Este sábado 5 de mayo, la legendaria banda mendocina recorrerá su repertorio en el Teatro Independencia, en un espectáculo al que sumarán danzas y proyecciones visuales. En la sala más importante de Mendoza, dialogamos del pasado y presente de Markama, con Archi Zambrano y Mingo Casciani.

Por Negro Nasif | Fotos: Coco Yañez

Archi Zambrano.

Tomó coraje y volvió a La Paz para decirles que había abandonado la carrera de Ingeniería en Petróleo porque ahora su vida era la música. Los padres de Arsenio Zambrano dejaron de hablarle durante cinco años.

En Mendoza, por primera vez, se abrazó a un instrumento que lo acompañará sin abandonos en las próximas cuatro décadas, a punto tal que, en el mundo musical argentino, hoy es imposible separar a Zambrano, “el Archi”, del sonido del charango.

En una de las butacas del Teatro Independencia, donde este sábado Markama ofrecerá tal vez el único recital en Mendoza del año, uno de los fundadores de esta mítica formación latinoamericana le contó a EL OTRO parte de su/nuestra historia.

“En la década del 70 vine a Mendoza a continuar mis estudios de ingeniería que había comenzado en Bolivia. A los 17 años ingresé a la carrera sin darme cuenta que aceptaba el reto de mis padres de ser profesional. Aquí había un movimiento estudiantil muy groso, importante. Se hacían peñas en el comedor universitario y ahí todos los grupos de distintas regiones y países presentaban sus músicas, expresiones artísticas de brasileros, venezolanos… Y yo veía que faltaba la representación de algo de Bolivia y me pareció el charango el instrumento que podía ser representativo de mi país. Agarré uno que me prestaron acá y lo toqué durante dos meses seguidos, dormía con el instrumento, hasta que tuve dos o tres canciones y me presenté en el comedor universitario. Hubo una aceptación buenísima que me cambió la vida”.

Del comedor al mundo

Mingo Casciani y Archi Zambrano.

¿Y cómo fue el camino desde el comedor universitario hacia Markama?

Yo había hecho el primer año de la facultad y empecé el segundo con dificultades, porque ya me estaba dedicando a la música. A mitad de ese año decidí abandonar ingeniería y meterme de lleno en la escuela de música para aprender dirección coral.

En 1975 el grupo Canturía se había disuelto. Tenían un contenido social muy importante en sus brazos, era como un grupo de protesta con una temática muy revolucionaria, hicieron temas emblemáticos. Con la llegada de los militares, prohibieron sus textos, sus actuaciones, amenazaron a muchos músicos, varios tuvieron que irse, entre ellos Tonio Contreras que se fue a España. Se fueron minando las voces de esa época y ahí terminó Canturía. Quedó la parte instrumental del grupo y nos sumamos otros músicos con una nueva propuesta.

Era una época muy difícil. Recuerdo que en la puerta del teatro un policía nos decía: “Ojo, si dicen algo del pueblo, los va a estar esperando el celular”, que era una camionetita que estacionaban en la calle. Un charango o una quena, en ese momento, eran elementos de rebelión.

Así nació Markama, hace 43 años. El nombre, que en quechua significa “al pueblo”, lo propuso Juan Lázaro Méndolas. Cuando él lo escribió, el resto no dudamos en que era ese el nombre. Y se convirtió en una bandera inolvidable que iniciamos con el sueco Lars Nilsson, el Nene Ávalos, Eduardo Ocaranza, Tonio Contreras, Eduardo Ordoñez, Jorge Sosa… pilares de esa época.

Quizás, como decía Atahualpa Yupanqui, vos no buscabas al charango sino que el charango te encontró a vos. ¿Qué tiene ese instrumento, por qué te enamoraste?

El charango lo tiene todo. El charango me puede. Es un compañero frágil, cómodo, que me ha permitido recorrer el mundo. He dado varias vueltas con Markama, y solo también, y me da la posibilidad actualmente de seguir conociendo lugares nuevos, porque es grandioso el movimiento con el charango en el país y en todos lados.

