La pandemia de coronavirus agudiza los graves problemas sociales de la población más vulnerable y expone con crudeza el crecimiento de la indigencia en nuestra provincia. En diálogo con EL OTRO, la organización laica Luz de Noche, que asiste a personas en situación de calle, mostró su impotencia frente a quienes salen a las plazas a pedir un plato de comida que desde la sociedad civil no les pueden brindar. Solicitan al gobierno que conforme una mesa de diálogo para encarar soluciones de fondo.

Por Negro Nasif

Foto de archivo: Seba Heras
“Hace unos días en la plaza San José de Guaymallén, donde habitualmente asistimos a siete personas en situación de calle, se acercaron veinte personas más a pedirnos una vianda. Gente que tiene donde vivir pero que tuvo que salir hasta la plaza, en la noche con frío, para buscar la comida que nosotros no le pudimos dar”.

Quien habla es Fernanda Lucero, coordinadora del grupo Luz de Noche, organización laica y apartidaria que tiene por objetivo brindar asistencia a quienes no tiene más hogar que el espacio público urbano de Capital y Guaymallén, lugares en los cuales desarrollan su trabajo solidario.

Ciudad de Mendoza. Foto de archivo: Coco Yañez
La cruda realidad que narra pone carnadura a las cifras del crecimiento de la indigencia en Mendoza: una veintena de hombres y mujeres de carne y hueso que se suman a las necesidades imperiosas de quienes viven en las calles para conseguir un plato de alimento que el Estado no garantiza. “Gente que va a buscar comida una noche a una plaza, porque tiene hambre realmente”, asegura Fernanda, como si hiciese falta disipar especulaciones sobre los motivos de la desesperación.

El relato además pone en evidencia los límites estrechos de la genuina solidaridad de la sociedad civil cuando las demandas crecen y los gobiernos naturalizan la exclusión. “Alguien le comentó a la gente que nosotros pasábamos llevando comida y nos encontramos con esa situación imprevista. Siempre llevamos las viandas justas para los que ya sabemos que vamos a asistir, y cuatro o cinco más por las dudas de que nos encontremos con más personas, alguien nuevo, alguien recorriendo las calles buscando en la basura, a veces nos encontramos a familias enteras… Pero esta vez eran veinte”.

Fernanda Lucero. Foto: Gentileza Luz de Noche
Luz de Noche, una de las pocas organizaciones que distribuye alimentos a personas en situación de calle por fuera de la estructura del Estado y de las iglesias, recorre dos veces por semana las zonas de Capital y Guaymallén, donde los esperan alrededor de sesenta personas para recibir su cena, además de soluciones a necesidades urgentes, como ropa, abrigo o asistencia médica, de quienes sobreviven sin derecho a un techo.

Realizan un trabajo voluntario a partir de contribuciones generosas aunque condicionadas por la crisis económica. “Lamentablemente la situación está complicada para todos, es una realidad, la personas que nos donan son fijas, constantes, están siempre tratando de colaborar, pero a ellos también por ahí se les hace difícil”, explica Fernanda al tiempo que reconoce que “muchas veces sacamos de nuestros bolsillos para cubrir los menús y las viandas que necesitamos”.

Voluntaria de la organización. Foto: Gentileza Luz de Noche
La pandemia de coronavirus los obligó a asumir un nuevo contexto para quienes el mandato de “quedarse en casa” se traduce en la cínica ironía de dormir en la calle. Sin embargo, la representante de Luz de Noche, quien ya tiene experiencia en afrontar diversas problemáticas de los excluidos, se asume impotente frente a las nuevas demandas y comprensibles reproches de las personas con hambre, en claro contraste con la indiferencia de los funcionarios que no caminan las calles que gobiernan.

“Como es lógico, la gente a quien no pudimos ayudar se enojó. Vivimos una situación bastante complicada”, recuerda Fernanda a propósito de lo vivido en la plaza San José, y plantea soluciones de fondo: “Más allá de que nuestra función puntal es asistir a la gente que está en calle, nos preocupa qué pasa con todos los que se están quedando sin comida. Es por eso que pedimos una mesa de diálogo con funcionarios del gobierno provincial y los municipios de Guaymallén y Ciudad para que, entre todos, ayudemos a quienes, además de hambre, sufren otras problemáticas. Hay mujeres embarazadas sin asistencia, personas con graves problemas psicológicos o psiquiátricos, con enfermedades que necesitan ser tratadas, con problemas de adicciones graves…”

Foto de archivo: Cristian Martínez
“No es solamente llevarles un plato de comida y un colcha para que estén tirados en la calle. Nosotros queremos mucho más que eso. Estamos armando un proyecto para insistir sobre la necesidad de un abordaje integral para las personas en situación de calle. Ya se han presentado propuestas en otras oportunidades pero no le han dado la importancia que se merece. Nosotros vamos a seguir insistiendo”, concluye Fernanda Lucero, con la persistencia de una mujer que no parece dispuesta a cejar en sus convicciones.

 

Si podés colaborar, comunicate aquí
con Luz de Noche en Facebook.

 

 

Sin ley para los sin techo

 


 

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