Inesperada entrevista en Mendoza con Rubén, hijo de Jorge Julio López, el albañil platense desaparecido –por segunda vez- desde el 18 de setiembre de 2006, un día antes de que su verdugo Miguel Etchecolatz fuese condenado a prisión perpetua.

Fotos: Coco Yañez

Dos mil dieciocho tendrá 52 jueves. En los mediodías de esas jornadas mendocinas, bajo el sol rajando las baldosas, con lluvias infrecuentes o el termómetro más cerca del cero, las Madres de Plaza de Mayo marcharán por Memoria, Verdad y Justicia, para denunciar que el hambre es un crimen, resistir los estragos del neoliberalismo, defender los derechos humanos, exigir juicio y castigo a los genocidas y gritar fuerte que los 30.000 desaparecidos están/estarán presentes, ahora y siempre.

Este año, las Madres cumplirán más de 2000 marchas en la Plaza San Martín de la Capital, ocupada hoy por una prolongada obra de remodelación municipal que impide la acostumbrada ronda de los jueves.

Rubén López y María Domínguez.

La reunión persiste en oponerse a la simple repetición de un rito. Siempre florece allí algo nuevo. Ayer nomás la marcha tuvo una visita inesperada: Rubén, hijo de Jorge Julio López, de vacaciones por Mendoza, se acercó a acompañar a las Madres.

Entre la marcha y un café, EL OTRO dialogó con el hombre que en otros tiempos se autodefinía como “apolítico” y que, a contramarea de los resabios del genocidio, se convirtió a la fuerza en el principal portador de la bandera que aún pregunta “¿Dónde está Julio López?”.

La desaparición seguida de muerte de Santiago Maldonado y la prisión domiciliaria del genocida Etchecolatz pusieron nuevamente en agenda la falta de avances en la investigación sobre la desaparición de tu padre. ¿Cómo has vivido este último tiempo?

Te voy a hacer una reseña.

El 1 de agosto, a los poquitos días de que pasó lo de Santiago, y hubo gente que tiró lo de Julio López, tuve que salir a tomar un poquito la bandera para calmar a aquellos estúpidos que estaban hablando estupideces, literalmente. A mi papá lo utilizaron como una chicana aquellos a los que nunca vi en una marcha.

El 31 de octubre falleció mi vieja de un cáncer, que seguramente databa de diez años. Si vos hacés la conjetura a partir de lo que pasó con mi viejo, uno sabe que ante ciertas situaciones traumáticas es una enfermedad que generalmente se muestra.

El 24 de diciembre dije públicamente que no era un día en que podía desear felices fiestas, porque había pasado lo de Santiago, mi vieja, Rafael Nahuel y las prisiones domiciliarias de los genocidas. El 26, el día de mi cumpleaños, escribí una reseña sobre las prisiones domiciliarias y por qué estábamos en contra. El 27 nos enteramos de que Etchecolatz estaba libre.

Terminó siendo un año de mierda y empezó un año de mierda peor. Eso es lo más triste, porque este año va a ser mucho más duro que el año pasado.

Recién ayer (por el miércoles), según dijeron en los medios, porque a mí todavía no me llegó el escrito, el secretario de Derechos Humanos de la Nación, Claudio Avruj, representando al gobierno como querellante, pidió que se revea la situación de Etchecolatz. Todo bien, pero está mal, yo si fuese gobierno lo hubiese pedido el 28 de diciembre, no un mes y medio después cuando la gente protesta y está en la calle.

Con las encuestas en la mano…

Seguramente leyeron alguna encuesta que les dice que estaría bueno que se expidan. Todos ellos se basan en lo que le dicen las encuestas. Chocobar (NdR: el policía bonaerense que mató a un delincuente en fuga) fue recibido por el presidente y felicitado por lo que hizo cuando ni siquiera actuó en legítima defensa, fue un asesinato. Todas esas cosas te muestran que este gobierno hace las cosas según lo que le dicen las encuestas.

Después del antecedente frustrado del 2×1 de la Corte Suprema, ¿suponías que más temprano que tarde el gobierno podía impulsar prisiones domiciliarias para represores?

Esto lo puede explicar mejor un abogado, pero todos sabemos que, jurídicamente, el 2×1 no se podía aplicar, que no correspondía a los genocidas. Pero el 2×1 no terminó todavía, todos los fallos de las instancias inferiores que lo rechazaron van a terminar en la Corte Suprema.

