Hace días EL OTRO publicó la historieta número 79 de Yo, Amanda de Mariposa Posa, ilustradora que se caracteriza por sus búsquedas feministas. La publicación del dibujo en redes, que es un mensaje en contra del engaño, generó miles de repercusiones y opiniones acerca de la monogamia, la infidelidad, las relaciones de pareja y su relación con la lucha feminista. Para  analizar el tema, dialogamos con la autora del dibujo y con profesionales de la Red de Psicólogxs Feministas.

Una ilustración parece algo bonito, a veces gracioso, que adorna un espacio, pero cuando les ilustradores tienen un compromiso político, ese fragmento de tinta se convierte en una trinchera y lugar de reflexión de cuestiones que atraviesan a la sociedad. Es el caso de Yo, Amanda, la historieta que cada semana Mariposa Posa ilustra para EL OTRO. El número 79 de esta tira no pasó desapercibido porque toca un tema que se presta como objeto de debate en el marco del estallido del feminismo en nuestro país.

En la primera viñeta de la historieta se puede observar a dos amigas caminando por un parque y una le cuenta a la otra que un hombre que tenía pareja la invitó a salir pero que le dijo que no para no dañar a la otra mujer. Al respecto, Mariposa Posa comenta: “todas mis historietas surgen desde un sentir muy interno, cosas que voy vivenciando o que le pasan a amigas mías. El caso de esta historieta se dio por una charla que tuve con una amiga en un bar acerca de este tema de la infidelidad y la sororidad”.

Foto: Seba Heras Mariposa Posa.

La segunda viñeta que cierra la historieta presenta a un grupo de mujeres diciendo al unísono agarradas de la mano “no cuentes conmigo para engañar a tu pareja”. “Lo que quise transmitir es que si no te dejás arrastrar a esa situación te cuidás a vos misma y cuidás a otras mujeres”, explica la autora. Pero en las redes sociales los comentarios y apreciaciones del dibujo fueron sumamente variados: personas que opinan que engañar a una pareja no tiene relación con el feminismo ni la sororidad, otras que estuvieron de acuerdo con la posición de la autora, opiniones preguntando por qué se sigue poniendo el foco en las mujeres y no en los varones.

Foto: Seba Heras

Para Mariposa fue sorprendente que esa historieta tan simple pero profunda generara tanta polémica y miradas distintas: “No esperaba esas repercusiones. Está bueno que las historietas generen debates. Me hicieron reflexionar desde otro punto de vista, me parece fabuloso que cada una vaya eligiendo cómo pararse frente al feminismo. Hay gente que está de acuerdo con lo publicado en la historieta, que están a favor de lo que planteo pero desde un posicionamiento machista.  No lo ven desde el punto de vista con la intención con la que lo construí, que es muy alejada del machismo. He generado un arma que se puede usar en perjuicio de la mujer, eso me apena y no fue mi intención”.

Opiniones fundadas

Foto: Seba Heras Tamara Kogan.

Para reflexionar acerca de lo que Mariposa Posa quiso plantear en su dibujo, EL OTRO consultó a Tamara Kogan de la Red de Psicólogxs Feministas, para que junto a las profesionales de esa organización brindara un análisis profundo acerca de la infidelidd y el feminismo, y así aportar una mirada realmente fundada frente a un tema que se opina con liviandad en las redes pero que merece una reflexión mucho más trabajada que un me gusta o un me enoja.

Es un tema de gran complejidad, en permanente construcción y deconstrucción (así como estamos todes en esta marea hoy en día). No es función de les psicólogues juzgar a ninguna persona ni por sus actos, ni por ningún aspecto que haga a su estilo de vida, orientación sexual, identidad de género o motivo alguno. Nuestra función como profesionales de la salud es acompañar en procesos terapéuticos en pos del bienestar de la persona que consulta, contemplando que cada subjetividad es única, por lo cual no podemos establecer generalizaciones.

