El bochorno vendimial dejó en evidencia la incapacidad de gestión en la cartera de cultura. Más allá del episodio de la grúa y del fenomenal ajuste en el área, Gareca acumula una serie de desaciertos que hartó a propios y extraños, quemando el capital político que lo legitimaba.

Carrusel de Vendimia Foto: Fabián Sepúlveda
 

A las coincidencias políticas establecidas con el gobierno nacional encabezado por Macri, Mendoza le incorpora la novedad de la avenencia en las formas del “errorismo de estado”. La recurrente secuencia del desliz-comprobación-rectificación-disculpas debutó en Mendoza en la coyuntura de la fiesta mayor. El agravante, por cierto, fue poner en riesgo la vida de miles de personas.

Siniestro al cuadrado

Sobre la coyuntura vendimial gravitan dos de las acepciones del término siniestro.
A los funcionarios les cabe como calificativo en momentos clave de la crisis, mandando literalmente al muere a los artistas, antes de que cayera la pluma de la grúa durante la jornada del jueves, horas antes del primer ensamble de la fiesta dirigida por Héctor Moreno. Las instrucciones impartidas por Alejandro Pelegrina -Director de Producción Cultural y Vendimia- para evacuar el teatro griego la noche del jueves, son elocuentemente criminales.

Pelegrina (al centro) junto a Gareca. Foto: prensa Gob. de Mza.
 

Por otra parte, a las condiciones estructurales en las que se desarrolla la fiesta de la Vendimia el término se vincula como sustantivo. Porque más allá del tratamiento dado al episodio de la grúa como accidente o incidente –tanto por medios, protagonistas o funcionarios-, lo que existe estructuralmente y atraviesa distintas gestiones de gobierno es un alto índice de siniestralidad, resultado tanto de la precariedad de las condiciones laborales que se brindan al personal técnico y artístico, como por la frecuencia en que se producen, justamente, este tipo de sucesos, enmarcados en el derecho laboral que contempla lógicas responsabilidades civiles.

A la derecha, un mural

El rápido posicionamiento nacional que el gobernador Cornejo obtuvo como alumno ejemplar del modelo de ajuste despertó en el subsecretario de cultura una contradicción que saldó súbitamente.

Cuando el tándem gestionaba el municipio de Godoy Cruz, en tiempos de una sociedad que aceptaba cierta hegemonía política vinculada a la consolidación y generación de derechos, Cornejo utilizó a su delfín cultural para sumar adhesiones en sectores sociales que ponderaron sus acciones de promoción de los derechos humanos y la cultura popular.

Foto: prensa Gob. de Mza.

 

Pero en su metamorfosis, Gareca decidió asumir el precio de pertenecer, quebrando gran parte de aquellas simpatías construidas, al traducir en el área que comanda el feroz ajuste que impone el gobernador. Esta pérdida de capital político es uno de los motivos que la casta radical -históricamente plagada de gestores culturales- le imputa a la hora de pedir su reemplazo.

Catrasca

El “orden” pregonado por su jefe político se encuentra muy distante a la gestión de Gareca. Sólo comparable con los violentos Giacchi y Correas –ítem aula incluido-, el funcionario almacena yerros desproporcionados si se tiene en cuenta que conduce un área con menos del 1% del presupuesto provincial.

Apenas erigido como subsecretario, Cultura fue la jurisdicción que más trabajadores despidió. Con la excusa de encontrar irregularidades en la relación contractual, llegó incluso a denunciar en la justicia a la gestión anterior. En los últimos meses, sin embargo, gremios estatales hicieron públicas numerosas contrataciones eventuales, idénticamente irregulares. Al punto de llamar la atención de los entes de control del Estado y que funcionarios de carrera se nieguen sistemáticamente a embarrarse en ese fango, restringiendo la “flexibilidad” de recursos.

Foto: Coco Yañez

 

A la parálisis y vaciamiento de los espacios culturales –Le Parc es el más claro ejemplo- le sumó la inacción para evitar el ahogo de los municipios sobre iniciativas autogestivas. Tampoco se hizo cargo del tarifazo que golpeó a la actividad cultural en general.

Mientras, su ineficiencia convocó a la confluencia crítica a diversos hacedores culturales que día a día alimentan su malestar, cuestión auspiciosa para el ámbito cultural, pero no para el devenir político del funcionario.

Las pelopinchos en Le Parc, la comprobada negligencia en el incendio del ECA y los ofensivos afiches durante la celebración de la gesta sanmartiniana, fueron los hits veraniegos del godoycruceño que colmaron la paciencia tanto de gran parte de la sociedad mendocina, como de un sector importante del gabinete de Cornejo.

¿Quién paga las facturas?

En una nota publicada por Diario Uno en enero último, titulada “El funcionario que se puso al hombro la modernización de la Vendimia”, Gareca hizo jactancia del cuidado del gasto –eufemismo de ajuste- de la fiesta mayor. “Recuperamos la normalidad para una Vendimia. Los costos habían trepado al doble” y “La Vendimia no debe devorarse el presupuesto de Cultura” fueron dos de sus frases destacadas. Artistas y técnicos con varios actos centrales a cuestas, comprobaron y expresaron coralmente que el amarretismo desmoronó las condiciones, seguridad y calidad de la fiesta.

Ficciones de un futuro imperfecto Rodrigo Barroso

Pero no son todos pifies en el mundo grúa de Gareca. En la nota citada, auguró: “Si nos equivocamos vamos a ser los primeros en reconocer nuestros errores y desandar nuestro camino”. Desande, nomás, ahorre la asesoría PRO de Marcos Peña y Durán Barba.

Seguramente el ahorro pretendido no será tal cuando se culminen los peritajes, se salden las responsabilidades y el erario público deba afrontar los daños causados a proveedores de todo tipo afectados por los siniestros.

Sin embargo, el económico no fue el único asiento en la columna del debe. En el plano político, el gobernador quedó encapsulado en el momento de mayor exposición pública de la mendocinidad. La agenda se concentró en la grúa y en cada una de las innumerables actividades sociales, corporativas y políticas que catapulta la fiesta, Cornejo tuvo que explicar en qué instancia se encontraba la crisis de Estado.

La épica negadora

Envuelto en el papelón y ante la inoperancia y desconcierto de sus súbditos, el gobernador apeló a su habitual pragmatismo y deslindó la responsabilidad de la realización de la fiesta en los trabajadores. Presionado por la Cámara de Turismo, el universo vitivinícola y la agenda VIP, el gobierno volcó su voluminosa pauta publicitaria pregonando la vieja fórmula en torno al orgullo intrínseco de los mendocinos en eso de levantarse ante cada obstáculo y acusando a grupos politizados de artistas que querían empañar los festejos.

Protesta en el Carrusel Foto: Fabián Sepúlveda
 

Al ritmo del ¡sí se puede!, esta forzada conducta por negar la realidad y construir una épica alrededor de los fracasos, abonan cierta expectativa de una oposición política, que estéril en la dimensión burocrática, comienza a conglomerarse desde abajo en las calles de Mendoza.