Este lunes se estrenó Pistolero, una película basada en la historia de los hermanos Velázquez, los últimos bandidos populares de la Argentina. EL OTRO entrevistó al actor Juan Palomino y al director Nicolás Galvagno, productores del largometraje realizado en el secano de Lavalle.

Por Negro Nasif / Fotos: Coco Yañez

“Siento una gran, gran alegría de poder estar hoy acá en Lavalle mostrando, finalmente, la película terminada”, dice con satisfacción Nicolás, quien habla desde el escenario a un público donde hay “caras conocidas” que en pocos minutos aparecerán en la pantalla de la Casa de la Historia y la Cultura Juanita Vera de Tulumaya.

Nicolás es Galvagno, director de Pistolero, la película que comenzó a tomar forma concreta hace siete años en el secano lavallino, y que este lunes se estrenó en casa, con la participación de actores y actrices de esta tierra ancestral, con Juan Palomino, actor y productor del film, y Roberto Righi, el intendente que decidió apoyar un proyecto que “permitirá difundir a Lavalle en el país”  y que “promovió la diversificación de la matriz productiva del departamento, generando nuevas oportunidades culturales y económicas”.

Palomino, Galvagno y Righi.

 

El largometraje, en el hermoso y agreste escenario natural del norte mendocino, es una narración ficcional que reconstruye parte de la historia de los hermanos Isidro y Claudio Velázquez (hermanos Mendoza en la película), los últimos bandidos populares argentinos, en el contexto de la dictadura de Juan Carlos Onganía. El western pone en tensión los violentos años 60, a la vez que plantea el conflicto entre pasado y destino de hombres que quedaron embretados en el camino existencial de la vida sin ley, cebados, como “tigres que ya probaron cristianos”.

Previo a la primera proyección, en diálogo con EL OTRO, Galvagno y Palomino, reflexionaron sobre el sentido libertario y mítico de personajes marginales de armas tomar que, sin buscarlo, evidenciaron la injusticia de un orden asimilado a un callejón sin salida.

Estamos en Mendoza, tierra conservadora pero a la vez la última tierra de Juan Bautista Bairoletto. ¿Hay algo de esta contradicción también en la película?

Palomino: Es inevitable que aparezcan emergentes de esa naturaleza en sociedades tan ceñidas por la inequidad. Cuando aparece el conservadurismo, cuando se mantienen formas feudales, suceden este tipo de emergentes sociales.

Creo que la historia de la humanidad está dada por estos personajes que se corren del mundo, del sistema. Cuando las asimetrías se producen, el Estado está ausente, y muy pocos tienen mucho, aparecen personajes que son amados por un pueblo que tiene una cierta empatía con ellos.

La película no se trata de una apología del ladrón o la justificación del crimen sino la exposición de momentos en los que la situación se va de las manos, se desmadra, producto de la profunda inequidad que existe en la sociedad.

Galvagno: Es la coyuntura que hace que surjan estos personajes. Vos preguntabas sobre Bairoletto y los conservadores en Mendoza y, justamente, el bandido es una contrapropuesta que se va generando sola en contra de ese factor reinante. Son emergentes que nacen del pueblo porque la conducción legal de la sociedad no existe.

En Pistolero, la historia de los bandidos se da durante el gobierno de facto de Onganía, donde la ley no se está cumpliendo, no hay justicia, y cuando no hay justicia la gente empieza a buscar por otro lado ese concepto. Entonces, estos bandidos que ya están de antes, son puestos por la gente en ese lugar de justicieros, cuando en general al bandido no le interesa eso, sino que simplemente va y hace de las suyas.

Surgen los justicieros desde el pueblo porque, justamente, desde arriba, en el Estado, no existe justicia.

Palomino: Estos personajes no tenían un dogma, no provenían de ningún tipo de ideología. Eran tipos muy pragmáticos pero que también se preguntaban “¿por qué está descalza esta criatura?”, cuestionando así que exista una idiosincrasia que permita que en un mismo espacio uno esté con botas y que otro no tenga zapatos.

Este no es un fenómeno anclado en la inequidad de América Latina. El historiador inglés Eric Hobsbawm también habla de los bandidos en el mundo.

En los años 60 y 70 la militancia revolucionaria insistió sobre la preexistencia de la violencia implícita del capitalismo que legitimaría la violencia defensiva del pueblo. La violencia de abajo como respuesta a la violencia de arriba ¿Ese conflicto está presente en los bandidos populares?

Palomino: Claro, en un libro de Roberto Carri, papá de la directora Albertina Carri, se habla de las formas prerrevolucionarias de la violencia que aparecen en Isidro Velázquez…

Galvagno: Hay una relectura de los bandidos por parte de los intelectuales, es decir, desde afuera. Pero el bandido no tiene dogma, no tiene ideología, simplemente es.

Palomino: El que lo toma y lo pone en ese lugar de Robin Hood es el pueblo.

¿Por qué surgió hablar de bandidos en el contexto actual?

Galvagno: Fue bastante causal. Esto comenzó hace siete años atrás. En realidad, en 2013 vinimos por primera vez a Lavalle, pero con la idea comenzamos a fines de 2011. Juan me lo propuso porque ya había tenido una posibilidad anterior que se pinchó. Fue él quien trajo el tema a la mesa: hacer una película de bandidos que tenga cierto trasfondo social.

Palomino: Los Velázquez en el contexto del onganiato tenían un gran significado. Son los últimos bandidos, enemigos públicos número uno del Chaco que son muertos en un enfrentamiento el mismo Día de la Policía.

 

Pistolero se estrena comercialmente mañana, jueves 10 de octubre, en Cinemark Palmares y Village Cines de Mendoza Plaza Shopping.

 

Sinopsis: La historia sigue el raid delictivo en el interior rural de Isidoro Mendoza y su hermano Claudio durante la dictadura de Onganía, y como la violencia de sus hechos lo atraviesan y empiezan a hacer mella en nuestro protagonista. Una maestra de Buenos Aires llegará a su vida y el amor será una nueva posibilidad de cambio, pero aunque lo intente, no puede escapar de la entropía que generan sus acciones y pulsiones.

Ficha técnica:

Director: Nicolás Galvagno
Guión: Nicolás Galvagno
Productor: Nicolás Galvagno
Productora Ejecutiva: Oriana Castro
Productores Asociados: Oriana Castro, Esteban Mentasti, Horacio Mentasti, Juan Palomino
Director de fotografía: Leonel Pazos Scioli
Directora de arte: Lucila Presa

Director de sonido: Sebastián González
Edición: Emanuel Flax, Nicolás Galvagno
Música original: Mariano Castro
Directora de producción: Clarisa Oliveri
Asistente de dirección: Martín Blousson
Intérpretes: Lautaro Delgado Tymruk, Sergio “Maravilla” Martinez, Diego Cremonesi, Juan Palomino, Maria Abadi