El recorte de Cambiemos sigue su marcha en el Sistema de Ciencia y Técnica. Inquietantes novedades vinieron desde el Ministerio de Modernización. EL OTRO entrevistó al doctor Ricardo Ojeda, investigador superior del Conicet.

Fotos: Seba Heras

Afuera hace frío y adentro no. Las personas que trabajan en el interior del añejo edificio del Centro Científico Tecnológico de Mendoza lo hacen con relativa comodidad. Tienen acceso a internet e incluso a movilidad en caso de que necesiten viajar por trabajo. Son científicas y científicos encargados de generar el conocimiento que podrá ser base de toma de decisiones de cualquiera que quiera oír.

La oficina de Ricardo está atestada de libros que empezó a juntar en el extranjero, donde se doctoró, pero que continuó cuando vino a trabajar al país con la llegada de la democracia. Para ser justos hay que decir que es acogedora, y muy pequeña.

¿Qué son estos grupos de edificios enclavados en el Parque Gral. San Martín?

Yo siempre lo pienso como un gran centro de formación e investigación ambiental en el que tenés un área grande de Ciencias Sociales, Ciencias Físicas como es la Glaciología y la Geología, Ciencias Biológicas, como es el caso del Iadiza (Instituto Argentino de Investigaciones de Zonas Áridas), con investigaciones orientadas a todo lo que es el ecosistema del desierto que incluye la diversidad biológica de las tierras áridas y con lo que tiene que ver con la integración social.

¿Cuántas personas trabajan en Mendoza y qué tareas realizan?

Groso modo, en el CCT de Mendoza deben trabajar 1000 personas, entre investigadores, becarios y profesionales de apoyo técnico.

A mí me gusta pensarlo a este sistema como una pirámide en la que se necesita que las bases estén muy apuntaladas para que todo funcione. En mi opinión, se están debilitando esas bases.

Ese debilitamiento, ¿tiene que ver con la presión del Ministerio de Modernización sobre el Conicet?

La semana pasada tuvimos una reunión en la que se contó de qué se trata esto. Modernización tiene lo que ellos llaman “planta de dotación óptima”, no sabemos en base a qué criterios, con la que ellos definen cuántas personas son necesarias en cada área y lo están aplicando en distintos organismos del Estado.

En el caso del Conicet, según lo que transmitieron los gerentes de recursos humanos y de legales, van a evaluar en primer término a trabajadores que tienen el régimen de SINEP (Sistema Nacional de Empleo Público) como empleados del Estado. Esto no significa que mañana no vengan por otros trabajadores.

Yo creo que no debemos olvidar que el primer ajuste del cambio de gobierno se dio aquí, cuando dejaron afuera a 500 investigadores, y digo investigadores y no becarios porque era gente que pasó 5 o 7 años estudiando y desarrollando conocimientos, con becas doctorales o postdoctorales, con maestrías y becas en el exterior.

Muchos de ellos, de haber seguido el gobierno anterior, habrían ingresado a la carrera de investigador. Personas que ya tenían su planificación para continuar su trabajo. Terminó en que pasaban todos a la Universidad, y hoy en día no está muy claro si son todos efectivos.

De ahí en más, lo que tenemos hoy. De la cantidad de científicos que se incorporaban en el plan original del ministro Barañao, solo ingresaron la mitad.

Cuando yo cuento esto en otros lugares del mundo me dicen que es una maravilla. Se quedan maravillados porque no hay muchos países que tengan nuestro sistema de becas. En la mayoría, al tercer año se corta la beca y tienen que buscar trabajo.

En la gestión anterior hubo una política que apostó a la ciencia y en estos últimos años esto “cambió” (Ríe nerviosos Ricardo)… No quiero usar la palabra pero  “cambió”.

¿Por qué es importante tener gente investigando para el Estado?

Hoy tenemos dos grandes problemas que se estudian a nivel planetario: el cambio climático y la pérdida de biodiversidad. Esos temas, acá, con distintas modalidades, están siendo estudiados.

En torno cambio climático tenemos la repercusión de todo lo que fue la Ley de glaciares y el Inventario de glaciares, que tiene la posibilidad de ver de cerca la problemática.

Alrededor de los temas de biodiversidad, podemos decir que los grandes ecosistemas en el mundo se están transformando a pasos agigantados: soja, megaminería… Todo está produciendo un cambio muy grande en lo que consideramos como patrimonio biológico, que lleva aparejado lo que llamamos “enfermedades emergentes”.

Además de poder prever peligros para las zonas productivas, la biodiversidad está altamente relacionada con la medicina. Una parte importante de los fármacos provienen de vegetales.

La biodiversidad también tiene que ver con las fibras que nos visten y los alimentos que consumimos. Claro que esto último se estudia en varios organismos, entre los que estamos nosotros y el INTA que también está siendo diezmado.

¿Cuál cree usted que es el sentido de este ajuste?

Yo lo veo igual que (Adrián) Paenza: “Nunca les importó todo esto, y si hubieran podido hacerlo desaparecer de un plumazo lo hubieran hecho”.

Se han frenado proyectos que estaban desarrollando radares, ¡satélites!, satélites que se fabricaban desde este Sistema de Ciencia y Técnica.

Se pensaba en una Argentina diferente de la que se piensa hoy. Están pensando en un país muy chiquito, para pocos.

La conversación continúa y luego de un rato, Ojeda guía un tour por algunos lugares del centro de estudios con la emoción de un recién llegado. Camina rápido hacia el subsuelo y muestra al equipo de EL OTRO “la colección” de fauna y flora, atendidas por profesionales de apoyo técnico.

Antes de salir, Ricardo nos presenta a dos becarias y un becario que realizan sus estudios en ese instituto y, por lo que se observa, no ven fácilmente la luz al final del túnel. Ojeda, en cambio, nos despide con buen semblante. Él ya sobrevivió el final de la última década del siglo pasado.

 


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