Luego de las absurdas explicaciones de Gianni Venier sobre el clima creciente de delitos en Lavalle, recorrimos algunos distritos de ese departamento para dialogar con vecinos y comprobar si existe relación alguna entre la inseguridad y la organización barrial Túpac Amaru, tal como sostuvo el ministro de Seguridad de Mendoza. Investigación especial de EL OTRO.

Fotos: Coco Yañez

Gianni Venier.

La semana pasada el ministro de Seguridad de Mendoza manifestó que la grave situación de inseguridad en Lavalle sería responsabilidad de la Túpac Amaru. En una reunión de la comisión de Legislación y Asuntos Constitucionales de la Cámara de Diputados, Gianni Venir esbozó una desopilante teoría del delito a través de la cual pretendió explicar vinculaciones entre “sistemas de narcocriminalidad” y “organizaciones complicadas”.

Un equipo de EL OTRO viajó a Lavalle para confrontar la particular visión del ministro de Cornejo con la realidad que viven las y los vecinos del norte mendocino, y verificar si existe algún tipo de conexión entre la Túpac y el crecimiento sostenido del delito.

“¿Qué tiene que ver la Túpac Amaru con la inseguridad? No entiendo qué tiene que ver. ¿Será un peligro la Túpac?”, manifestó estupefacta Liliana Andrea Cano, luego de que este diario le mostrara el video (ver arriba) que registró el momento de discusión entre la diputada Carina Segovia y el ministro Venier.

Liliana vive en El Chilcal. Estudia la Tecnicatura Superior en Economía Social y Desarrollo Local que se dicta en la Escuela Campesina. Por vocación y compromiso con su comunidad, abrió el año pasado dos merenderos a los que asisten más de 60 niños y niñas. Su evidente experiencia y conocimiento hacen que su testimonio sea más que valioso para entender qué pasa con la inseguridad en Lavalle y desbaratar, con simples y contundentes argumentos, el discurso falaz y estigmatizador de Venier.

 

Liliana Cano

“¿Lo que el ministro quiere decir es que la gente que vive en los barrios de la Túpac Amaru son los delincuentes y que están aceptados acá en Lavalle porque `pasa algo raro`? Nada que ver, nada que ver… Hay que separar las cosas, la Túpac Amaru es una organización social y los integrantes de esa organización son personas que, si se han equivocado, tendrán que ser investigadas por la justicia, pero no podemos decir que los lavallinos que viven en esos barrios son chorros”, manifestó Cano.

Liliana no vacila en lo que afirma. El mes pasado sufrió en carne propia las consecuencias de la inseguridad y la desprotección por parte de un Estado ausente. En diálogo con este medio la vecina de El Chilcal relató: “Mi vieja tiene 77 años, vive sola en una finca en El Plumero, una zona bastante aislada donde solo llegan cuatro micros por día. Todos los días yo le llamo por teléfono para saber cómo está, ese día me resultó raro que le llamara varias veces y no me atendiera. Hasta que me llamó desde el teléfono de una vecina para contarme que habían entrado a su casa y le habían robado el celular y otras cosas más”.

 

Hasta aquí una de las tantas historias de robos en Mendoza a las que parece que nos estaríamos acostumbrando. Lo que sigue, la confirmación de la repetida indolencia del Ministerio de Seguridad: “Apenas me enteré de lo que le había pasado a mi madre –sigue Liliana- comencé a llamar al 911 y al teléfono fijo de la comisaría, sin poder comunicarme. Cuando volvió mi marido de trabajar, nos fuimos hasta la policía, indignados porque no nos atendieron nunca las llamadas. ‘Madre, tranquilícese, porque no tenemos teléfono’, me dijeron en la comisaría de la villa. Les pedí el número del destacamento de Costa de Araujo, pero nos dijeron que tampoco funcionaba el teléfono de allá. Entonces nos propusieron comunicarse por radio con Costa para que desplazaran un móvil hasta El Plumero. ‘¿No es mejor que trasladen un móvil desde acá?’, les pregunté, pero me dijeron que la patrulla no estaba”.

