El nuevo material de la cantautora Lucía Miremont empieza a ver la luz en tiempos en los que la música es fundamental. La artista charló con EL OTRO para compartir algunas impresiones de su trabajo y el momento que le toca vivir.

Foto: Valentina Iniesta

Lucía Miremont hace música y actúa, da talleres y cursos. Es clara y profesional. Participa de proyectos colectivos pero también cultiva su carrera solista. EL OTRO la contactó para conocer de su boca qué la inspira a seguir trabajando y cuáles son sus próximos proyectos.

¿Cómo te vinculaste con el arte?

Estudié teatro de adolescente, en cursos y talleres. Tenía el objetivo de ser actriz de adolescente e hice clown, pantomima y demás y entré en la facultad de teatro. Ahí hice mi primera obra de teatro callejera y a la par tenía una banda de folclore latinoamericano. Siempre canté, iba a los Niños Cantores (Ndr: Escuela musical de Pedro Molina, Guaymallén), que tiene una formación muy completa. Después estuve varios años un grupo de tango que devino en La orquesta no vino.

 

A teatro me dediqué mucho al principio, hice varias obras y como cuatro comedias municipales, que estuvo buenísimo, porque no abunda el teatro remunerado acá. Cuatro años seguidos para mí fue un golazo. Cuatro obras muy distintas con cuatro directores con mucho recorrido. Aprendí un montón y me pude dedicar full time.

Después hubo un momento bisagra en el que me aceptaron como corista de Zona Ganjah, que es una banda de reggae, y esa fue una experiencia con un nivel de profesionalismo que yo no había conocido tanto. Viajamos bastante y el primer toque en el que estuve con la banda fue en el Luna Park.

En ese momento, como no podía hacer otra cosa porque el trabajo era exclusivo, empecé a tocar más la guitarra, a hacer canciones, y me acerqué mucho a la música. Sentí que era un espacio que me daba muchas posibilidades.

Claramente hubo vocación desde siempre.

Sí, desde chiquita me gustaba mucho cantar y hacer monerías y mis viejos me apoyaron bastante. A medida que fui creciendo lo fui viendo como una vocación. Hoy por hoy, a veces digo: “Era verdad eso de que los artistas a veces se cagan un poco de hambre” y “¿Por qué no habré elegido otra cosa?”. Pero me dediqué a esto y le estoy poniendo todo para que suceda. También hay que reconocer que hay etapas mejores y peores.

¿Qué géneros te interesan más? Tu trabajo refleja cierto eclecticismo

Sí, puede haber cierto eclecticismo. Soy muy curiosa, me gusta hacer cosas nuevas, me enciende bastante, me desafía.

Entiendo también que va mutando cómo me tomo lo artístico, lo que tiene que ver con cómo va mi vida, lo que me va pasando y cómo ve voy sintiendo porque, básicamente, es el material con el que trabajo. En todo caso tiene que ver con mi proceso de crecimiento evolutivo.

Las canciones, las melodías y las palabras me interesan mucho. Luego la música es tan amplia y, en el momento en el que estamos, se han mezclado tanto los géneros que ya no es tan necesario respetar los parámetros sino que se van adaptando respecto de lo que necesito decir.

¿Cómo te trata la pandemia y el aislamiento?

Muy variable. Ahora me está costando un poco. Yo tengo un hijo de tres años y la maternidad como la viví al principio, más dependiente, más ligada al puerperio, es muy dura.

Mi compañero sí ha podido seguir trabajando porque está ligado a la alimentación y soy la que tuvo que quedarse. Esa parte me cuesta bastante, la de maternar todo el día, porque últimamente habíamos tenido mucha más independencia con el jardín, los abuelos. Esto también me había reencontrado más con mi trabajo, las actividades sociales…

Y, bueno, también extraño a mis amigas, a mis amigos, a mis viejos, el contacto afectuoso. Soy muy de los vínculos y del amor.

¿Estás enseñando de manera no presencial?

