PAN, organizadora de ciclos de literatura mendocina y editorial independiente, cumplió sus primeros 10 años. Todo un récord para un proyecto autogestivo que sigue funcionando y abriendo espacios culturales, frentes de batalla del arte. Hablamos con uno de sus miembros fundadores, Juan Alberto Montaño, y con una de sus recientes incorporaciones, Elizabeth Auster.

Entrevista: Mariana Prado Puerino
Fotos: Cristian Martínez

“Primero armamos una revista que se llamaba ´La rosa de cobre´, de la cual hicimos 3 o 4 números, y entonces pensamos en hacer una editorial porque no encontrábamos dónde publicar. Luego se nos ocurrió autoeditarnos y editar a otra gente a la que también le pasaba lo mismo que a nosotros”, cuenta Juan Alberto Montaño, miembro fundador de PAN.

¿Solo tenía que ver con lo monetario?

JA: En ese momento, 2006 o 2007, no había muchas editoriales independientes, había solo una, que se editaba a sí misma y a sus amigos: era una cuestión endogámica. En esa época, también había un grupo de poetas que armaban eventos para ellos y se leían entre ellos. Y nosotros andábamos un poco rebotando, en otros eventos, por otras editoriales… Y nos propusimos hacer una como para abrir el juego, editarnos e invitar a otra gente, a esa emergente que no tiene otro espacio donde poder expresarse y dar a conocer lo que escribe.

Como editorial dejamos de editar por una cuestión de plata, porque no teníamos cómo pagarle, por ejemplo, a los diseñadores. Y esto es bastante ‘por amor al arte’ entonces se necesita de paciencia para recuperar lo que invertís, en tiempo, energía… Pero continuó el ciclo.

¿De dónde surgió el nombre?

JA: PAN, como reza el logo de la editorial: Pan artículo de primera necesidad, surge de un poema de Nicanor Parra que habla del pan como un artículo de primera necesidad, entonces nosotros lo trasladamos al libro, al libro como un artículo de primera necesidad. Con el tiempo eso fue trasladándose a la lectura, como algo de primera necesidad.

¿De qué se trataba el ciclo?

JA: El ciclo surge simultáneamente con la editorial como una forma de distribuir las plaquetas que hacíamos, era la forma de venderlas. El ciclo permaneció y la editorial fue quedando en stand by.  Además estos ciclos nacen con la idea de darle cierta visisbilidad al arte independiente, que estaba ahí siempre con ganas de expresarse y que que no tenía lugar, más en ese tiempo. También pusimos de relieve a las chicas escritoras, poetas, que estaban empezando, y que, en general, no participaban en ediciones ni en ciclos, eran solamente hombres.

¿Por qué te parece que las mujeres estábamos un poco relegadas?

Elizabeth: Hay que apropiarse de los espacios y hacernos cargo de nuestra propia voz, y eso no siempre lo hemos tenido. Y si los espacios los veíamos como predominantemente masculinos, se dificultaba insertarnos. Lo que se procura siempre es que haya mujeres y en el último año hemos hecho un par de fechas específicamente de mujeres y vemos también como otros espacios se van abriendo a eso. Se trata de tomar la propia voz y sacarla y  exponerla y hacerla valer en un ambiente que durante mucho tiempo ha sido predominantemente masculino.

JA: Al principio eso era todo un laburo, el de salir a buscar. Porque las chicas por lo general no querían leer. Tenían timidez, y además ellas mismas el prejuicio de que las mujeres no escriben bien. Y aún hoy, los escritores letrados, siguen con esa idea. También se tiene el prejuicio de que no leen y yo descubrí, a través de mi rol de librero, que las que más compraban libros son las chicas y leen más.

Y bueno, ya después las chicas se fueron animando más, hasta que surgieron colectivos de mujeres, como Write like a girl, que organizan sus propias publicaciones y eventos.

De este proyecto surgió también “Pájaros, librería independiente”, ¿no?

JA: Nosotros empezamos, el primer año, a hacer eventos en conjunto con una editorial que estaba en ese momento, que se llamaba Sedición, en donde estaba, por ejemplo, Marcelo Neira. Eso originó la FEA (Feria de Editoriales Autogestivas), que fue el pre de la Feria del Libre. Fue un movimiento muy lindo, algo que por primera vez pasaba en Mendoza, que editoriales independientes se unieran y fue un gran avance.