Sin respuestas, Liliana se trasladó por sus propios medios hasta El Plumero: “Llegamos a eso de las siete de la tarde, eran las once y media de la noche y seguíamos esperando un móvil que nunca llegó. Me dio miedo porque pensé que si le habían robado el teléfono a mi madre los ladrones podrían volver para encontrarla sola. Entonces, me la traje para mi casa, con el temor de que le desvalijaran la suya que quedó a la buena de Dios”.

Pocos recursos

Carina Segovia.

El robo impune sufrido por la madre de Liliana Cano es una de las tantas denuncias recibidas por la diputada provincial Carina Segovia. En diálogo con EL OTRO, la lavallina que preside el bloque justicialista en la Cámara Baja, explicó el contexto que originó la discusión con el ministro Venier.

“Desde hace tiempo que venimos pidiendo en la Cámara de Diputados que concurran funcionarios de la primera línea del gobierno provincial, entre ellos el ministro de Seguridad, por las numerosas denuncias de vecinos que están padeciendo situaciones de entraderas, robos de cubiertas, robos de animales, etc. En todas las situaciones lo que nos llamó la atención fue que la policía le dice a los vecinos que hay pocos móviles o que estos fueron a cargar combustible a Maipú. También les informan que las comisarías no tienen teléfonos, en fin: siempre hay excusas de la policía, aduciendo que hay pocos recursos en Lavalle”, sostuvo Segovia.

Si bien el oficialismo se negó sistemáticamente a que el ministro Venier fuera convocado para dar explicaciones, la diputada Segovia aprovechó la visita del funcionario a la comisión de Legislación y Asuntos Constitucionales del lunes pasado, para interpelarlo sobre el crecimiento de los robos y hurtos en Lavalle: “Venier fue a explicar el proyecto de ley que busca darle más herramientas a las fiscalías para actuar en los casos de comercialización de cubiertas y autopartes robadas. Aproveché la situación para preguntarle qué estaba haciendo el Ministerio de Seguridad en materia de prevención. El ministro se negó en principio a darme respuestas y luego negó la falta de elementos policiales en Lavalle. También dijo que la policía mentía, para cubrirse, cuando la gente va a hacer las denuncias. Después comenzó a hablar de los barrios de Lavalle donde habían imputados, dando a entender que los problemas de inseguridad tienen que ver con quienes viven en el barrio Túpac Amaru”.

“Es una barbaridad”, se le oye repetir a Segovia en el video de la Legislatura. “La verdad que cuando yo escuchaba lo que decía Venier no lo podía creer, estaba atónita”, le señaló la diputada del PJ a este diario y agregó: “Nunca terminó de dar respuesta sobre qué se está haciendo concretamente, sí después me mandó a decir que hay nueve móviles en Lavalle, lo que resulta evidentemente escaso si tenemos en cuenta la extensión de nuestro departamento”.

A las claras, los casi 42.000 habitantes que se extienden en un territorio agreste de más de 10.000 km², difícilmente puedan ser mínimamente cuidados por seis autos y dos pares de bicicletas y motos.

Inseguridad social

Destacamento móvil sin presencia policial.

Recorrimos otros distritos del departamento de Lavalle donde pudimos confirmar casos de robos de cubiertas en la zona urbana y entraderas recientes en Tres de Mayo y El Plumero que terminaron en casas desvalijadas sin ningún tipo de respuesta policial.

“Estaba con mi hija esperando el micro y pasó un auto Gol negro con tres hombres. Se paró y me apuntaron con un arma para quitarme la cartera. Mi hija y yo nos metimos corriendo para la casa y no nos alcanzaron a robar nada, pero estaban armados y ahora me pongo a pensar que nos podrían haber pegado un tiro”, fue otro de los testimonios de una vecina de Las Violetas a los que tuvo acceso EL OTRO y que refleja la gravedad de lo que sucede cotidianamente, aunque sea invisibilizado por los medios hegemónicos de comunicación.

Gustavo Tolaba.