Sigo con menos frecuencia porque mucha gente se ha quedado con el trabajo a medias. Tampoco sé si a todo el mundo le pinta tanto la virtualidad. Al principio me quedé con la mitad de les alumnes y de a poquito va remontando porque también la gente va necesitando de estos espacios.

Sigo con las clases de canto particulares, porque estaba dando clases grupales, pero me ha costado darle la vuelta para poder replantearlas y modificarlas y que sigan sucediendo a través de lo virtual.

Foto: Gentileza

¿Cómo creés que va a ser el trabajo artístico cuando se pueda circular de manera más fluida?

Es una pregunta que nos hacemos todos los que estamos en el arte. Justo es una actividad que aglomera muchas personas y parece que será una de las últimas en volver a cierta normalidad. Estoy pensando en un tiempo largo como diciembre para volver a hacer cosas.

Ojalá que cuando podamos juntarnos sea una fiesta. Ojalá desde Cultura promuevan más festivales.

¿Te han contactado desde algún organismo oficial?

Casi que no. Solo me escribió algo uno de la Municipalidad de Capital para participar de un ciclo, pero tuve que decir que no porque no me pagaban nada y me pareció una falta de respeto.

La propuesta era que filmara tres canciones para que ellos publiquen en sus plataformas a cambio de esa publicidad. Eso no me sirve en este contexto en el que necesito laburar. No puede ser que yo esté generando contenido para entidades públicas que debieran hacerse responsables de producir cultura.

Sí has publicado en tus redes nuevos materiales.

Entiendo que es el momento, más allá de que estoy presentando un EP de tres canciones que se llama Pelaje. Además, todos los viernes estoy haciendo alguna canción versionada o algún tema mío. Justo coincidió con que yo tenía planificado estrenar este EP ahora, solo que se dio en este contexto.

¿Para qué sirven la música y las canciones?

Sobre todo creo que le aportan belleza al mundo. Pienso en cuando hago canciones y para mí el arte es una herramienta de transformación hacia planos que no son posibles en lo concreto, sino más en lo metafórico, en el plano energético.

Es algo súper espiritual, yo me conecto desde ahí, desde esta forma de ver la vida de manera poética que te conecta con cualquier situación que estés viviendo. Le pone belleza poética a un mundo en el que hay muchas cosas muy horribles.

 

 


 

EL OTRO TE NECESITA

No recibimos pauta del gobierno ni dinero de grandes empresas. Por eso hoy más que nunca es indispensable tu apoyo económico para sostener este proyecto de comunicación independiente. Sumate ahora mismo a la Comunidad EL OTRO con un aporte mínimo de $200 mensuales.

 

Aporto $200

Aporto $300

  Aporto $500 

Yo defino mi aporte

 

Una vez que hagás tu colaboración recibiremos automáticamente un mail y nos comunicaremos con vos. Si tenés dudas o consultas podés escribirnos a través del messenger de la Comunidad o del correo electrónico comunidadelotro@gmail.com .

Si luego de hacer el aporte decidís interrumpirlo, podés darte de baja en cualquier momento. No exigimos un tiempo de permanencia.

 


 

¿Por qué te pedimos ayuda?

 

Somos una cooperativa de trabajadorxs de la comunicación integrada por doce profesionales que desde hace más de tres años publicamos el diario digital EL OTRO (www.elotro.com.ar).

Investigamos al poder y mostramos sus mugres bajo la alfombra, retratamos la Mendoza invisibilizada, te acercamos a las y los artistas que cotidianamente construyen nuestra cultura, y te acompañamos en incontables manifestaciones, marchas y protestas en las calles mendocinas. Porque siempre estuvimos en la misma vereda que vos.

Pusimos el hombro y el cuerpo para sostener el compromiso con tu derecho a la información, manteniendo el pacto de honestidad intelectual que te planteamos desde el inicio, y asumiendo los costos y riesgos que trae el ejercicio de la libertad de expresión y la crítica ante gobiernos marcadamente autoritarios.

Queremos seguir haciendo lo que más nos gusta: periodismo cooperativo y solidario, a contramano del discurso oficial.