En medio de la peor crisis política que afronta la alianza Cambiemos desde que llegó al poder, el gobernador Cornejo se hartó y fustigó a Carrió. Pero la previsible retracción de la economía y la inminencia del calendario electoral dejan expuesto y debilitado al caudillo mendocino, quien paga los platos rotos de Gualeguaychú y se prueba el traje de bombero, intuyendo que la política deberá hacerse cargo del desastre.

Foto: Coco Yañez

Ya nadie lo duda. El gobierno que encabeza Mauricio Macri atraviesa su peor momento y ya suena el llamado a elecciones anticipadas para marzo de 2019. No hay indicador o señal que genere alguna expectativa en contrario, ni social ni productiva, menos económica. La macro y la micro fueron derruidas por el “mejor equipo de los últimos 50 años”. Lo que resta analizar es si hubo dolo o impericia, planificación o improvisación.

Otra certeza asoma irremediable: la situación empeorará profunda y aceleradamente.

Estos datos del presente y proyecciones hacia el segundo semestre son componentes determinantes para el escenario de crisis política que azota a la alianza gobernante, que acudió al FMI para garantizar la última fase del saqueo, institucionalizando y socializando los costos de la timba financiera que instrumentó desde el minuto uno de administración.

Tres tristes tigres

Foto: Coco Yañez

No fue Macri solitariamente quien alcanzó este triste resultado. Es el máximo responsable, pero su producto electoral Cambiemos fue compuesto por otrora socios -ahora cómplices- que le otorgaron el volumen necesario para recorrer la aventura. Los dos más importantes: la Coalición Cívica referenciada en Elisa Carrió y la Unión Cívica Radical, que tras la célebre convención de Gualeguaychú, decidió sumarse como un furgón de cola que ahora amenaza con descarrilar.

El tridente se concretó en las PASO de 2015 con las candidaturas de Macri, Carrió y Ernesto Sanz y terminó acumulando para el actual presidente el voto antiperonista, trabajado sistemáticamente en el plano cultural y simbólico de nuestra sociedad.

El carro fue abordado también por Alfredo Cornejo en Mendoza, quien de hecho logró ampliar más aún el espíritu aliancista en la provincia.

Aquel diseño electoral fue craneado por el poder económico e interpretado en clave política, principalmente, por la dirigencia mencionada.

En esta convivencia de dos años y pico, la centralidad recayó en el PRO macrista, con la UCR en opacado rol secundario y en alerta permanente ante los desequilibrios de Carrió. Al necesitar algo más que lo aportado por sus socios, el gobierno se surtió de las bondades de un sector del peronismo, siempre atento a poner a disposición su gimnasia negociadora.

Pero Macri comenzó a sufrir las consecuencias de sus iniciales directrices y por ende el correspondiente bajón político. El detonante mayor fue el desgaste sufrido por la reforma previsional. Desde ese momento, sus socios presionaron por mayor injerencia, ya con Cornejo como presidente de la UCR. Pero era tarde.

La tormenta perfecta

Foto: Seba Heras

Hoy reina el desconcierto en Cambiemos y el episodio Carrió vs UCR o Carrió vs Cornejo es fiel reflejo de su crisis política. Porque el interés común que los agrupó ya no es prioritario para ninguno. Claro está que quienes condicionaron esta alianza desde afuera ya hicieron su negocio y están hoy más preocupados por cómo fugar el botín que en los intereses desechables de Macri, Carrió y la UCR. Cada uno como juguete de un destino incontrolable.

Consecuencia del perverso papel que decidió protagonizar tras Gualeguaychú, probablemente a la UCR le toque la peor parte ahora. De ahí la reacción y encono de Cornejo ante la provocación de Carrió, quien no está del todo equivocada en eso de haber logrado desde afuera del radicalismo aquella definición de la Convención, aunque omite el protagonismo de Sanz, y sobre todo, del “círculo rojo” que presionaba alrededor.

Foto: Cambia Mendoza

Cornejo, también parte de la estratagema, reacciona más preocupado por lo que se avecina que por la grotesca situación. En este juego de roles, es quien genuinamente representa o tiene más por perder, justo cuando sueña con la estocada final para hacerse del control de la Suprema Corte.

A los botes

Foto: Prensa Gob. Mza.

Macri ya aseguró el futuro de los nietos de Antonia y el PRO no parece tener más plan de contingencias que la evacuación ordenada hacia el aeropuerto -de Panamá-. Si se lee la historia reciente, fácil podrá deducirse que luego de la crisis llegan los bomberos, generalmente provenientes de la política.

“Lilita” enciende las alarmas y Cornejo ya se prueba el overol político, un uniforme que le calza muy bien más allá de sus dislates autoritarios que este fin de semana hicieron coincidir a medios tan opuestos como La Nación y a El Cohete a la Luna, dirigido por Horacio Verbitsky.

Foto: Coco Yañez

Con la provincia estancada, las primeras señales del ajustazo en las partidas nacionales y la espera de una potente crisis que acompañará el próximo calendario electoral, Cornejo se ve obligado a atestiguar públicamente firmeza política y liderazgo ante sus correligionarios.

Sabe que el ánimo social no es el mismo y que se verá recurrentemente más condicionado a despedidas anticipadas, como la que emprendió ayer en el acto central por el 9 de julio en Rivadavia.

Aunque Carrió lo someta al escarnio y siga el guión del stand up que le dicte la Embajada, en la memoria de Cornejo seguramente acechan otros fantasmas radicales. Dicen que cerca del “sillón de San Martín” suele aparecer la sombra de Roberto Iglesias mirando desde lejos como el helicóptero del 2001 abandonaba la Rosada.

Los fantasmas no existen. La historia sí.

 


 

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