Hoy: Sancho y la fe en el caos (A Kuky P.)

Por Manuel García | Foto: Ser Shanti

 

“Una vez me incliné en la cima de una montaña y pensé. Puede ver mucho, en realidad si lo hubiese hecho a mi manera. Un joven perezoso era en ese entonces. Tan enamorado por esos días como si no hubiese nada más que el amor que tanto anhelaba. Y así, como no sabía tanto, su tierno toque me asombraba”.

Daniel Johnston

 

Sancho ha estado leyendo distintas teorías conspirativas, y no creo que sea bueno ni malo; lo cierto es que su conducta se ha visto un tanto marcada por la paranoia, y en su discurso se entremezclan los Iluminati de Baviera con la Comisión Warren, y la llegada del primer hombre a la Luna con la Tercera Guerra Mundial. Cuando señala el nombre de Paul McCartney, le sostengo la mirada y él detiene su monólogo. ¿Vos creés en esa leyenda urbana?, le pregunto. Por supuesto, responde el animal impetuoso, agregando que el músico murió en un accidente automovilístico el nueve de noviembre de 1966, y que fue reemplazado por un doble de origen canadiense, y desde ese tiempo hasta la disolución de la banda, los otros integrantes se encargaron de dejar mensajes ocultos a sus fans por medio de algunas canciones, de las tapas de los discos y de algunas declaraciones a los medios, concluye el can que no soporta más de tres canciones seguidas de los Beatles. De ser cierta esa teoría, le digo echando humo por la nariz y sin muchas ganas de discutir sobre el tema, ese Doppelgänger ha llevado a cabo muy bien su labor como uno de los músicos más influyentes de la historia. Sancho va a tomar agua, y cuando regresa a mi lado, me pregunta si no tengo temor a encontrarme con mi doble, ya que ha leído que ese acto vaticina una fatalidad, adicionando que todos tenemos alrededor de siete sosías dispersos por el planeta. Comienzo a reírme ante la idea de que una persona sea idéntica a mí en todos los aspectos. En primer lugar, le digo, no podemos escapar a ese destino que todos compartimos, todos vamos a morir en algún momento, vos, yo, la vecina de la casa de al lado, el almacenero de enfrente, y en segundo lugar, agrego, pensar que somos únicos y singulares en la gran inmensidad nos hace temer por nuestra supuesta individualidad, que no es tal como acostumbramos a creer, por eso negamos de alguna manera un eventual encuentro con nuestro sosías. ¿Y qué hay si vos sos el doble malvado de otra persona? Río nuevamente. Me cuesta especular ante la idea de que exista otro ser que le encante coleccionar errores como yo, le contesto en plena contradicción con lo que le dije anteriormente. ¿Y vos no tenés temor a encontrarte con tu doble?, le pregunto un poco para arengarlo. Para nada, me responde, los de mi raza somos todos iguales. Cuánta razón tenés, le digo acariciando su lomo, ya que las razas de perros en la actualidad son el resultado de la manipulación genética del hombre; si bien algunas surgieron de la cruza entre distintas razas, otras han sido modificadas para resaltar algunas características que prefieren los hombres según las épocas. El Rottweiler es una raza de pastoreo, enuncio, denominado el “perro de los carniceros”, originario de la zona de Rottweil, al sur de Alemania, aunque a juzgar por las fotografías, por ese tiempo no estaba de moda cercenarles el rabo. ¿Y por qué lo hicieron ustedes?, pregunta el animal haciendo referencia a Clara y a mí. Le contesto nosotros no cortamos su cola, que cuando aún no vivíamos bajo el mismo techo con Clara, practicábamos cierto activismo en defensa de los animales domésticos, y fue así que en una acción heroica lo rescatamos de un tenebroso criadero de perros de razas consideradas potencialmente peligrosas que tenía como único fin las peleas clandestinas y consecuentemente el cercenamiento de rabos. O sea que me encontraron de casualidad, afirma Sancho. Es mejor hablar de sincronicidad, le aconsejo, esa coincidencia tan improbable que nos parece mágica y epifánica a la vez, y que cambia en numerosas ocasiones la dirección de nuestro camino influyendo en nuestros pensamientos. La suerte como una especie de poder, me dice. Claro, le respondo, vos tuviste suerte, nosotros tuvimos suerte, todos tuvimos suerte, sos una falla del sistema, por eso hablás, pero no tengo ninguna intención de quejarme por el producto adquirido ante la Defensoría al Consumidor, además tiré el comprobante de pago a la basura. Sancho continúa con su conducta inicial y le digo que no está bueno que piense recurrentemente que un grupo de manipuladores controlan y organizan los acontecimientos tras bambalinas, siempre frente a un botón rojo a punto de ser activado y con motivos nefastos como fin. Todos los totalitarismos están fundados en teorías conspirativas que recurren a complots imaginarios conducidos por escenarios paranoicos predicados por el tribalismo. La indagación acerca del orden de las cosas es una tendencia que busca regularidades en la naturaleza, por eso el determinismo absoluto está en crisis. Cada acción que llevamos a cabo, por más insignificante que parezca, es muy importante. No sé che, le digo a Sancho buscando su collar y su correa, por ahí me gusta mucho fantasear con ese paradigma que sostiene que el aleteo de las alas de una mariposa en un hemisferio de la Tierra puede producir una catástrofe en el otro, y ya sé de sobra que es una metáfora, pero bueno, siempre voy a preferir alegar que el mundo no funciona como un aceitado mecanismo de reloj y que el caos está rebalsado de imaginación y azar y belleza y explosión y vericuetos inesperados y mágicos. En nombre del orden se han llevado a cabo las peores atrocidades, por eso hay que tener un poco de fe en el caos, porque el exceso de orden termina por desordenar las cosas. Por ello mientras podamos, optemos por alterar el orden que ya hemos disfrutado durante mucho tiempo y que ahora nos está aburriendo, le digo a mi Doppelgänger que no es ni bueno ni malvado y que físicamente no se parece en nada a mí, ni siquiera camina en dos patas, y eso creo, en última instancia, es lo que nos guía a la peculiaridad de los pares dicotómicos.

 

+Sancho y todo lo demás