En 2007, el entonces ministro de Seguridad, Alfredo Cornejo, calificó de “soretes” a un grupo de periodistas que hacían su trabajo en la Legislatura. Diez años después, el ahora gobernador de Mendoza, se muestra crispado frente a preguntas incómodas sobre Santiago Maldonado, la Túpac Amaru o el encarcelamiento de una trabajadora acusada de no pagar un pasaje de colectivo.

Foto: Seba Heras

“¿Quiénes gobiernan? ¿Nosotros o estos soretes de la prensa?”, se quejó Alfredo Cornejo en una reunión parlamentaria, en abril de 2007, luego de exigir a los legisladores provinciales el desalojo de periodistas que intentaban cubrir el encuentro.

Por entonces, el actual gobernador de Mendoza encabezaba la cartera de Seguridad del gabinete provincial de Julio Cobos. El incidente sucedió en el contexto de un encuentro entre la Comisión Bicameral de Seguridad y Cornejo, quien asistió a la Casa de las Leyes para pedir “mano dura” contra la delincuencia.

“Alguien que tiene semejante desequilibrio emocional no puede ser ministro. Para colmo se presenta como si fuera el salvador y nadie se acuerda de que en julio de 2005, cuando se fue (del cargo de ministro de Gobierno), Mendoza ardía por una ola de asesinatos y asaltos”, protestó Néstor Piedrafita, uno de los diputados testigos del maltrato de Cornejo hacia la prensa.

Queremos preguntar

Foto: Coco Yañez

Diez años más tarde de aquella escatológica ofensa, la investidura no modificó demasiado el desprecio visceral que evidencia Cornejo hacia quienes se salen del libreto de la obsecuencia. Los ejemplos de intolerancia se han tornado frecuentes.

Ayer, el mandatario, mientras inauguraba equipamiento en la Casa de la Salud de la Mujer, se brotó cuando un reportero osó consultarle sobre la desaparición de Santiago Maldonado. “No es relevante mi opinión porque no estoy al frente de la investigación. Se está haciendo un cuento de esto”, contestó visiblemente ofuscado el gobernador, e inmediatamente cargó contra la oposición, acusándola de hacer un uso político del caso judicial.

Lectura de la sentencia que liberó a Nélida Rojas Foto: Coco Yañez

Similar tirria puso de manifiesto el titular del Ejecutivo la semana pasada. La pregunta incómoda sobre el fallo judicial que dejó en libertad a Nélida Rojas, activó sin más la adrenalina del mandatario y, al mismo tiempo, su característica dificultad para articular el discurso cuando se deja ganar por la ofuscación. Cornejo cuestionó a la Cámara de Apelaciones que dispuso –por unanimidad- dejar sin efecto las prisiones preventivas de miembros de la Túpac Amaru. Notablemente exasperado, el gobernador descalificó a los jueces y los asoció con la oposición. Son “una facción que se armó durante el kirchnerismo”, “ultragarantista y abolicionista”, expresó.

Pero no solo las preguntas sobre tribunales adversos sacan de sus casillas al líder de Cambia Mendoza. A fines de agosto, otra vez molesto, el gobernador justificó la detención durante siete horas de Patricia Stibel, acusada de no pagar un boleto de colectivo de $8,50. Con el rostro ardido, Cornejo provocó a los periodistas preguntones: “Ustedes le creen a ella, yo no le creo ni a ellos ni a nadie”.

Patricia Stibel Foto: Coco Yañez

En una escena, en la que repitió varias veces la imprecisa palabra “coso” (viralizada con humor en un video por las redes sociales), el gobernador volvió con el latiguillo de colocar la culpa en la oposición. “Toda la agenda (de los medios) es la agenda de los militantes”, expresó, para luego estigmatizar a la trabajadora de casas particulares que, según él, fue justamente apresada. “¿Ustedes saben que ella fue fiscal de un partido político en la última elección?”, indagó retóricamente, como si fuese un macartista norteamericano cazando brujas en los años 50.

El que se calienta pierde

Foto: Prensa Gob. Mza.

La historia reciente de Mendoza tiene capítulos destacados de calentones en el Sillón de San Martín. Basta recordar, por ejemplo, que “Mula” fue el sobrenombre bien ganado por el radical Roberto Iglesias durante su gestión en el contexto de la crisis post 2001. O que, en enero de 2012, el siempre leche hervida Paco Pérez ordenó detener a una militante ambientalista que lo increpó en Casa de Gobierno.

Desde hace un tiempo, el concepto de “la grieta” aparece en los medios de comunicación hegemónicos como un modelo de explicación simplista, que pretende reducir la complejidad de los conflictos sociales a una suerte de tensión irracional entre dos bandos: el K y el no K.

Foto: Prensa Gob. Mza.

No hace mucho, otro término fue reiterado hasta el hartazgo en radios, diarios y TV para caracterizar a la expresidenta. “Crispación”, fue la palabra fetiche de los medios opositores que sintetizó, durante meses, la personificación de Cristina Fernández de Kirchner como una mujer autoritaria e intolerante, una gobernanta reacia a someterse a una conferencia de prensa.

Más allá del acuerdo o no con esa caracterización, resulta interesante recuperar el concepto para intentar explicar qué le pasa al crispado Cornejo.