Hace pocos días Página/12 publicó una noticia referida al uso de big data que hacen algunas organizaciones en contra del aborto para convencer a mujeres vulnerables de que no terminen con sus embarazos. EL OTRO entrevistó a la licenciada Claudia Bermejillo, coordinadora de la Diplomatura en comunicación digital y narrativas transmedia, quien arrojó luz sobre qué es la big data, cómo es utilizada y por qué es importante combatir al enemigo con sus propias armas.

Fotos: Coco Yañez

Página/12 informó que una gran red en contra del aborto de Estados Unidos, denominada Heartbeat International, que cuenta con 2700 centros afiliados en más de 60 países, incluida Argentina, obtiene datos a través de Google de mujeres que buscan abortar, las capta y las manipula con mensajes engañosos para convencerlas de que no lo hagan. Además, la información personal que obtienen de estas mujeres la utilizan para conocer sus perfiles, segmentarlas y mejorar las estrategias publicitarias para alcanzarlas y así poder incidir en sus decisiones.

Captura de pantalla del sitio web de Heartbeat International, que vende información sobre mujeres que buscan abortar en todo el mundo, incluida Argentina.

Se entiende por big data a la posibilidad de explotar comercialmente una gran cantidad de datos para crear nuevos servicios comerciales. En el mundo se acumulan cada vez más datos en formato digital a través de la información que los usuarios brindan a aplicaciones y redes durante el uso de dispositivos tecnológicos. La especialista en comunicación digital Claudia Bermejillo, en entrevista con EL OTRO, explicó los pormenores del uso de datos e información que tienen bajo su poder las grandes empresas de internet.

¿Qué es la big data y cómo la utilizan las empresas que acceden a nuestra información?

La big data parece un monstruo nuevo, hipertecnológico, y en realidad existe desde siempre, solo que ahora se le denomina big data porque tiene que ver con la cantidad de información que circula y que los usuarios ponemos en la web. Cada clic que nosotres hacemos o cada scroll genera una serie de contenido, de información que se va añadiendo al cúmulo de big data que existe, que circula y que las grandes plataformas que administran la internet obtienen de manera gratis y súper accesible.

La tecnología disponible hace que esa información sea rápidamente almacenada y clasificada. Pueden existir millones de categorías, todas las que podamos imaginar en función del comportamiento de la raza humana: todo lo que hacemos con tecnología. Esa información se compra y se vende, y hay empresas que las usan para cuestiones comerciales. La ciencia la usa para crecer, evolucionar, pero por ejemplo las empresas que se dedican a evitar abortos la usan en función de eso. Tienen tan segmentado su público que conocen las características de las mujeres que se encuentran en situación de realizarse un aborto o de querer hacerlo, preguntar, investigar y usan esos datos para encontrarlas en la web.

Heartbeat International tiene 1 millón y medio de clientes que acceden a la información que vende. También destaca que “300.000 madres eligieron la vida”.

¿Por qué las empresas que acceden a nuestros datos pueden hacer uso de ellos y venderlos?

Hay un contrato, por así decirlo, entre el usuario y la plataforma que nos ofrece un servicio. Cuando yo doy aceptar a los términos y condiciones de una aplicación o una página, hay un contrato que he firmado digitalmente. Lo que no existe es una legislación que dice qué hace esa empresa con los datos que yo autoricé que tuviera.

Desde el momento en que vos le ponés el chip a tu celular y lo vinculás con una cuenta de Gmail ya entregaste toda tu información. Por más ciberseguridad que tengas, desde ese momento obtienen acceso a la cámara, el micrófono, tu banco de fotos. Vos le permitís a Android y Google acceder a todo el contenido que  tenés en tu hardware (celular, pc, tablet), que ni siquiera es online. Ellos pueden, a través de los permisos que vos das, ingresar a tu celular y conocer todo lo que tenés y dónde estás.

En el listado de las más de 60 organizaciones antiderechos que acceden a big data en Argentina, aparecen dos organizaciones mendocinas.

¿Cuáles son los peligros de que estas empresas tengan toda nuestra información?

Esa información masiva que se obtiene es utilizada para caracterizar a los sujetos. La big data es utilizada para hacer una hiperdefinición de las características de las personas y te van ubicando en segmentos, te van agrupando según tus características, comportamiento, consumo, etc. Y eso es utilizado por las empresas para sus fines.

Convencer a una mujer de no hacerse un aborto sería el caso más honesto, lo más deshonesto es que con la información que obtienen de ella le mienten, la hacen ir a una clínica, la sientan con el médico que le dice que le tienen que hacer estudios, que es un proceso peligroso, que habría que ver y dilatan el tiempo hasta que ya no se puede hacer el aborto.

Una de las organizaciones antiderechos de Mendoza que accede a la big data que vende Heartbeat es Vitam.

