El gobernador Suarez prefirió continuar el estilo prepotente y autoritario de su antecesor y, a escondidas, le tomó juramento a María Teresa Day como nueva integrante de la Suprema Corte de Justicia de Mendoza. La consecución de la ansiada suma del poder público despeja totalmente la sospecha acerca de quién ostenta el poder político en una provincia definitivamente sin timón y económica, social e institucionalmente quebrada.

Fotos: Prensa Gobierno de Mendoza

Entre gallos y mediodía

Como era previsible, en la mañana de ayer el Senado aprobó la nominación de María Teresa Day para ocupar la vacante producida por la renuncia de Jorge Nanclares a la Suprema Corte de Justicia de Mendoza. Los 23 senadores del oficialismo correspondieron con sendas bolillas blancas la postulación, en una sesión sin participación de los bloques de la oposición.

La sorpresa llegó minutos más tarde cuando el gobernador, bajo un estricto hermetismo, le tomó juramento a Day en Casa de Gobierno rodeado de su gabinete, el renunciante Nanclares e intendentes del oficialismo. Para llegar a esa instancia se valió de una picardía: le solicitó una nueva renuncia a Nanclares (quien la había condicionado a la ejecución de su trámite jubilatorio) y la aceptó mediante un decreto, despejando el camino administrativo para la designación exprés de la ahora ex coordinadora del Ministerio Público Fiscal.

La “avivada” tornó abstracta la medida cautelar solicitada por la oposición y un grupo de organizaciones de derechos humanos ante la Sala II de la Suprema Corte para dilucidar si cumplía con los requisitos constitucionales. Pero sobre todo, denota la intencionalidad del gobierno de forzar al máximo la convivencia institucional de la provincia con el objetivo de lograr la mayoría automática en el máximo tribunal, cuestión en su momento esquiva para la administración Cornejo.

Atentos a la fragilidad formal de la designación, el oficialismo optó por avanzar con extrema velocidad y prepotencia con la intención de dar punto final al tema en la arena pública en medio del ridículo elefante del Mendoexit.

Republiqueta de Mendoza

Es probable que el disciplinamiento de la pauta oficial atenúe la exposición del conflicto en los medios afines, pero es seguro que la Dra. Day no podrá quitarse de encima fácilmente el carácter ilegítimo de su tránsito a la Corte.

Por lo pronto, las organizaciones que solicitaron la medida cautelar sumaron ayer a su requisitoria la anulación del decreto de designación de Day, basándose en el artículo 43 de la Constitución Provincial que expresa que “Los nombramientos de funcionarios y empleados que hagan los poderes públicos prescindiendo de los requisitos enumerados o exigidos por esta Constitución, son nulos, y en cualquier tiempo podrán esos empleados ser removidos de sus puestos”.

Intendentes del oficialismo acompañando la asunción “exprés”.

Es esperable también que en la gresca provocada por el oficialismo se produzca una seguidilla de recusaciones al interior de la Suprema Corte de dimensiones incalculables. Situación que excedería una resolución jurídica local, dando lugar a la intervención de instancias nacionales e incluso internacionales. En el juego de los parecidos, ya pasó con el señor feudal Morales en Jujuy.

En el plano político, con esta decisión Suarez se reconoce absorbido definitivamente por los intereses de su antecesor. Replica su estilo, sus formas y se aferra a sus objetivos.

Aunque el entramado de continuidad no debería sorprender en la actividad política, resulta llamativo que ante la cantidad y calidad de problemas que heredó y el rotundo cambio en las condiciones políticas, repita las fórmulas sin mayores modificaciones. Hasta aquí Suarez solo gestionó una diversificada serie de fracasos, todos marcados por la administración de su padrino. La pueblada por la 7722 acabó con las expectativas de negocios del cianuro, el descomunal endeudamiento, desempleo y pobreza generados durante el período anterior lo llevó al default selectivo sobre los trabajadores, su seguidismo dialéctico lo acorraló con Portezuelo del Viento. Ahora se obstina en doblegar la fama republicana de nuestra provincia.

Sin considerar la pandemia (pero alerta porque Cornejo le vaticinó un terremoto), el camino elegido por el gobernador se aleja de la impronta dialoguista que mostró durante su campaña electoral. Característica que ayudaría más en un mundo que cambió para siempre y en una coyuntura política nacional modificada diametralmente, que exigirá dirigentes que ponderen el interés colectivo sobre las aspiraciones y negocios personales para campear la crisis sin precedentes que atraviesa nuestra sociedad.

A poco más de seis meses de su asunción, sería muy sano que el gobernador Suarez se rebele y le proponga al pueblo de Mendoza algo más digno y sensato que el ridículo elefante secesionista.

 


 

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