Por Manuel García
Foto: Seba Heras

Sancho se levanta esta mañana muy preguntón y me pregunta (claro está) así sin más para qué sirve la Sociología. Tomo aire, termino de tomar mi café y comienzo a despacharle una caterva de aseveraciones que no sé si lo conforman o no. Le digo que los sociólogos forman a otros sociólogos, siempre y cuando tengan la buena fortuna de pertenecer a un ámbito universitario. Por lo general trabajan para el Estado y fijan su puesto laboral, cuidándolo lo más posible. En otros casos trabajan en el ámbito privado, pero son los menos, ya que las empresas privadas solicitan profesionales con excelentes promedios. Los sociólogos hacen un análisis crítico de la realidad pero no están dotados de cambiarla ya que son simples científicos sociales. En algunos casos se entrometen en otras disciplinas con el fin de llevar su conocimiento a las mismas, pero no prosperan. Muchos de ellos trabajan como docentes en educación media, y se quejan, se quejan mucho. Algunos tienen suerte y enganchan un puesto político y no los mueve ni Dios, aunque muchos de ellos sean ateos.

Sancho queda con cara de sociólogo en una Iglesia Evangélica y me pregunta sobre los Padres de la Sociología, sobre el método sociológico, sobre las distintas ramas de la sociología, sobre la ciencia en la actualidad. Le contesto con encono que esta ciencia está más muerta que sus profesionales y que no se machaque tanto la cabeza con esos cuestionamientos, él nunca va a poder dilucidar a ciencia cierta el verdadero rol del sociólogo en esta sociedad. Sancho bosteza con cierta parsimonia y nada contento con la explicación que le he dado. En ese momento llama un amigo que es sociólogo y me pregunta si sigue en pie lo del asado en casa para el domingo a la noche, ya que el lunes es feriado y ninguno trabaja. Sancho me mira un poco sorprendido y me dice: eso, eso hacen los sociólogos, se juntan a comer asados y polemizan acerca de la realidad. No tengo nada que responderle al canino, ya que esos son sus cuestionamientos acerca de las ciencias blandas. Ahora Sancho me acompaña a la carnicería y nunca jamás volverá a preguntar sobre el tema.

 

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