Existe preocupación en la Feria Popular de Guaymallén. No es para menos, la Municipalidad los emplazó a que el 30 de noviembre cesen sus actividades. Entrevista con Nancy Colque, trabajadora del mercado que sábados y domingos funciona muy cerca del Centro Cultural Le Parc.

Fotos: Cristian Martínez

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¿Cuándo y cómo se enteraron de la posibilidad del desalojo?

El desalojo fue anunciado el mes pasado a través de una notificación que nos hace el área de Comercio del Municipio, en la que nos emplazaron a que el 30 de noviembre cesen las actividades de la Feria. A partir de esa notificación nos organizamos y en asamblea decidimos manifestarnos en la explanada del Municipio, que al fin y al cabo es quien nos ubicó en ese lugar en el año 2014.

En ese momento, solicitamos por nota que se abriera un canal de diálogo con las autoridades para buscar una solución conjunta a los problemas de la Feria. Porque desde el 2014 bregamos por un proyecto de ordenanza donde explicamos qué entendemos por Feria Popular y las razones por las cuales la defendemos. Porque nosotros defendemos la Feria en el espacio público, la organización de los vecinos, la organización de las mujeres, el trabajo genuino, la expresión cultural de los pueblos que vivimos en esta zona de Guaymallén.

El proyecto estaba cajoneado, pero a partir de la movilización, empezó al menos a cobrar visibilidad a partir del diálogo generado por las reuniones de comisión del Concejo Deliberante.

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“No somos comerciantes, somos trabajadores y vecinos de la zona que ocupamos el espacio de nuestros barrios y de esa manera ejercemos ciudadanía plena”.

 ¿Cuál es la posición del Ejecutivo departamental?

Desde que asumió (Marcelino) Iglesias (NR: actual intendente de Guaymallén) hemos intentado reunirnos directamente con él, pero lamentablemente su respuesta siempre fue recibirnos a través de sus interlocutores, es decir los jefes de cada área implicada, a pesar de que él en noviembre de2014, cuando estaba haciendo campaña se acercó al lugar y nos dijo que iba a apoyar nuestras demandas.

¿Cómo les ha ido con los interlocutores?

Con el área de Inspección hemos tenido varias reuniones para viabilizar el proyecto. Pero la realidad es que en estas instancias no ha habido muchos avances, algo que sí hemos notado desde el trabajo en Comisión del Concejo Deliberante, en donde se han generado reuniones abiertas con los vecinos en las que se han podido tocar distintos temas.

Ya se realizaron dos encuentros de este tipo, en las que los concejales se comprometieron a tratar la futura ordenanza, que tenga en cuenta todas las ferias populares del departamento. Ese espacio está en  construcción y es donde los concejales toman conocimiento de los problemas de los feriantes, desde su propia voz. Esta instancia ha provocado el cese de la orden de desalojo, hasta tanto no se encuentre una solución conjunta, algo que nosotros percibimos como un logro de la movilización y la lucha de los trabajadores.

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“Esta feria nació hace 33 años y a pesar de los distintos ciclos sigue existiendo, por lo que cuestionamos algunos conceptos economicistas o del uso del espacio público”.

Más allá de frenar la orden de desalojo, ¿se toma en cuenta el proyecto que ustedes han presentado?

Sí, de hecho en la última reunión se ha profundizado más en el perfil del feriante, en su aspecto socioeconómico. Actualmente hay entre 500 y 600 feriantes en el predio que está detrás del Le Parc, los sábados y domingos a media jornada.

¿Y cómo hacen para organizarse?

La asamblea es nuestra instancia de organización, a través de un cuerpo de delegados, elegidos cada cierto número de feriantes. Ese cuerpo de delegados suele ser más activo, trabaja permanentemente los sábados y domingos tratando de garantizar una sana convivencia con el tema del espacio, su distribución, previniendo situaciones conflictivas. Los delegados son elegidos democráticamente, reconociéndonos como una asamblea de trabajadores y estamos intentando generar una formalización a través de una personería jurídica prontamente.

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Luego de reiterados conflictos, ¿esperan esta vez llegar a un acuerdo con el Municipio?

Confiamos en la palabra del Concejo Deliberante, pero también sabemos por experiencia que puede surgir alguna situación inesperada desde el Ejecutivo, por lo que estamos en alerta. Diciembre es un mes difícil para muchas de las personas, porque vienen las fiestas y todos quieren llevar algo para poner en la mesa. Hay muchas personas que viven una situación extremadamente crítica y es un mes complicado para un desalojo. Esta situación en algún momento tiene que empezar a regularse, algo que estamos pidiendo al fin y al cabo para generar un bienestar a la comunidad y a los vecinos de Guaymallén. Porque las ferias existen y van a existir. Han venido para quedarse porque trascienden las crisis. Esta feria nació hace 33 años y a pesar de los distintos ciclos sigue existiendo, por lo que cuestionamos algunos conceptos economicistas o del uso del espacio público.

¿Cuáles son las razones que esgrimen desde el Municipio, más allá de las distintas gestiones, en referencia al espacio público?

El tema que atraviesa las gestiones es la lógica comercial, la supuesta competencia desleal. Un argumento netamente económico que no tiene en cuenta que los feriantes venden sábados y domingos a media jornada con otro criterio que tiene más que ver con un paliativo económico. No somos comerciantes, somos trabajadores y vecinos de la zona que ocupamos el espacio de nuestros barrios y de esa manera ejercemos ciudadanía plena.

También en el conflicto de 2014, el entonces intendente Lobos declaraba que era un lugar donde las personas se drogaban, robaban, que lo que se hacía no era trabajar sino alimentar un foco de delincuencia, conformado por inmigrantes indocumentados. Una serie de afirmaciones tan erradas como discriminatorias y estigmatizantes.

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En el marco de un acuerdo con el Estado, municipal en este caso, ¿los feriantes están dispuestos a cierta formalización?

Por supuesto. Por ejemplo no tenemos acceso al agua corriente por la propia informalidad. Y estamos dispuestos a abonar una tasa que permita el desarrollo de la feria y garantice los servicios básicos para poder organizar la diversidad de rubros que tiene. De hecho, si se plasmaran ciertas condiciones y la comunidad tuviera acceso, podríamos avanzar por ejemplo en la tarea de capacitación en el rubro sanitario.

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