Entrevista al poeta Facundo López. Su quinto libro, sensaciones en torno a la literatura y el proceso de crear arte.

Fotos: Seba Heras

Facundo López lleva cuatro décadas pateando este mundo pero parece más joven, antes de escucharlo hablar. Cuando Facundo inicia la conversación, con una tranquilidad que contagia, su experiencia nos lleva a pensar que es un viejo amable y cariñoso el que habla.

Su pluma devela, aun, otra faceta de una persona interesante y que no otorga concesiones simplonas. “Niños que corren a explotar”, vio la luz editorial a finales de 2017 y ese es el motivo fundamental de nuestra charla.

Cuando se le pregunta de dónde viene “Niños (…)”, López afirma que apenas empieza a sentir cierta comodidad con el método y el proceso de escritura que está utilizando. “Corrimiento creativo” le llama a esa necesidad de sentir lo nuevo y alejarse del confort de lo habitual.

“1 | Vas a leer. Apretá este segundo en un puño y no lo sueltes ni por puta”

¿Cómo fue este proceso?

Con este libro me obligué a una escritura diaria. Todas las mañanas escribí durante un año y medio, más o menos. Y lo que se dio fue mucho texto con una corrección mínima, porque la idea fue ver qué se iba produciendo. Se generó un corpus en el que se leían ciertas temáticas y formas de escritura en las que vi ciertas “manchas” que pude juntar.

El libro tiene dos grandes partes que al interior son nueve. La primera parte tiene una cuestión más personal y la segunda tiene más que ver con la relación con el otro. A su vez se dieron en simultáneo. Noté la fragmentación de todos estos pequeños textos que se expresó también en el interior de cada uno de ellos.

La última parte, que es la que le da nombre al libro, creo que es una síntesis. En el libro están “los persona” que trabajan el tema de cómo salimos al mundo con una máscara, como un personaje; “los fragmentados” y cómo se lee esa fragmentación en el cuerpo y en las palabras; “los invisibles” que son los que empiezan a desaparecer de la sociedad.

En la síntesis intento volver al lenguaje necesario que es de ruptura y anárquico pero relacionado con el primer niño.

Pasado el tiempo he visto una relación con el libro anterior, “El perro verde”, en el que tampoco había un lenguaje visible. En este caso los niños terminan siendo los portavoces que dicen lo que hay que hacer y cómo hay que decir.

De todas maneras lo que me llama la atención es que en la última parte del libro, en la que hablan los niños en cada poema, en el último, habla un grupo de chicos porque la manera que se encuentra en el libro de salir es de manera colectiva. Es imposible escapar de algo o construir algo solo.

¿Cómo editaste “Niños”?

Cuando estaba “ordenando las manchas” se largó el concurso Oliverio Girondo. Mandé tres o cuatro poemas y gané el premio que era la edición. Ahí metí pilas para terminarlo, pero lo interesante de esto fue que cuando ya estaban armadas las partes gran parte de la corrección la laburé con los editores: Carolina Suárez y Jorge Córdoba, escritores muy interesantes. Tiene como siete correcciones. Fue y vino como un año el libro y estuvo interesante porque también aprendí un montón.

Pude correrme. Luego de dos años trabajando el libro se te pasan cosas y el laburo que ellos hicieron me encantó. Editorial Bruma lo distribuye y también está en la librería García Santos de Ciudad.

¿Estás trabajando en algo ahora?

Sí. Estoy laburando una idea que tiene que ver con un año pasado muy caótico con la muerte de mi viejo y pude también viajar a México, experimentar y entender muchas cosas que acá no podía ver.

La carga del catolicismo tan fuerte, la cultura maya y muchas marcas que te cuesta comprender. La idiosincracia es muy parecida a la nuestra pero terminé enroscándome con el Mictlán que tiene nueve pasos y encierra el paso a la muerte de una parte de la población.

Estoy trabajando con esos textos.

¿Siempre en poesía?

Sí. Estuve trabajando en una novela el año pasado y no me gustó. Son procesos muy distintos. La respiración del texto es muy otra y estuvo bueno para pasar de un libro a otro. Quedó escrita la novela pero no me convence.

 

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