Hoy: Sancho y su primer encuentro con la ley

Por Manuel García
Imagen: Ser Shanti

“Tantos odios para curar, tanto amor descartable”.
Virus

Fumar, meditar, deambular y conversar con Sancho en el pasto público de Godoy Cruz son acontecimientos que sinceramente me sientan bien. ¿Existe algo fuera del marco de la ley ante esas nobles acciones? Terriblemente la respuesta es sí. Estábamos leyendo muy despreocupados bajo un árbol al momento que se acercaron dos oficiales de la ley y el orden. Se presentaron de manera adecuada y me informaron que pasear con un perro Rottweiler (animal potencialmente peligroso) sin cadena ni bozal es un motivo más que suficiente para ser sancionado según el nuevo Código Contravencional. Intenté explicarles a los uniformados que Sancho es sutil y que jamás osaría hacerle daño al prójimo, a menos que viera su vida en peligro o la de los que lo rodean. Pero es en vano tratar de expresar algo así a una persona que se viste completamente de azul para trabajar y que usa los mismos borceguíes de manera indistinta tanto en invierno como en verano. Me aseguraron casi al mismo tiempo que estaba infringiendo el artículo 64 y 65 de dicho Código, me hablaron además de las sanciones en Unidades Fiscales y de un eventual arresto. Me aconsejaron casi afectuosamente obtener una licencia administrativa y una inscripción en los registros municipales por la tenencia del canino. Me levanté lo más rápido que pude y miré a Sancho que en ese momento tenía cara de niño bueno. Uno de los uniformados volvió al móvil policial y puso atención a su teléfono celular, posiblemente comenzaba a enviarse mensajes con su novia porque el oficial era joven, como recién salido de la fábrica de policías. De ninguna manera voy a pagar ni un centavo al Fisco, prefiero que me toquen el orgullo a que me toquen el bolsillo, pensé y saqué la correa con el collar que llevaba en el bolso. Sancho volvió a poner cara de niño bueno y acollaré su cogote. El bozal está en casa, le dije al oficial, pero cómo hago para formularle a un policía que hablo con mi perro, es posible que vulnere alguna norma moral. Es dable asimismo que me arresten y me depositen en una clínica psiquiátrica de por vida, y ya no quiero pasar por eso. Fueron unas cortas vacaciones para nada recomendables, con dos comidas diarias y un sistemático cocktail explosivo de píldoras. De regreso a casa le comenté a Sancho que de ahora en más vamos a tener que utilizar correa y bozal. Él rió burlonamente, dándome algunas características de la saga del Planeta de los Simios y pensando en que la torta se va a dar vuelta en algún momento. Mientras tanto, el Estado controla nuestras caminatas y consecuentemente el cuerpo de Sancho. Fauces, ano, genitales y orificios nasales fiscalizados por la Gran Maquinaria. No sé cuál es la novedad, somos animales bajo control.

+Sancho y todo lo demás