El colectivo Historias Desobedientes, conformado por hijas e hijos de genocidas, compartió su libro Escritos desobedientes en el Espacio para la Memoria y los Derechos Humanos de Mendoza. La presentación, organizada por el Movimiento Ecuménico, contó con el testimonio de Liliana Furió y Julie August. Recientes integrantes del grupo que residen en la provincia se sumaron a la actividad. El conmovedor intercambio de experiencias ratificó que las marcas del genocidio son incalculables. Así como ejemplar es la lucha por la Memoria, la Verdad y la Justicia en nuestro país.

Fotos: Cristian Martínez

Según describen en su sitio web, el colectivo Historias Desobedientes emergió “en mayo de 2017, después del fallo de la Corte Suprema de Justicia conocido como el 2×1”, donde “muches de nosotres empezamos a buscar la manera de alzar la voz, entendiendo el retroceso que el gobierno actual estaba llevando a cabo en materia de Derechos Humanos. A partir de publicaciones en la prensa, nos dimos cuenta de que no éramos les úniques con estas inquietudes y comenzamos a encontrarnos”.

Ayer, horas después de marchar con las Madres de Plaza de Mayo en Plaza San Martín, dos de sus integrantes, Liliana Furió y Julie August, presentaron Escritos desobedientes en el EPM (Espacio para la Memoria y los Derechos Humanos ex D2). Actividad organizada por el Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos de Mendoza, que se replicará hoy viernes a las 11 horas en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNCuyo, y a las 16 horas en el Instituto de Educación Superior General San Martín de la ciudad de San Martín.

El trabajo recopila textos redactados antes y durante la creación del colectivo Historias Desobedientes y con Faltas de Ortografía. A través de diversos lenguajes −desde el ensayo a la novela, del manifiesto a la poesía, de la dramaturgia al posteo en redes sociales−, las y los autores de este libro se confrontan con la dificultad de expresar los sutiles y perversos vínculos entre el genocidio y la familia como núcleo de silenciamiento, sumisión y violencia patriarcal.

Sin punto final

Liliana Furió.

En la presentación de ayer, Liliana Furió señaló la relevancia que tiene a nivel personal presentar el libro en Mendoza, “donde se concentran las causas que involucran a mi padre”. Mientras que aseguró que el colectivo que integra reivindica “la lucha de los organismos de derechos humanos” pues se sienten “inspirados en esa lucha. Son nuestra luz y un ejemplo en el mundo”.

Las desobedientes comentaron a EL OTRO que uno de los objetivos del colectivo es que el horror de sus experiencias se canalicen en la acción política,  transformándose en un aporte más en la lucha por la Memoria, la Verdad y la Justicia.

En ese sentido, Furió relató que la desobediencia traspasó las fronteras y que en Chile ya son siete los integrantes del colectivo, algo de lo que dijo sentirse orgullosa por “haber dado pie a que la Memoria chilena pueda haber rescatado a estas hijas e hijos del país hermano”.

Acompañaron a Furió y August dos recientes integrantes del colectivo desobediente que residen en Mendoza, quienes se mostraron visiblemente conmovidos por la transformación de su experiencia personal en historia colectiva de una lucha que superó los 40 años. Una de ellas aseveró que “para mí fue muy importante unirme a ellos para salir de la soledad” y agradeció estar presente en el EPM: “no es para nada poco y seguramente servirá para que pueda compartir algunas cosas”. Con voz quebrada, leyó un fragmento de los escritos, tras calificar que “nos hemos sentido identificados con muchas historias que por suerte han encarado y salido a la luz desde el interior de nuestras familias, algo que no es sencillo naturalmente”.

En Alemania no se consigue

Julie August.

Julie August, esposa de Liliana Furió, acompañó “el nacimiento del colectivo Historias Desobedientes desde el primer día”. Nacida en Alemania, aseguró “admirar mucho la valentía de las hijas e hijos de genocidas que se juntaron para dar testimonio e inspiración a un montón de gente, entre la que me incluyo, que por ahí no ha reflexionado sobre su propia historia”.

Hija de un médico que participó en la segunda guerra mundial, Julie advirtió que “en Alemania hay mucha historia para procesar y no es nada fácil. Tenemos muy institucionalizada la Memoria, muchos sitios, mucha pedagogía de la historia en colegios, universidades. Pero la reflexión llegó muy poco a la exploración personal o familiar”.

August relató que su padre murió cuando ella tenía ocho años, por lo que “nunca pude preguntarle nada” y a su mamá tampoco porque “se había casado con él después de la guerra y decretó su silencio sobre ese tema, como casi todas las mujeres de su generación”. “Es recién a partir de la aparición del colectivo Historias Desobedientes que me di cuenta que no sabía nada sobre mi padre y empecé a investigar”, contó.

Julie analizó que “la sociedad argentina está muy avanzada en cuanto a procesar su Memoria” y agregó que “le hace mucho ruido escuchar en las marchas eso de ‘como a los nazis les va a pasar’ porque la verdad es que no los fueron a buscar. Fueron a buscar a muy pocos, todos los demás se instalaron lo más bien después de la guerra: tenían sus carreras, su pasar, su reconocimiento y nadie los fue a buscar. Entonces yo cuestionaría un poco ese cancionero”, ironizó.

Para finalizar la exposición, Furió leyó el poema Odio, ahora sos pañuelo blanco de Lorna Milena, otra integrante de Historias Desobedientes. La pieza literaria, que reproducimos a continuación, pueden encontrarla en su blog.

Odio, ahora sos pañuelo blanco

Dedicado a mi padre…
suboficial principal de la PNA, QNDEP.

Por fin te gané
¿Sabés por qué?
te convertí en pañuelo blanco,
en pañuelo blanco de las Madres,
y fue el día histórico que el pueblo argentino
dijo NO a la impunidad.
Ellas y ellos me ayudaron.
¿Viste? Vos que despreciabas tanto a todos,
esos todos, fueron en mí y te volvimos pañuelo.
Te convertí en pañuelo blanco, con todo lo que eso implica,
son nuestros hijos que nos abrazan la cabeza dijo Hebe…
sí, Hebe, esa que para vos era una vieja loca, hija de puta y tantas cosas,
Yo la quiero a Hebe,
Y vos debes estar retorciéndote en tu cajita de cenizas…
porque te convertí en un pañuelo de amor,
que busca justicia.
A vos, dueño del desprecio.
Todo lo que me diste fue
el miedo,
el desprecio,
el dolor y la ira,
todo eso que fue tu legado,
lo convertí en pañuelo de amor,
de resistencia,
de libertad,
de justicia.
Te gané.
Por fin a los 50 años te gané.
Te gané porque vos estás muerto,
y ahora, bien muerto.
Fuiste mi padre,
pero lo único que me diste fue odio, miedo, dolor,
y yo, lo hice pañuelo.

“Me llevó muchos años enfrentarme con el monstruo del pasado”