Hoy: Sancho y un hallazgo accidental

Por Manuel García | Foto: Ser Shanti

 

“Subí, bajá, date vuelta, por favor no dejes que me hunda. Esta noche creo que voy a caminar solo, voy a encontrar mi alma antes de ir a casa. Cada vez que volteo sé que siempre voy a tratar de romper el círculo que ha sido puesto a mi alrededor. Y nunca había visto a nadie como vos. No, nunca había conocido a nadie como vos.”

  New Order

 

Cuando llego a casa, mi primer deseo es abrir una lata de cerveza, hoy ha sido una jornada calurosa. Inicio mi entrada recogiendo una revista que el cartero ha dejado por debajo del portón. No hay nadie, enciendo un cigarrillo y salgo al patio. Observo nueve hoyos en distintos puntos del jardín y a Sancho desparramado y un poco jadeante bajo la sombra de un arbusto. Sobre la mesa del patio se encuentra un libro de cuentos, dejo la revista sobre el ejemplar y en la cima coloco la lata como haciendo equilibrio. A los pocos minutos llegan los otros integrantes de la familia. Clara viene enojadísima por el comportamiento de la mascota, y dice que no sabe qué es lo que le pasa a Sancho, que ha estado toda la siesta haciendo pozos en el jardín. Miro al canino con una sonrisa cómplice. Miro la expresión de fascinación que tiene Max ante tantos agujeros y tanta tierra ¿Por qué has hecho esos pozos?, le pregunto al perro. Estoy buscando un Aleph, me responde. Sancho cree que toda casa tiene su propio Aleph, por lo tanto se ha dado a la tarea de encontrarlo. Según la narración literaria del autor argentino, el Aleph es una esfera tornasolada de pocos centímetros de diámetro que simboliza un punto en el espacio que contiene a la vez todos los puntos del Universo. No sé por qué el animal ha vuelto a esas lecturas, deber ser que quiere acceder al infinito con la ayuda de una pequeña luz incandescente para que le muestre un Universo fractal, un holograma. Su pensamiento tiene cierta lógica, pienso. No vemos la realidad, le digo mientras observo cómo poco a poco Max va ensuciando su ropa con la tierra desparramada, vemos conceptos que forman nuestra realidad. Sancho olfatea un pozo y le pasa la lengua por la cara al niño. Clara sale al patio con una lata de cerveza y se sienta a mi lado a fumar, acción que dura aproximadamente doce minutos, luego me dice que se va a bañar. Dando los primeros sorbos de mi segunda cerveza le digo a Sancho que si su idea es observar una esfera inteligente para acceder a todos los puntos del espacio, no es necesario que haga tanto daño en el jardín ni que descienda diecinueve escalones hacia un sótano como se describe en la ficción literaria. ¿Y cómo encuentro mi Aleph?, me pregunta la mascota con el hocico lleno de tierra. Hay otras maneras, le respondo, ya que creamos nuestra realidad momento a momento, ya que el futuro simplemente no existe. En el mero estar del presente podés encontrar tu Aleph, en el aquí y ahora palpable podés acceder a la certeza de que en lo minúsculo se localiza lo superior, porque en lo real cotidiano pasan permanentemente cosas y siempre hay distintos planos que se entrecruzan. Sancho me mira, mueve su rabito, y sale corriendo hacia donde se encuentra Max. Clara vuelve fresca y perfumada, se acerca a mí, bebe un sorbo de mi cerveza y mira la revista sobre la mesa haciendo un gesto como un déjà vécu, luego me dice que regresa en un rato y se va, mirando conminatoriamente al animal que le esquiva la mirada. ¿Has visto tu Aleph?, me pregunta Sancho ansioso. Bueno, mi memoria no puede recordarlo todo, por lo tanto no esperes la tediosa enumeración de un conjunto que en última instancia termina siendo finito, y además no voy a cometer el error de ofrecerte una versión engordada del Aleph para evitar caer en problemas legales; solo te puedo decir que en mis experiencias he visto mucho en poco espacio, he visto lo horrible y lo hermoso mezclándose en un mismo movimiento y a la destrucción creadora similar a un Big Bang rutilante. Sancho no responde, y comienza a olfatear la revista que está sobre el libro del autor que murió ciego y me pregunta qué estoy leyendo. Una publicación periódica que llega erróneamente a casa mes a mes, le respondo. Ah, me dice. He enviado incontables correos electrónicos y dos cartas impresas renunciando a algo de lo que no soy suscriptor, añado, lo que demuestra de forma empírica que la burocracia administrativa es una lenta sombra de caracol o que estamos frente a una serendipia. En lo que va del año el cartero ha dejado de manera ininterrumpida cinco números de “Tiempo Militar”, un periódico de la actualidad político castrense y de las fuerzas de seguridad, ¿no te parece extraño?, le pregunto finalmente. En esta casa es totalmente lícita la excentricidad, contesta el animal. Enciendo un cigarrillo y sonrío. ¿Qué es lo militar?, pregunta bostezando. Un concepto, respondo. ¿Y los militares?, vuelve a preguntar. Empleados públicos integrantes de las fuerzas armadas de una Nación, expreso, que visten de manera homogénea y cuyo cabello siempre está prolijamente peinado y/o recogido. ¿Y para qué sirven? Prefiero ahorrarme ese análisis, le contesto, ya que mi concepto subjetivo no es muy halagüeño. La noción acerca del personal militar está ligada en Sancho al personaje de ficción John Rambo,  encarnado por ese actor con el torso desnudo y armado hasta los dientes que mata gente a diestra y siniestra, y que siempre termina ganando al final de la película. Por eso, mientras el animal persigue un insecto volador casi surrealista y Max juega en uno de los tantos pozos, pienso en que el corazón de un niño siempre está a la espera lo que desea, por tanto voy a dejar que Sancho siga haciendo agujeros por todo el jardín, porque si no aguarda lo inesperado, nunca lo va a reconocer cuando llegue. Miro las agujas de mi reloj convencido de que tengo tiempo para otra cerveza más antes de la cena. Del mismo modo, ese convencimiento se traslada a la firme decisión de no tirar la revista a la basura como lo he hecho en anteriores ocasiones, sino de dejarla sobre la mesa del patio para que Sancho lea las publicaciones de quienes ejercen legítimamente la violencia física que es monopolio del Estado.

+Sancho y todo lo demás