Gracias al charango, por ejemplo, pude grabar la Misa Criolla en España, con Ariel Ramírez y el tenor José Carreras, recorrer el mundo con Markama, o hacer el Amnesty Internacional en Mendoza, en 1988. Allí nos codeamos con Peter Gabriel, Bruce Springsteen, Tracy Chapman, Sting, Los Prisioneros, Inti Illinani. Esas cosas sin el charango hubiesen sido imposibles.

¿Contanos el momento cuando decidiste volver hasta tu casa en Bolivia para decirles a tus padres que dejaste el petróleo por el charango?

Fue un momento de ruptura con mi familia. Ellos, por la tradición, no querían un familiar artista, porque tenían un concepto muy vago, creían que ser artista era simplemente participar de reuniones de muchas borracheras, de cosas de mujeriegos… Eso era para ellos el artista, el bohemio. Pero pude demostrarles a mis padres y a mis hermanos que esta profesión es disciplina, responsabilidad, proyectos, estudiar el instrumento, perseguir ideales.

Cuando les dije “dejo la carrera”, cortaron todo: el rostro, los viáticos, todo. Me vine solo de Bolivia. Eso me sirvió mucho, se sabe que ante las circunstancias complicadas uno se fortalece. Tuve gente amiga que me acompañó, comencé a trabajar de administrativo, seguí la facultad, trabajando y desarrollando proyectos.

A los cinco años volví a La Paz, llevé un disco de Markama a mi familia y ahí recién aceptaron que lo había tomado en serio, que no era simplemente algo pasajero. Ahora soy “el artista” de la familia, ya valoran eso, ya no es peyorativo.

Volver a los 43

“El espectáculo del próximo sábado es el pago anual de Markama a la gente de Mendoza”, nos cuenta Mingo Casciani, batero, percusionista y una de las voces del grupo, quien se suma a la charla con EL OTRO.

Mingo reivindica que el espectáculo retome el concepto de “Al Pueblo”, el nombre de un disco que Markama grabó en la década del 80, dos años después de la salida progresiva del infierno de la dictadura

“Yo me sumo en 1986. Un año antes Markama había grabado el disco ‘Al Pueblo’. Yo calculo que, desde entonces hasta la fecha, no hubo otro espectáculo que haya tomado ese nombre. Este año, cuando pensamos el concierto, decidimos retomarlo acorde con el momento histórico que estamos viviendo. En 43 años, el grupo ha pasado por distintas circunstancias políticas y económicas y, nos parece, que hoy es necesario acompañar al pueblo en tiempos muy difíciles”.

Es indiscutible la importancia artística de Markama en la historia cultural argentina y latinoamericana. Eso explica su vigencia, aunque tal vez podamos sospechar que viven todavía porque los necesitamos…

El grupo tenía 11 años cuando yo ingresé y ya había marcado una trayectoria en la música de raíz folclórica, eran grandes músicos conocidos que habían salido de los límites de Mendoza. El valor de Markama no solo era técnico, musical, de maestría, sino que también marcaban un contenido musical/político muy concreto que puso sobre el escenario a nuestra historia indoamericana. Eso ya fue algo diferente desde entonces, y sigue vigente.

Desde la dictadura, Markama estuvo presente en toda la lucha de las Madres, de los derechos humanos. Cada uno de nosotros puede tener una postura partidaria, pero está claro que estamos en la vereda del pueblo, ese es el punto en común que nos une y a partir del cual pretendemos que nos conectemos con nuestras raíces.

Siempre hemos tratado de acercar a los niños a nuestra música, a través de conciertos didácticos, también hemos tenido experiencias en otros países, como en Suecia y Estados Unidos, y es admirable como el público se conecta, abraza lo nuestro.

El sábado 5 de mayo vuelven al Teatro Independencia, ¿qué han preparado para el pueblo?

Vamos a hacer un recorrido por la historia de Markama hasta el último disco que se llama “Hoy”, que salió cuando cumplimos 40 años. Y, además, habrá ballets de danzas tradicionales indoamericanas, parejas que van a bailar ritmos nacionales, proyecciones visuales y una importante puesta de luces que ha preparado el teatro.

 


 

MARKAMA presenta su nuevo espectáculo “AL PUEBLO”
Sábado 5 de mayo | Teatro Independencia | 21.30 hs
Entrada general: $150

 

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