¿Cómo podríamos contrarrestar o dar pelea frente al uso deshonesto de nuestros datos?

Es un proceso imparable en el que como sociedad es muy difícil de contrarrestar sobre todo porque del otro lado hay mucho poder, y como siempre decimos les comunicadores, la información es poder. Imaginate el dato. Cada uno de estos datos tiene un valor que ni siquiera es financiero, es una cuestión de disputa por el poder. Para mí la clave es conocer, comprender y manejar las mismas herramientas que maneja el enemigo. Hay que saber cómo funcionan las herramientas del enemigo y ahí elegir si vos vas a dar batalla con ellas  o si no querés ser parte.

Son legítimos todos los caminos contrahegemónicos, el antisistémico y el sistémico que funciona como un troll que se mete para destruir. Aprender a usar las herramientas te da verdaderamente la libertad de decidir para qué las querés usar, como dice la frase de Marvel: todo gran poder conlleva una gran responsabilidad. Bueno, esto también. Conocer las herramientas y saber lo que es un algoritmo, cómo funciona, para qué sirve, cómo se usa, me puede permitir desplegar un nivel de creatividad y de acciones que no tenía contempladas en mi espacio de lucha.

No nos podemos quedar afuera porque hay que pensar en la otra persona a la que vos querés llegar con tu mensaje, con tu lucha. Respecto a este tema del aborto: cuáles son las mujeres que se practican un aborto, quiénes googlean, desde dónde lo hacen, en dónde están geolocalizadas, cómo podemos llegar a ellas, qué tipo de contracampaña podemos hacer. Para saber todas esas cosas necesitás la misma big data que usa la empresa que no quiere que las mujeres aborten.

¿Por qué no lo hemos hecho hasta ahora?

Más allá de que de este lado no tengamos tanto poder como del otro lado, se puede acceder a esa data sin pagarla, simplemente hay que saber cómo. Hay que infiltrarse como en la guerrilla, pero a nivel digital. Tenemos muchas compañeras que saben hacer este tipo de cosas y a quienes no les hemos dicho “te necesitamos”.

No nos hemos amigado con la tecnología por “antisistémicos”, porque por resistirle a estas cosas creemos que la digitalización de la lucha es lo último y a mí me parece que estamos en un momento en que la batalla se está dando desde estos lugares y hay que adecuarse. De las 24 horas que tiene el día pasamos 17 con el celular.

¿Cuál te parece que es el rol de les comunicadores frente a este fenómeno de la big data y la aceleración de los procesos tecnológicos?

Les comunicadores hoy somos cazadores de información, porque en los 90 el editor seleccionaba qué información dejaba entrar a los medios y que luego se reproducía para la gente. En esta era sucede lo inverso: la información está al alcance de cualquier persona y se produce tanto contenido que el comunicador tiene que salir a la búsqueda de lo que va a destacar. Ahí se construye una nueva ética del periodista, que tiene que ver con decidir el quién, el con quiénes, el cómo, el cuándo, el por qué y el para qué de la información que decido ponderar. Es un rol que sigue siendo importante.

También hay que asumir el rol de les comunicadores fuera de los medios. Hoy se puede producir contenido desde distintos espacios y distintas redes, eso es valioso.  Así como hay una hipersegmentación, también podemos responder a ese modo de funcionar de la red desde nuestra producción de contenido como comunicadores.

¿Qué sucede con la legislación respecto al uso de nuestros datos personales en internet?

Siempre digo que la academia y el estado corren detrás de la realidad. Por ejemplo, en la carrera de Comunicación en la universidad estatal de Mendoza tenemos un plan de estudio del año 99, pasaron 14 presidentes, 20 años y un mundo digital en el medio.

Con el Estado sucede lo mismo. Tenemos una Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual con decretazos, intervenida y encima ya es obsoleta, aunque sería la gloria tenerla en vigencia. Me parece imprescindible poder poner límites al uso que de nuestros datos hacen las plataformas que los obtienen y las empresas a las que se los venden. Sería importante también que la legislación pudiera decidir qué nivel de intervención pueden tener las plataformas en nuestros datos, qué nivel de claridad podemos tener a la hora de decidir cuáles son los datos que les vamos a dar a las plataformas y a cambio de qué. Y si existiera una Ley de Aborto Legal, Seguro y Gratuito, no debería googlear para hacerme un aborto, porque debería poder ir a mi médica y decirle que quiero hacerlo.

No hay una legislación vigente sobre el uso de los datos en internet, ese es el problema. La realidad es que como usuarios y usuarias de la tecnología nosotres damos el permiso para el uso de nuestros datos cuando aceptamos las condiciones de privacidad sin leerlas, para utilizar una aplicación o una página web. Todo lo que para el usuario es gratis en internet, en realidad no es gratis porque lo estoy pagando con mis datos y con mi modo de uso de esa tecnología.

 

Vamos a ver cómo es el verso del revés