sagasti, lo que se suma a una contundente y ventajosa certeza: Alberto Fernández ya se prueba el traje de presidente mientras Macri languidece.

Los militantes se entusiasman con que el fortalecimiento de “nuestra Anabel” pueda ser potenciado aún más por una fórmula presidencial ratificada, entre otras variables, por la indiscutida popularidad de Cristina, quien en su mensaje de anteayer desde Santa Cruz destacó el triunfo de la senadora nacional por Mendoza sobre el socio cuyano de un Macri en desgracia.

Cristina en la presentación de “Sinceramente” en San Martín. Foto: Coco Yañez

Más allá del desdoblamiento que sería favorable a Suárez, hay antecedentes que demuestran una tendencia electoral afín al clima de triunfalismo y proclive a evitar que la suerte política de la provincia no esté en línea con la dependencia presupuestaria de la Nación. El fantasma del aislamiento provinciano siempre pesa, sobre todo cuando las elecciones presidenciales se muestran ya resueltas.

¿Ella –Anabel- le gana? Una de las claves resultará de la doble tracción que los territorios provinciales y el arrastre nacional generen en las urnas. Por un lado, el mapa mendocino de las últimas PASO se pintó de triunfos peronistas en la mayoría de los departamentos, excepto los importantes Capital, Guaymallén, Godoy Cruz y Luján. Sin embargo, Las Heras volvió a ser peronista y en varias comunas en las que triunfó el justicialismo la campaña estuvo lejos de la intensidad que seguramente tendrá en los próximos comicios. Por otro lado, ¿cuánto incidirá numéricamente el empuje de Fernández-Fernández en la fórmula Fernández-Tanús?, ¿se trasladará la nacionalización de la campaña a Mendoza con visitas constantes de Alberto y Cristina como ya sucedió en Córdoba?

Los interrogantes, como los finales electorales, están abiertos. No es un acto de fe sin argumentos, basta con “creer en los hechos”.

 

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