Una columna de opinión de Julio Semmoloni, habitual colaborador de EL OTRO, generó la respuesta crítica de uno de nuestros lectores. Transcribimos el texto completo recibido en nuestra redacción.

Por Diego Lobos

Dentro del ideario del militante kirchnerista, el respeto a la protesta social ocupa un lugar destacado. La frase de Néstor Kirchner “No le voy a pegar a nadie” ha quedado marcada a fuego, y eso se evidencia en el malestar y la indignación que produce entre los simpatizantes “K” cualquier hecho de represión.

Entiendo que esta postura antirepresiva de los militantes “K” es honesta y valiosa. Los medios de comunicación relacionados con el kirchnerismo y los propios dirigentes kirchneristas, incluida Cristina, avivaron con sus discursos ese fuego antirepresivo y lo han establecido como pilar fundamental de su ideología.

Hace unos días, leí con cierto asombro el artículo de opinión “Reprimir o no reprimir, ahí está la grieta” escrito por Julio Semmoloni en este mismo medio. En ese artículo, se intenta posicionar a Cristina como portadora del legado antirepresivo de Néstor Kirchner y ubicada en las antípodas de Mauricio, al otro lado de La Grieta.

Esta cuestión quedaría demostrada, según Semmoloni, por la republicana conducta de Cristina durante los 129 días que duró el Conflicto del Campo de 2008. Efectivamente, y de ahí viene mi asombro, la ex presidenta no reprimió a los manifestantes del campo (terratenientes y muy lejos del sector popular), aun cuando se cortaron rutas de manera extensa, llegando al punto del desabastecimiento de gran parte del país; pero sí lo hizo de manera sistemática con todo corte de ruta protagonizado por trabajadores.

Si está mal o bien reprimir y a quienes, depende de la ideología de cada uno. Pero caracterizar a Cristina como abanderada de la “no represión” y portadora de exaltados valores republicanos, no tiene ningún arraigo en la realidad.

Solo chequeando los medios oficialistas durante los periodos presidenciales de la ex mandataria, surgen innumerables actos de gobierno que muestran una prolija y contundente política represiva de la protesta social y un perfeccionamiento de los engranajes de las herramientas estatales que se usan para tal fin. Esto incluye a los gobernadores que respondían a Cristina. Hoy mismo apoya tácitamente la represión en las provincias gobernadas por el FPV.

Ejemplo paradigmático: represión de los trabajadores despedidos de la empresa LEAR, con el saldo de 50 heridos, 13 hospitalizados, varios detenidos, autos atacados y secuestrados por la Gendarmería, comandada por el excarapintada Sergio Berni, que responde directamente a la primera mandataria. Recordemos que los trabajadores de LEAR estaban luchando por mantener sus puestos de trabajo, el lema era “Ni una familia más en calle”, es decir una lucha ejemplar, digna, valiosa, necesaria, totalmente alejada del Conflicto del Campo donde el problema era un punto más o menos de ganancia. A los terratenientes se los respetó, a los trabajadores, se los reprimió.

Otros casos: represión a trabajadores despedidos de Kraft Foods (65 detenidos), de la Línea 60 (18 heridos, 5 detenidos), de Madygraf, a docentes de Tierra del Fuego, a la comunidad Qom, defensa por cadena nacional de la detención, tortura y condena a cadena perpetua de los trabajadores petroleros de La Heras.

Cristina también perfeccionó el aparato represor: impulsó la Ley Antiterrorista (que usó para criminalizar trabajadores a pesar de haber prometido lo contrario), creó y sostuvo el Proyecto X, que compilaba ilegalmente información de activistas sociales, permitió la infiltración ilegal en organizaciones sociales y de DDHH, salvó a la SIDE (le lavó la cara y la cambió de nombre, pero no desclasificó documento alguno de la misma, escritos que permitirían avanzar en los juicios por crímenes de lesa humanidad), puso al mando de las FFAA a César Milani, quien está procesado por crímenes durante la dictadura.

Como cereza del postre, CFK se alió política y económicamente con la minera Barrick Gold, reconocida mundialmente por apoyar dictaduras en todo el planeta y por mantener grupos paramilitares propios que han llevado adelante el genocidio de los trabajadores mineros de Ruanda. A esta gente, le regaló un glaciar entero y le permitió crear una suerte de tercer país: Pascua Lama.

Volviendo al artículo de Julio Semmoloni, si hablamos de legados, el ajustado aparato de represión de la protesta social es el legado de Cristina a Mauricio, alumno ejemplar en esta materia.

 


Leer más:

Reprimir o no reprimir, ahí está la grieta