Por Julio Semmoloni

Recién a veintidós meses de venir adulterando el propósito del Indec con su astucia manipuladora, Jorge Todesca recibe atención pormenorizada en Página 12, a través del columnista Horacio Verbitsky. Este periodista de investigación, el mejor de habla hispana probablemente, tampoco lo hace de un modo exclusivo en su columna del domingo 8, sino más bien como parte de una enumeración de patrañas que el gobierno macrista utiliza a diario en la campaña electoral.

Sorprende también que el kirchnerismo aún no intente instalar en la opinión pública una duda razonable acerca de la fidelidad de los datos aportados por dicho organismo desde 2016. No estableció una estrategia de confrontación cuestionando cifras y comparaciones favorables a la gestión oficialista, como sí se obstinó en hacerlo (y con creces) la incesante usina anti K contra el Indec comandado por Guillermo Moreno, utilizando el mismo poder mediático corporativo que ahora blinda de posibles críticas al inefable Todesca.

Semejante soslayo implica cuanto menos un grado severo de negligencia, de la que no estaría eximida ni la propia Cristina. La inexperiencia kirchnerista para militar en la oposición, ya que desde su construcción movimientista a partir de 2003 es la primera vez que no es gobierno, acusa un desempeño plagado de descuido y permisividad flagrantes, por no señalar a tiempo y con vigor este esperpento. El daño que Todesca infligió a la correlación estadística oficial del país nunca podrá ser enmendado del todo y es causa de fárragos permanentes en las mediciones del instituto.

Cómo es posible que un funcionario tan decisivo en el plantel de tramposxs no esté en boca de nadie para ponerle nombre y apellido al engañoso cálculo del atropello neoconservador al estado de derecho. Al kirchnerismo se le escapa la tortuga, comete la peor de las desatenciones. Mientras tanto, apoyándose en guarismos infundados, el oficialismo revolea en campaña una operatividad de eficacia sólo compatible con la impune fantasía del titular del Indec.

El antedicho artículo de Verbitsky explica con elocuencia este mayúsculo desaguisado aún indemne de justipreciación, dada la inconcebible omisión crítica del kirchnerismo: “Desde que Jorge Todesca se hizo cargo del Indec, la pobreza no ha dejado de bajar de un modo impresionante y sin precedentes… El primer trimestre de 2016 no se publicó, como parte del apagón estadístico con que empezó el gobierno de la Alianza Cambiemos. A partir de allí, se produjo el vertiginoso descenso de la pobreza, del 32,2 por ciento (cuando Macri dijo ‘este es el punto de partida desde el cual acepto ser evaluado’) al 28,6 por ciento en el primer trimestre de 2017”.

Luego el periodista añade la comprobación del manejo fraudulento de inéditas proporciones: “Otro sesgo llamativo en los datos de Indec es que los aglomerados de San Juan y Córdoba registran caídas de la pobreza fuera de escala con el resto del país: en los pocos meses que van del segundo trimestre de 2016 al primero de 2017 la tasa de pobreza se redujo el 9,8 por ciento en Córdoba y el 17,1 en San Juan. Entre ambas provincias salieron de la pobreza más de la mitad de las personas que dejaron de ser pobres en todo el país”.

El remate de Verbitsky es categórico: “Esto es tan inverosímil que hasta el amistoso gobernador cordobés Juan Schiaretti dijo: ‘No les creo a las estadísticas del Indec, son una burla para los cordobeses’. Una disminución de 10 por ciento en la pobreza en un período tan corto, lejos de ser un éxito de gestión, demuestra la manipulación de los indicadores”.

Todesca no se conformó con interrumpir de cuajo la continuidad de una tarea que requiere de ese enlace en el tiempo para establecer tendencias verificables. También decidió introducir su aviesa mano en el sondeo técnico censal mejor calificado de nuestro país, la Encuesta Permanente de Hogares, cuya cobertura comprende 31 aglomerados urbanos de todo el país.

En pocas palabras Verbitsky contrapone el trato diametralmente opuesto que le dispensa a Todesca diferenciándolo de Moreno. Podría inferirse que su prolongada reserva para caerle al técnico macrista con mordaz agudeza sería una secuela de su inocultable aversión al ex secretario de Comercio del gobierno anterior. He aquí la evidencia en un tramo de la columna transcripta: “Como Todesca es un hombre educado y de excelentes modales, e incluso ha dicho que su paso por Montoneros fue el peor error de su vida, los datos de su gestión no han merecido la misma atención que los de Cantinflas, cuyas bufonadas han quedado en la historia”.

Moreno no necesita que esta columna lo defienda de nadie. Sabe defenderse solo, lo ha demostrado, aunque a menudo empeora las cosas culpa de su actitud políticamente incorrecta. En el kirchnerismo pocxs le reconocen haber estado al frente de una utópica fuerza de choque, que intentó vanamente impedir que el capital transnacional y cipayo siguiera medrando a costa de la genuina inversión nacional.

Nada de todo esto, ya en vísperas de una contienda electoral que puede acarrear consecuencias irremediables, exime de compromiso a quienes tenemos obligación de advertir que con el cambio de Cambiemos en el Indec está siendo muchísimo peor el remedio que la enfermedad. Es reprochable anteponer la susceptibilidad personal cuando se incurre en el error político de mofarse de un cuadro estratégico del kirchnerismo, el más denigrado por el enemigo ideológico después de Cristina.

Desde los primeros tiempos, cuando Kirchner parecía un presidente intocable para el periodismo anti K, el todavía agazapado gorilismo empezó a esmerilar la intensa figura de Moreno. Su apellido era acompañado pertinazmente por el adjetivo “polémico”, produciendo un paulatino efecto despectivo y suspicaz que terminó por convertirlo en un funcionario grotescamente peligroso. Es cierto que la temeridad habitual de Moreno contribuyó en buena medida, su sobreactuación lució excesiva; pero el enemigo infame, capaz de difamar urdiendo cualquier querella judicial, no pudo presumir siquiera que hubiese incurrido en el enriquecimiento ilícito, la descalificación preferida.

Moreno fue vilipendiado por su ampulosa defensa del poder adquisitivo de asalariadxs y jubiladxs. Encarnó con inusitado apasionamiento el objetivo primordial del proyecto kirchnerista: mejorar la situación social y económica de los sectores más vulnerables. Nunca escatimó dedicación para fortalecer a un gobierno que propuso transformar el país, aun partiendo endeblemente de un apoyo electoral de apenas el 22 por ciento de lxs votantes. En cambio, Todesca perpetra su execrable tarea en representación de lxs dueñxs del país, porque debe sostener como sea la embustera consigna inicial de Macri: ¡pobreza cero! Y lo hace por ahora sin que se alcen voces de alarma, pese a que sus falseados indicadores no registran que la pobreza y la indigencia se agravaron, como es lógico esperar en un gobierno de y para lxs ricxs.