Día de brujas

Texto: La Otra
Ilustración: Mariposa Posa

“(…) Al fin y al cabo el miedo de la mujer a la violencia del hombre
es el espejo del miedo del hombre a la mujer sin miedo”.*

Lo primero que se me ocurrió la primera vez que un hombre (mi “pareja” por ese entonces) me tapó la voz, fue mirarlo y quedarme perpleja. En la casa que me crié, nunca existió eso de que hay una voz o una opinión que se impone por sobre las demás. Fue tal mi asombro que no atiné a hablar, justamente.

Después, con los años, me di cuenta de que eso pasaba con la mayoría de los hombres y no solo cuando una está en una relación amorosa. A mí, me había pasado con mis amigos hombres, con los padres y hermanos de mis amigas y amigos, con los compañeros de estudio, con los de trabajo, con los parientes de sexo masculino de mis parejas; en fin, en todos espacios en donde me iba moviendo.

Me pregunto cuántos tipos habrá que te han callado a vos: vociferando en un volumen más alto, codeándote para que lo dejes responder, diciéndote “dejá que hablo yo”, o simplemente lanzándote una mirada fulminante queyasabésquésignifica. También me pregunto cuántas veces lo tomaste como algo normal, natural, y pensaste “es que yo lo dejo hablar en público, después en casa es otra cosa”,” a los tipos les encanta lucirse y yo los dejo, total yo conozco mi potencial”,” la verdad es que no quería arruinar el cumple”,” bah, si al final yo sé lo que valgo”.

No, amiga.

Se trata de tomar conciencia de cada una de esas situaciones y de hacer algo que las mujeres sabemos hacer muy bien: hablar (eso que el patriarcado nos señala como algo negativo, y es en realidad una de las capacidades más bellas y extraordinarias del ser humano). Porque cuando te silencian, aunque sea en un tema cotidiano, de mínimo interés, están silenciando tu pensamiento, la expresión de tus ideas y sentimientos: te están reduciendo a un objeto. Y sí, muy en el fondo hay algo que no se atreven a enunciar en voz alta, y es que esto no se debe a que realmente nos consideran tontas (ese es el chiste que usan para disfrazar la verdad), sino, muy por el contrario, se trata de que tienen miedo de que tomemos el lenguaje y lo usemos como arma de lucha.

Así que, amigas, ya saben: comenten, interpelen, objeten, argumenten, repliquen, bromeen, chillen, balbuceen, exijan, laméntense, cuchicheen, giman… ¡HABLEN!.

*Fragmento de “La mujer sin miedo”, de Eduardo Galeano

 


 

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