Por Natalia Encinas
Crónica fotográfica de Cristian Martínez

En un mundo de gusanos capitalistas,
hay que tener coraje para ser mariposa.

Lohana Berkins, activista feminista travesti

El 25 de Noviembre, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres, es para nosotras y nosotres, en el feminismo latinoamericano, una fecha importante de militancia que recuerda la lucha de las hermanas y activistas dominicanas Mirabal –conocida como “las Mariposas”-, asesinadas en los años 60 por el régimen dictatorial de Rafael Leónidas Trujillo.

Hoy, en 2018, las mariposas somos verdes: verde aborto legal, el que todavía nos deben en Argentina. Las mariposas somos marea: una inmensa que llena las calles, hecha de adolescentes, jóvenes y también de aquellas que llevan décadas caminando nuestros feminismos y movimientos de mujeres.

 

 

Las mariposas somos anticapitalistas, antirracistas, latinoamericanas (hermanadas con nuestras compañeras de distintos rincones del continente, con las que lloramos y pedimos justicia por las muertes de Berta Cáceres y de Marielle Franco, por nombrar en ellas a tantas otras), plurinacionales (porque nos reconocemos en nuestras hermanas originarias y su lucha ancestral y buscamos construir un feminismo que acuerpe mujeres y disidencias de los distintos pueblos y naciones de la región) y mariposas también populares (porque nuestros rostros están hechos de feminismos populares, reconocemos en nosotras las diversas imbricaciones de múltiples opresiones: de género, clase, racialización, y nos pronunciamos contra el neoliberalismo, queremos que se respeten nuestros derechos a la salud, al trabajo, a la vivienda, a la educación y a una vida digna).

En nuestra provincia, la consigna elegida y largamente discutida en asambleas, para la marcha de este año fue: “Cornejo-Macri son responsables. Nos ajustan, nos reprimen, nos matan. Nosotras, nosotres en lucha”. La frase, que abrió la marcha que partió pasadas las 18.30 hs del KM0 de la Ciudad de Mendoza y de la que participaron miles de personas recorriendo las calles céntricas hasta la Legislatura provincial, sintetiza mucho de lo que mujeres, lesbianas, travestis y trans reivindicamos hasta el grito, con nuestras cuerpas en la calle una vez más, en esta fecha tan importante del calendario feminista.

La violencia machista en el marco de un presupuesto de ajuste

Las múltiples formas de violencia contra mujeres, lesbianas, travestis y trans persisten: los femicidios, la violencia física, la violencia institucional, la económica, la obstétrica, la simbólica y mediática no cesan e incluso se recrudecen. Y lo que viene a enfatizar la consigna que encabezó la marcha en el marco del 25 de Noviembre en la provincia es que la continuidad de esas múltiples formas de violencia conlleva responsabilidades políticas.

Nombrar, llevar registro siquiera, de todas las que nos faltan cada año por la violencia machista sigue siendo, todavía, una deuda de los gobiernos nacional y provincial para con todas/es nosotras/es. No la única, claro, pero se trata de un dato sintomático de la falta de políticas públicas y presupuesto acorde para luchar contra la violencia de género. En Mendoza, hubo 15 femicidios –entre femicidios y femicidios vinculados- en lo que va del año (según ha podido reconstruir #NiUnaMenos Mendoza en base a datos de observatorios privados y de organizaciones y seguimiento de noticias en medios de comunicación), lo cual significa que se han duplicado los casos en relación a 2017.

 

 

Vinculado con esto, desde #NiUnaMenos Mendoza (mesa integrada por más de 70 organizaciones de mujeres, feministas, estudiantiles, sindicales, de partidos políticos y feministas autónomas) se denunció en el documento leído al finalizar la marcha el paupérrimo monto asignado por el presupuesto nacional para intentar abordar la violencia machista, que es de $11,36 por mujer.  El presupuesto de ajuste impuesto por el acuerdo con el FMI para 2019 supone así un recorte del 55% del monto asignado a luchar contra la violencia hacia las mujeres. Y eso se relaciona directamente con los casos de muertas por odio de género. A nivel nacional, según datos aportados por la ONG La Casa del Encuentro, se han producido, entre enero y octubre de 2018, 225 femicidios y femicidios vinculados a mujeres y niñas, 29 femicidios vinculados de hombres y niños, 4 trans/travesticidios y 4 casos de mujeres muertas en abortos clandestinos.