La Corte está en una gran disyuntiva. Tiene que emitir un nuevo fallo, si avala el 2×1 va a ser contradictorio con la ley que se votó después en el Congreso y legislación anterior que dice que el 2×1 no es aplicable a delitos de lesa humanidad, y si emite un fallo en contra del 2×1 va a ser contradictorio con su sentencia anterior. Vamos a tener que estar muy atentos.

Con respecto a las domiciliaras, ya en agosto de 2016 me puse la camiseta de mi viejo y salí a lucharla, porque ya habíamos tenido dos pedidos de prisión domiciliaria de Etchecolatz, que tiene cinco condenas a perpetua. Se las dieron, no en ese momento sino tiempo después en un fin de semana largo para que la noticia se diluyera y, como quedaban tres y un proceso de elevación a juicio, pensamos que no iba a llegar, que iba a tardar. Pero después le dieron una prisión domicilia más y esta última de cumplimiento efectivo.

No creíamos que iba a salir tan rápido.

¿Pensás que esto se debe al reconocimiento judicial de una garantía constitucional que tiene cualquier ciudadano o es una decisión política?

La prisión domiciliaria de Etchecolatz es un indulto. Hablábamos con los compañeros tiempo atrás que lo último que le faltaba a este gobierno era sacar los indultos y largar a todos, pero no, no necesita hacerlo, los indulta la Justicia.

Son indultos encubiertos. Hay jueces que son presionados por el poder político y muchos jueces que muestran su pensamiento político poniéndose a la par del gobierno. Es mentira cuando te dicen que los jueces no tienen pensamiento político.

Más allá de las consideraciones jurídicas y políticas, a nivel personal, ¿cuál fue el impacto en vos al enterarte que quien secuestró y torturó a tu padre, y es señalado como el principal sospechoso de su desaparición, volvía a su casa?

Bronca y dolor te genera, pero se sobrelleva luchando. En diciembre, cuando nos enteramos, hicimos un “broncazo” en La Plata frente a la Municipalidad donde se llevó adelante el juicio oral que condenó a Etchecolatz.

El 29 de diciembre dije que si Etchecolatz queda libre, mi viejo desapareció en vano la segunda vez. Entonces, ¿para que fueron a declarar si lo van a dejar libre?, ¿para qué la Justicia, que fue ejemplo en su momento a nivel mundial sobre derechos humanos, hoy está deshaciendo lo que hace diez años construyeron? Están borrando con el codo lo que firmaron hace diez años.

Hay que juzgar también a la pata civil de la dictadura. Los militares fueron los que llevaron adelante el plan de exterminio pero alguien lo ordenó, ese fue el poder económico y financiero, los empresarios que se beneficiaron y que hoy, casualidad, son parte del gobierno y se siguen beneficiando del Estado argentino, que somos todos.

Ya son más de diez años sin información sobre Julio López. ¿Algún miembro del gobierno actual se acercó a ustedes para colaborar en la búsqueda de Justicia?

No. Cuando cambió el gobierno pedimos audiencia con Claudio Avruj para ver qué pensaba hacer el gobierno respecto de la causa de mi viejo y porque también, en su momento, se pidió al anterior gobierno una recompensa para quien aportara datos, y queríamos saber si iban a continuar.

Fuimos a preguntarles qué pensaban hacer. Nos dijeron que iban a presentarse como querellantes en la causa, pero eso fue denegado. Esa fue la única vez que hablé con Avruj.

¿En el expediente judicial que avances concretos hay?

Nada. Solamente sospechas de que Etchecolatz fue el ideólogo de la segunda desaparición de mi viejo, pero no tenemos pruebas. Yo tengo que ser sincero con lo que vengo pensando hace once años, que no activaba en ningún organismo y que lo veía del punto de vista de un carpintero hijo de un padre albañil: nunca hubo una prueba concreta para inculpar a Etchecolatz o la policía de la Provincia de Buenos Aires.

Esa es la respuesta que debe dar la Justicia…

Es la respuesta que debe dar la “injusticia”, porque esa misma “injusticia” que no investiga me investigaba a mí, en forma clandestina, por una supuesta denuncia de que yo había sido partícipe de la desaparición de mi viejo.

Eso es lo que tenemos como justicia.

 


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