EL OTRO entrevistó a Martín Ferreyra, licenciado en Sociología, doctor en Ciencias Sociales, profesor universitario de Economía Argentina, e investigador del CONICET.  La política económica en foco: el modelo de acumulación macrista y las debilidades del kirchnerismo.

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Los modelos económicos parecen fundirse con el éter cuando el neoliberalismo comienza el camino hacia los actos eleccionarios. Las variables del amor y la felicidad suelen no rozarse con las tasas de empleo o los salarios básicos. En diálogo con EL OTRO, Ferreyra rebate los brotes verdecitos desde la objetividad de la ciencia, y nos ofrece una cátedra-entrevista sobre economía y política, dos caras de una misma y escasa moneda.

¿Por dónde empezamos?

Primero hay que explicar qué es un proceso económico, que implica transformar un capital en mercancía, a la que se le agrega un valor que nos da como resultado un nuevo capital que incluyó trabajo. Este es el proceso más básico de agregado de valor.

Una economía de un país hace esto multiplicado por miles de mercancías, y genera un proceso de acumulación. En este proceso hay muchos agentes económicos que se disputan ese dinero primo.

Para que este proceso se dé, vos necesitas de un conjunto de reglas e instituciones que organicen esa distribución de dinero. Se generan, entonces, ganadores y perdedores, sostenidos por regulaciones, que pueden parecer neutras, pero que en su génesis implican determinados intereses políticos que se han impuesto por sobre otros.

Estas instituciones y sus normativas regulan el reparto de recursos dentro de los límites de la cohesión social. Cuando esta empieza a crujir, la política genera nuevas reglas económicas ajustadas a la nueva relación de fuerza que se materializa.

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Entonces, ¿por qué es política la economía?  

Porque un proceso de acumulación está determinado por una crisis inicial y otra en su final, que albergan en su intermedio un proceso político estable que permite una distribución de los excedentes por un período determinado.

Por lo que explica, en 2015 la Argentina tuvo un cambio de modelo de acumulación, ¿no?

En realidad, los que ganan en cada proceso lo hacen de maneras distintas. La decisión de este conjunto de agentes es eminentemente política, porque se logran imponer en el Estado (directa o indirectamente), para definir desde dónde van a sacar sus dividendos.

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¿Cómo son estos modelos económicos de acumulación?

El modelo de Cristina (Fernández de Kirchner) distribuía la guita, privilegiando lo productivo por sobre lo especulativo, y para eso generó instituciones económicas en medio de disputas que lo favorecían. En este esquema el precio del dinero va a estar para producir, y la Secretaría de Comercio trabajó para que sea más rentable comercializar un bien producido en Argentina, que traer un producto de afuera para valorizarlo acá.

Para hacer más competitivos a estos productos se arancelaron los foráneos, pero igual necesitamos estimular la demanda por lo que se plantean paritarias por encima de los niveles de la inflación. Se generan las condiciones para un proceso de crecimiento endógeno, que marginó a algunos sectores económicos y políticos, en la alianza de trabajadores y productores.

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Acá está la política y se la ve claramente en las alianzas con los agentes productivos. Por ejemplo, la metalmecánica de Mendoza que, después del huracán Menem, estaba en tres mil empleados, pasó a quince mil en el mejor momento de Cristina, porque había demanda para producir. Esto era una alianza política.

Este régimen de acumulación económica entró en crisis, con muchos actores en desacuerdo por la distribución del excedente, quienes proponen una alternativa desde la política para cambiar el modelo de acumulación.

¿Qué pasa con la normativa en este modelo de acumulación?

Este grupo desarma la estructura de regulación del modelo anterior, y plasma un escenario en el que se va a favorecer un proceso casi opuesto: se sacan los aranceles que hacían competitivos nuestros productos y se dejan de lado las paritarias que permitían tener una demanda de los mismos. El Banco Central no sólo cuidaba el valor de la moneda, sino que también estimulaba el desarrollo. Ahora lo único que pretende (Federico) Sturzenegger es regular el precio del valor de la moneda.

El Estado no deja de ser un agente central en la distribución del excedente, solo que ahora se enfoca en un sector más chico de la población. Se impone la lógica totalmente mercantil. Eso es una decisión política que achica el Estado en sus servicios, y se los traspasa a los agentes privados en una estructura muy concentrada.

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¿Cuáles fueron los principales errores económicos del kirchnerismo?

No se trata de errores o aciertos. La viabilidad para sostener el proceso está dada por su capacidad de absorber contradicciones. El régimen político debe ser tan fuerte como para sostener el modelo de acumulación y su forma de distribuir los excedentes.

¿Qué problema veía yo? A muchas economías regionales no se les mejoró sus precios relativos para ser competitivos y mantener márgenes de ganancias. Las empresas más vulnerables de estos sectores la pasaron mal y se cruzaron a la vereda de enfrente. Muchísimos productores primarios de todo el país: En Mendoza los productores primarios vitícolas y frutícolas, la lechería de Córdoba y Santa Fe, los cítricos del NOA.

Otro problema fue que nos quedamos sin divisa. Crecimos mucho. El país se industrializó, pero este momento del país necesitaba, principalmente, energía, autopartes, la armaduría de Río Gallegos y el sector turismo. Esto se llevaba 10 mil, de los 80 mil millones de dólares que la Argentina demandaba al mundo. No se previó oportunamente.

El dinamismo que se generó fue dependiente de insumos foráneos. Como no los pudimos seguir pagando, tuvimos que frenar el crecimiento, que a su vez también frenó la distribución del excedente.

Más allá del proceso económico, lo que afectó fuertemente al kirchnerismo fue que no pudo traducir a nivel político la necesidad de sostener el rumbo económico.