Y después de eso, con Gonzalo Saavedra de garante, se abrió la librería, en donde también estaban presentes Diego (Bustamante) y PAN. Y en la cual se hacían eventos. También surgió la revista Panero, que toma el nombre de Leopoldo María Panero, escritor español, el último maldito. Y entonces jugábamos un poco también con Pan-Panero.

La revista actualizó y dio acceso a un muestrario de autores y autoras mendocinos. Y si bien, dejó de salir, surgieron otras revistas tomando como modelo a Panero, como Trifulca, por ejemplo. Y está buenísimo que sigan, que hayan revistas así. Y que hayan muchos espacios literarios, porque no hay competencia en lo absoluto. Más bien eso hace que la gente se acostumbre y quiera ir a eventos literarios y que haya un ritmo. Y todos tienen su público.

E: Se está creando una tendencia a que la propuesta de un evento literario como salida de una noche, que sea una propuesta legítima, una propuesta interesante, en la que mucha gente se prende en distintos lugares.

JA: Creo que el ciclo se convirtió en una referencia para otros y el deseo de mantener algo en el tiempo, tanto en proyectos editoriales como en ciclos. Está bueno que haya algo que esté hace tiempo, que sea como un apoyo, que signifique que se pueden hacer cosas que se pueden mantener en el tiempo.

E: Los ciclos los arman los participantes, más allá de que decidan o no respecto de lo que se hace, tienen una gran importancia porque son los que generan la energía con la que se va transitar un ciclo particular, una jornada. Si queremos un punto de comparación, hemos tenido una jornada de Lamborghini y otra de Pizarnik, han sido completamente opuestas, no en la cantidad de gente ni en los participantes, pero el nivel de entusiasmo cómo se canalizaba, la forma en la que nos conectábamos con los textos, el contenido político que tuvo una respecto de la otra.

Con lo autogestivo han podido sostenerse, entonces…

JA: Con lo autogestivo podés llegar a ganar un dinero o a solventarte.

E: Probablemente, no a enriquecerte. (Risas)

JA: La base de la autogestión es el famoso lema “Hazlo tú mismo” y no esperar nada de nadie. Si querés que te salga como vos querés, tenés que intervenir en todos los procesos de un libro o de un ciclo. Y no depender ni esperar de nadie.

¿Cómo es ser parte de un colectivo?

JA: Mi experiencia con los colectivos es que siempre hay que empezar de cero porque todos pensamos distinto, ante cada decisión, y eso está bueno. Para mí, los colectivos tiene una fecha de vencimiento, o bien pueden ir mutando. Pero siempre juega la cuestión de los egos y las relaciones interpersonales.

E: Yo me he sumado hace muy poco, el año pasado. “Nos estamos conociendo” (risas). Pero entiendo todo lo que significa un colectivo dentro de una provincia como Mendoza, que no ha estado aislada pero que cuenta con menos recursos económicos que otras. Y eso pesa. Si hay acceso a algo, es limitado porque lo que hay para repartir es limitado. Pero más allá de los egos que siempre están y que siempre se nota quiénes los alimentan y los riegan día a día con agüita mineral, lo que veo es mucha producción, mucha efervescencia, se trabaja y se crea mucho, hay voluntad de seguir haciendo cosas en este terreno. El hecho de que se junte gente a armar jornadas de lecturas, a armar eventos literarios, creo que es una buena señal.

JA: La cultura es como la trinchera en tiempo de crisis, es el espacio donde se da el clima de desarrollo artístico, y de dónde también surgen proyectos del solo hecho de juntarse. Por eso nosotros hemos tratado siempre de no politizar desde lo partidario, sí políticamente tiene una direccionalidad pero, hay que distanciarse un poco del partidismo para que sea un canal en donde puedan confluir personas con ideas diferentes. Hemos tratado de mantener eso en los ciclos, manteniendo un compromiso social también hacia lo que consideramos justo, y hacia la diversidad de voces.

¿Cómo viven el momento de crisis cultural en la provincia?

JA: Estos son espacios en los que se generen situaciones como para propiciar que las cosas cambien.

E: El hecho de juntarnos, de leernos mutuamente, de ver las inquietudes que cada quien puede traer, pensar colectivamente, eso ya nos sirve. Alimentarnos a través del arte, sostenernos también emocional e intelectualmente, que bien lo necesitamos en tiempos de bombardeo como el que estamos viviendo, creo que ese es el valor político que tienen estos espacios.