En una recorrida por algunos comercios de la capital de Mendoza los vendedores dieron sus impresiones sobre el momento económico y social que se vive en la calle

Fotos: Apprentice

Pablo lleva veinticinco años vendiendo ropa en un local doble de uno de los mercados “persas” del centro mendocino. Su cara es de pocos amigos por la baja de las ventas. “No quiero ni salir en las fotos, mirá…”, gruñe amistosamente aunque mostrando una amargura añejada por el paso de este año.

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Este vendedor de camisas -y ropa más “formal” que el promedio del mercado- afirma que, acorde a su balance, este año la caída de ventas alcanza el 50%. Para que entendamos que este arqueo tiene que ver con el volumen de ventas, nos lo grafica de la siguiente manera: “El año pasado vendía en promedio de 8 a 15 prendas por día… 10 si querés… Este año a veces llego a 5 prendas por jornada”.

El experimentado comerciante explicó también que en “este rubro” los condicionantes del stock y el paso de la moda acorralan a vendedores y vendedoras, siempre que el movimiento de mercadería sea decreciente. ¿Qué hacer con lo que no se vendió y “ya no se usa”?, forma parte crítica del circulante de ropa e indumentaria. Al mismo tiempo si la mercadería no sale, por más que se estiren los costos poniéndola en oferta, es muy difícil volverse a “stockear” al ritmo de las estaciones del año y de las renovadas tendencias.

Importaciones SÍ o importaciones NO

Ante la pregunta en torno a la posible influencia negativa de la apertura de las importaciones textiles, tanto Pablo como Kevin y Lisa –propietarios de otros dos locales- afirmaron que las fábricas en las que suelen comprar sus prendas, en la provincia de Buenos Aires, están despidiendo empleados para seguir funcionando. La baja de consumo y la desigual competencia de la industria nacional con la importada, aparecen entre las principales razones.

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Kevin y Lisa son pareja y durante 2015 emplearon a dos personas, porque no daban abasto para atender solos sus dos locales de ropa deportiva. Este año “no les cerraron los números” y no pudieron seguir contratando a ambas empleadas. La situación se multiplica en muchos de los puestos del persa y es así, por goteo, como se pierden numerosos puestos de trabajo.

Los jóvenes emprendedores reconocieron que “normalmente, las ventas se mantienen más acá, en el persa, que en locales del centro o de los shoppings, pero este año la crisis llegó al persa también”.

Las maneras de sortear la crisis

Dadas las condiciones de estancamiento económico que perciben los comerciantes, las estrategias para “ahorrar recursos están a la orden del día”. “Ya casi nadie pide la mercadería por teléfono y se queda en su local a esperarla. La mayoría tiene que ir a Buenos Aires a buscarla en combis muy apretadas para poder ahorrarse el flete”.

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Según algunos feriantes -que prefirieron el anonimato- ya no hay vendedores que “trabajen en negro”, pero sí se empiezan a notar algunos salarios de ayudantes que son más que magros.

Kevin y Lisa no tienen expectativas de cambio del rumbo económico y Pablo es determinante al respecto: “Te doy la segunda parte de la nota en enero, no sé si acá o en algún otro lugar, porque no sé hasta cuándo seguiremos”.