Foto: Seba Heras

Es interesante pensar que se trata de un tema que nos interpela a todes como sociedad, que la infidelidad no es para nada algo nuevo, pero sí lo es el hecho de estar cuestionándonos todos estos lugares en las relaciones y en las prácticas sexoafectivas desde el feminismo, por lo cual las estructuras conocidas, tradicionales y dominantes bailan entre múltiples signos de preguntas, bienvenidos sean. Desde la Red de Psicólogxs Feministas se suscitaron diversas miradas, todas ellas válidas para poder seguir pensando estos temas, por lo cual de ningún modo esta reflexión apunta a generar una postura acabada sino que busca tener en cuenta varias aristas del mismo para poder seguir construyendo colectivamente y abriendo nuevos interrogantes.

En primer lugar, cabe destacar siempre la importancia del consentimiento de les participantes y la claridad de los acuerdos en los vínculos, para que las personas en cuestión puedan elegir si desean vincularse o no disponiendo de toda la información necesaria para hacerlo.

Foto: Silvana Díaz Coppoletta

Una de las posturas, quizás similar a la planteada por la ilustradora, apunta a que si hay engaño y hay transgresión de los acuerdos establecidos en el vínculo, lo “políticamente sororo” sería no entrar en ese lugar, elegir concientemente (teniendo una información de la cual claramente no siempre se dispone), no vincularse con una persona que no está respetando un pacto, esta actitud frente a la situación sería un accionar político también.

Desde la Red nos parece muy importante hacer hincapié en no perder de vista a la persona que está “engañando”, es decir, rompiendo los pactos en este caso de exclusividad sexual dentro de una relación monógama. Es interesante que cada quien pueda preguntarse a la hora de establecer pactos con su pareja si está dispueste a cumplirlos, ya que de lo contrario nos encontramos con la vieja y conocida cara de la monogamia tramposa que incluye la mentira, el engaño y el daño a las personas implicadas. Esto es fundamental para que los vínculos sean sanos, no solo las relaciones de pareja monógamas, sino en cualquier tipo de vínculo: consentimiento, honestidad, respeto, comunicación.

Foto: Silvana Díaz Coppoletta

Por otro lado, pero no menos importante, es fundamental que no caigamos en posturas moralistas que señalan y juzgan a la mujer en cuestión como una “destroza familias”, “que se mete con un tipo casado”, siendo la responsabilidad afectiva de los miembros de la pareja, encontrándose aquí el foco de la responsabilidad. Este corrimiento del foco, que apunta con su dedo señalador a la mujer, tiene todas las nefastas consecuencias patriarcales de tildar de “puta”, “zorra” a la mujer en lugar de “amante”.

También se puede considerar como machista el pensamiento de que la “amante” hace lo que hace pensando en dañar a la otra mujer, ya que aquí se resalta una falsa rivalidad entre mujeres, la competitividad permanentemente incitada por el sistema patriarcal, que borra por completo de la escena a la responsabilidad afectiva del varón, que es quien rompe el pacto, y haciendo ver toda la cuestión como un problema entre mujeres compitiendo por ser objeto de deseo de un varón.

Foto: Silvana Díaz Coppoletta

Es importante no caer en una postura moralizante, con cuestiones ligadas a la culpa que recaen nuevamente sobre la mujer, quedando en este caso el varón en un lugar de total impunidad (cabe aclarar que tomo este ejemplo heterocisnormativo haciendo referencia a la ilustración en cuestión).  Interesa resaltar cómo las mujeres, en el intento de romper con la culpa judeocristiana internalizada, adhieren a principios feministas, y en este tipo de situaciones quedan totalmente señaladas, juzgadas y culpabilizadas por no ser sororas, y la responsabilidad de los varones nuevamente queda invisibilizada ante la sociedad, reforzándose así la opresión de las mujeres, cuando el feminismo es un movimiento que lucha contra todo tipo de opresión.

