El “Negro” Alberto Montiel y su compañera Olga Velázquez perdieron su casa en las llamas de un incendio y la comunidad se quedó sin el centro comunitario que allí se desarrollaba. Hoy luchan para reconstruir su sueño solidario en Luján de Cuyo. EL OTRO estuvo en el lugar donde funcionaba un comedor y un taller de costura.

Fotos: Cristian Martínez

El 16 de agosto pasado fue fatídico para Alberto y Olga. Vieron cómo su casa se reducía a cenizas devorada por las llamas impiadosas que no respetaron la vivienda, el merendero, el espacio de organización o los juguetes que niñas y niños iban a recibir dos días después. Los medios de comunicación reseñaron el horrible acontecimiento y miles de personas les ayudaron para que pudieran establecerse nuevamente, aunque más no fuera de manera precaria respecto de su anterior vivienda.

Hoy siguen necesitando ayuda para volver a construir la casa en la que colaboran con la alimentación de niños y niñas del Barrio Trinidad y aledaños, entre otras cosas. Solo obtuvieron un subsidio de cuatro mil pesos por parte del municipio. Cerca del Río Mendoza, en Luján de Cuyo, el Estado se achica.

Alberto es un hombre grande que aparenta haber recorrido muchas barriadas en busca de la ayuda que su humilde comunidad del Trinidad necesita ante la desidia municipal. Se emociona al hablar de lo difícil que es conseguir trabajo a partir de los 50 pero su optimismo le impide flaquear y, rápidamente, comenta que está trabajando en una obra del Instituto Provincial de la Vivienda en la que no se paga mucho pero hay cierta estabilidad.

Olga es una mujer con fuerza. Lo denota su mirada y lo marcan sus palabras. Habla de manera determinada, sin dureza pero con mucha convicción. “¿Qué te parece si ponemos un comedor para los chicos del barrio?”, le preguntó a su compañero y dieron inicio a un espacio más parecido a un Centro Integrador Comunitario que a un comedor, ya que también habían logrado que se instalaran algunas máquinas de coser, una de escribir y una fotocopiadora. Todo eso se fue con el fuego, pero no sus ganas ni su fe.

Pero, “la gente es muy solidaria. Más de lo que uno se imagina”, comenta Alberto. Olga agrega que además de la colaboración de la Universidad Nacional de Cuyo contaron con el apoyo de empleados “del Easy”, el senador Ernesto Mancinelli y muchas otras personas que, en el peor momento, les tendieron una mano.

¿Por qué abrieron un comedor?

Olga: Yo pasé necesidades de chica. Yo soy del Chaco, viste. Y cuando venís de abajo entendés lo que es. Cuando compartís con un grupo de familias una cena es un sentimiento increíble porque nunca damos lo que nos sobra, sino lo que tenemos.

La gente también es muy solidaria. Después del incendio, una persona nos mandó los sommiers para que los estrenáramos, por ejemplo.

¿Qué apoyo del Estado tienen?

Alberto: Del municipio ninguno. El único político que me dio un empujón fue el senador Ernesto Mancinelli. El resto, nada. Él me dio dinero, incluso, para que pudiéramos comprar algunos materiales.

De todas maneras, en la zona el municipio debe ayudar porque la situación económica es compleja…

A: Sí, dice que hace. Ahí en el (barrio) Virgen de Lourdes tiene un comedor en el que nosotros ayudamos y tenemos el merendero los lunes, con la ayuda de la gente. Yo viví acá desde los ocho años y tengo 55. Viví mucho en el Virgen de Lourdes que era una villa y, gracias a Dios, pude comprar acá que está al lado y me quedé. Por eso yo soy el “Negro” Montiel para todos, y todo el mundo me conoce.

¿Han notado algún cambio respecto de las necesidades insatisfechas de las personas que van al merendero?

A: De abril en adelante se empezó a ver mucho más la necesidad. Chicos descalzos que te piden comida. “No queremos el té. Queremos unos fideos, un arroz”, te dicen. Y por ahí hay chicos que se acuestan con lo que comieron afuera de su casa.

O: Y vos te das cuenta cuando les servís la comida. La persona que come todo los días no come así. Y andan siempre con una bolsita para llevarle a la mamá o al papá. “¿Me puedo llevar seño para mañana?, porque si no no voy a comer”, te dicen. ¿Y vos qué le vas a decir? No hay forma de decirles “hasta ahí” o “ya está”.

A: Años atrás también ha estado difícil pero esta vez… Está muy brava la situación. Todos los días pasan chicos y preguntan cuándo volvemos a abrir. Yo les digo que tenemos que terminar la casa para poder empezar de nuevo.

¿Y si alguien quisiera traer una bolsa de cemento, ladrillos o dinero para comprar materiales?

O: Esta dirección es Barrio Trinidad, Manzana A, Lote 1, de Luján de Cuyo. Y el teléfono de Alberto es 2615751431. La verdad es que nos hace falta porque, con lo caro que se ha ido todo, es muy difícil.

Los fines de semana Alberto se pone con los amigos a trabajar para levantar la casa.

A: Si Dios quiere, la semana que viene, o la otra, ya vamos a poner el techo en una parte.

 

Siempre que el Estado deja de prestar atención a los más humildes, las trabajadoras y los trabajadores se organizan para paliar la mala situación. El “Negro” y Olga se organizaron y organizan. Solo necesitan la ayuda de las personas que pueden donar materiales.

 

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