 

En La Pega, el productor agropecuario Gustavo Tolaba describió otras modalidades de robos en el ámbito agrario que atentan contra la viabilidad de emprendimientos ya de por sí castigados por la crisis económica: “Aprovechan que vos no estás y te roban implementos, herramientas, zapas, palas, surqueadoras, todas las cosas que se usan en el campo. También hay mucho cuatrerismo, en los últimos meses en esta zona se han robado más de diez mulas y caballos. Los matan en la misma finca, los despostan ahí mismo en unos veinte minutos, y uno después se encuentra con las cabezas y las patas, nada más. Eso va a parar a la venta clandestina de carnicerías”.

La semana pasada robaron tres veces en la finca de Gustavo. “Aquí trabajaba un señor que perdió las pocas cosas que tenía: mercaderías, un anafe, una garrafa, un poquito de ropa, focos, cables… Se fue a trabajar a otro lado y cuando volvió no encontró casi nada”, se lamenta el joven productor junto a su esposa y su hija.

La Pega: el dueño de esta carnicería fue asaltado a mano armada a comienzos de junio.

 

La Pega: aquí funcionaba un destacamento policial que fue cerrado. Hoy es un centro de salud.

 

Los relatos recabados coinciden en señalar que la gente ya no denuncia, por un lado por miedo a que ladrones, algunos casos notoriamente conocidos que hacen gala de su impunidad, tomen represalias y, por otro, por la segura inacción de la policía y la justicia.

“Para mucha gente lo más seguro es tener un arma. Aquí las casas y las chacras no tienen cierres perimetrales, cualquiera se puede meter y, si en las noches sienten que los perros ladran un rato largo, no van a salir a ver qué pasa, pegan un par de tiros al aire y si los chocos se callan recién ahí salen”, nos revela Tolaba, confirmando otras versiones compartidas por lavallinos que accedieron a hablar con este diario, quienes insistieron en el riesgo de una “guerra de pobres contra pobres que puede terminar muy mal”.

 

Gustavo Tolaba coincidió con Liliana Cano y la diputada Segovia en desligar a la Túpac Amaru de la inseguridad en Lavalle, tal como pretendió forzar el ministro Venier en la Legislatura, y se centró en las condiciones económicas y sociales en que se producen los crecientes delitos: “La inseguridad no tiene nada que ver con la Túpac Amaru, sabemos quiénes son los que vienen de afuera y revientan casas, y también quiénes son de acá, pero nadie hace nada. La situación está muy jodida, no hay trabajo, hoy en día las ventas de lo que producimos están por el piso y eso es pérdida de trabajo para nosotros y para los laburantes que han perdido mucho poder adquisitivo. Hace tres años que las cosas están muy mal, el aumento del dólar nos mató, hoy para sembrar una hectárea de tomate, por ejemplo, necesitamos $56 mil pesos solo para comprar las semillas”.

Pese a todo, las y los lavallinos, esa estirpe de resistencia ancestral, conservan la esperanza. Liliana lleva adelante sus dos merenderos para ayudar a los más vulnerables. Sabe y siente que las madres no tienen trabajo, que en las fincas se hacen algunas changuitas pero viene el invierno y hay muy poco para hacer.

“Hay familias numerosas, de siete o nueve hijos, que van al merendero. Para muchos chicos la media tarde es su cena. Por suerte, un ‘loco lindo’ de Las Heras, que se llama Ricardo Torazzi, hizo dos movidas solidarias de motos y nos trajo ropa, leche, harina… que todavía tenemos”, se entusiasma Liliana.

“Yo no me quiero ir de acá, me fui y volví, estudié para Guardaparque, también Gestión de Recursos Hídricos. Me quedé a trabajar, pero cada vez rinde menos la finca y, encima, está el riesgo de que te roben lo poco que tenés”, se lamenta Gustavo al tiempo que reafirma su arraigo a la tierra de sus padres.

Ambos, como la mayoría de los lavallinos, no alzan la voz para pedir mano dura, solo esperan ni más ni menos que el Estado los escuche, no los subestime con explicaciones simplistas y, de una vez por todas, los proteja.

 

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