Entonces, por un lado está la posibilidad de plantearnos desde la sororidad el lugar de empatía con la mujer-novia y poder evaluar la situación teniendo la información disponible para saber si se trata de un engaño o no, y considerar que quizás estamos facilitando que el varón satisfaga un placer que no le permite o le prohíbe a su pareja, colaborando así con el estereotipo social de que el varón es un ganador en este tipo de situaciones, y las mujeres en cuestión quedan colocadas en este lugar de “mala persona”, o de “víctima engañada”.  Es interesante esta postura de poder decir “no, no somos cosas que podés usar”, como un mensaje directo al patriarcado, y poder aportar a una red de sororidad compuesta por decisiones y actos que involucran a otres, y que nos beneficia y une entre mujeres.

Silvana Díaz Coppoletta.

Pero por otro lado, no tenemos por qué pensar en los varones como seres acéfalos, sin responsabilidad, como si fuésemos las mujeres una especie de “red de madres” que los educan para que “no metan la pata” o cuiden sus vínculos, ya que si partimos de la equidad entre los géneros, todes somos adultes responsables.

No tenemos por qué las mujeres ponernos constantemente en un lugar de operadoras de la ley, en un lugar moralista, ya que la gran mayoría de las personas, sin importar el género no está exenta de haber hecho la “vista gorda” en este tipo de situaciones, sin plantearse un posible lugar de complicidad la reproducción de estas estructuras, siendo esta una pregunta en debate social actual y en constante construcción y deconstrucción.

Silvana Díaz Coppoletta.

Es importante recalcar que todas las personas tenemos un juicio propio para razonar, y que poner a las mujeres en el lugar de la culpa, exigiéndonos pureza e inmacularidad de acción constante, nos vulnerabiliza nuevamente y nos deja en un lugar de padecimiento de las consecuencias patriarcales de nuestra sociedad, invisibilizando la responsabilidad de los varones que realizaron los acuerdos relacionales en cuestión con sus parejas.

Por último, cabe siempre la pregunta acerca de qué implica la fidelidad para cada pareja, sin olvidar que el concepto de propiedad privada se encuentra íntimamente ligado a modos monógamos de relacionarse, con las contracaras de infidelidad como típica y tradicional transgresión a los mismos. Es interesante poder considerar que este no es el único modo posible de vincularse y poder preguntarnos realmente cómo queremos relacionarnos con nosotres y les demás, evaluando alternativas posibles, estableciendo comunicaciones sinceras, claras con nuestros vínculos, respetando los acuerdos, y animándonos a crear vínculos sanos que nos potencien en un marco de amor y respeto. Dentro del gran y diverso abanico de modos posibles de relacionarse, sean estos monógamos o no (no hay un modo mejor que otro), es importante construir las propias reglas, códigos y matices que generen una mejor calidad de vida e interacciones saludables entre las personas implicadas.

Foto: Silvana Díaz Coppoletta.

Finalmente, quiero destacar la importancia de la construcción colectiva en cuanto a estos temas que nos interpelan actualmente como sociedad, y agradecer la participación de les colegas de la Red de Psicólogxs Feministas, amigas feministas, y especialmente a las personas que se encuentran realizando procesos terapéuticos, quienes hicieron grandes aportes para poder pensar la temática, y gracias a quienes voy aprendiendo, deconstruyendo y construyendo, armando y desarmando en la práctica clínica cotidiana, resaltando que el verdadero aprendizaje sobre todas estas temáticas se da en la interacción entre las personas.

EL OTRO agradece la colaboración de la Red de Psicólogxs Feministas, especialmente a Tamara Kogan y celebramos la repercusión de las historietas publicadas por nuestres dibujantes, que generan debates y reflexiones frente a todo aquello que es político, valor que hoy no se sostiene en muchos medios de comunicación.

 

“El feminismo me salvó la vida, me hizo feliz”

Psicólogxs con miradas feministas