El ajuste, la represión y la criminalización de la protesta son violencia contra las mujeres

En esta fecha, además de los femicidios y travesticidios, las organizaciones, mujeres y feministas reunidas en torno a #NiUnaMenos Mendoza propusimos visibilizar otras formas de violencias contra las mujeres y disidencias que suelen ser, aún, más silenciadas en la discusión pública. Nos pronunciamos contra un capitalismo que en su nueva avanzada neoliberal busca endeudarnos y produce feminización de la pobreza y contra la realización del G20 en nuestro país, apostando por la desmercantilización de nuestras vidas.

“La desigualdad de género se puede medir” señala una nota publicada por el portal Economía Femini(s)ta que presenta un informe en base a datos del 2° trimestre de 2018 de la Encuesta Permanente de Hogares. De allí se desprende que son las mujeres más jóvenes las que presentan las mayores tasas de desocupación y subocupación. A su vez, las ocupadas asalariadas están expuestas a una tasa de empleo no registrado mayor que la de sus compañeros varones. También hay una brecha entre ingresos mensuales que reciben mujeres y varones que es de 26,2 puntos porcentuales. Es decir, contemplando todos los ingresos que se perciben, sean de origen laboral o no laboral (como jubilaciones y pensiones, cuotas alimentarias, subsidios, etc.), las mujeres percibimos ingresos que, en promedio, son un 26,2% menores que los de los varones, según algunos de los datos que arroja el informe.

 

 

Estas cifras permiten esbozar un panorama de eso que llamamos feminización de la pobreza y que da cuenta de que las mujeres y disidencias somos las más perjudicadas en tiempos de ajuste y políticas neoliberales. La resistencia contra el avance de esas políticas es, a la vez, criminalizada por los medios de comunicación y el gobierno nacional, que responde a la protesta popular con represión, lo que constituye otra forma de violencia.

La deuda aún pendiente de la democracia: el aborto legal

La clandestinidad a la que nos sigue arrojando la ilegalidad del aborto y las muertas por aborto clandestino son también terribles formas de violencia contra las mujeres y personas con capacidad de gestar. Que el Estado nos siga negando la posibilidad de decidir sobre nuestros cuerpos atenta contra nuestra autonomía y nuestros derechos. 2018 fue una oportunidad histórica para que Argentina saldara una deuda para con las mujeres y personas con capacidad de gestar. Pero hubo senadores y senadoras –en connivencia con los poderes de la jerarquía eclesial y sectores ultra conservadores de la sociedad- que se opusieron a la sanción de la Ley IVE.

Por eso decimos que no hay #NiUnaMenos sin Aborto Legal. La legalización de la interrupción voluntaria del embarazo es un tema de salud pública, de derechos humanos y que atañe a nuestra autonomía. Pretender obligarnos a parir es una de las más atroces formas de violencia contra nosotras/es. La no implementación de la Ley de Educación Sexual Integral en todas las escuelas y niveles educativos, también lo es.

¡Nosotras, nosotres en lucha!

2018 ha sido, sin dudas, el año de la marea feminista ocupando el espacio público en sus diversos escenarios -la calle, el Congreso, los medios de comunicación, las redes sociales- y en los espacios privados que también son políticos: las mesas familiares, las reuniones entre amigxs y compañerxs de trabajo y hasta en las camas. El grito, el puño en alto, la organización, el aquelarre y  el glitter feministas en las calles han sido posiblemente los signos más visibles de la lucha organizada de las mujeres y disidencias por la conquista de derechos, con el aborto legal como bandera, y la resistencia contra el capitalismo, el modelo neoliberal imperante en el país y el avance de la derecha en América Latina durante este año.

Por eso, la consigna final de la marcha de este 25 de Noviembre. Frente a la violencia que lejos de cesar se encarniza con nuestras vidas, por nuestras muertas, por las violencias que se ciernen sobre nuestros cuerpos, por los derechos que todavía nos deben, contra la justicia patriarcal, contra el ajuste, el hambre, la criminalización de la protesta y la represión, nosotrAs y nosotrEs (porque este año hasta el lenguaje que nos excluye e invisibiliza pusimos en jaque) resistimos y estamos en lucha, activas/es, construyendo alternativas para una vida digna.

Porque nos queremos vivas. Pero también libres, soberanas/es de nuestros cuerpos y desendeudadas/es.

 

Sumate a la Comunidad

 

El silencio de Olegario