Por Natalia Encinas – Fotos: Cristian Martínez

El sábado nos estremeció con la noticia del hallazgo del cuerpo de Micaela García, la joven de 21 años que, desde hace una semana, era buscada en Gualeguay, Entre Ríos. El principal sospechoso de su femicidio es Sebastián José Luis Wagner, quien había sido condenado por dos casos de violación y estaba en libertad condicional. La noticia fue para nosotras, las mujeres -especialmente para aquellas que formamos parte del movimiento de mujeres y feministas-, terriblemente dolorosa. Nos sentimos, otra vez, devastadas. Como con cada una que el patriarcado nos arrebata, todos los días (en lo que va del 2017, en nuestro país, una cada 18hs).

La impotencia, la bronca, el dolor, son, desde entonces, sentimientos compartidos entre nosotras. Los mismos que nos arremeten frente a cada femicidio. Pero no nos paralizamos. Como pudimos, con el impulso de algunas, y como iba sucediendo en distintos lugares, empezamos –otra vez- a organizarnos. Como en cada plaza del país, aquí también en Mendoza nos reunimos nuevamente en la calle para volver a gritar juntas ¡Ni una menos. Vivas nos queremos! Porque nos están matando, nos siguen matando, el patriarcado se sigue cobrando nuestras vidas. No podemos más del dolor, de la impotencia. Pero no vamos a bajar los brazos, no vamos a callar nuestro grito colectivo.

Y ahí estuvimos. A partir de las 20hs. unas dos mil personas, la mayoría mujeres, nos fuimos encontrando en el KM0 de Mendoza. Allí estaban, desde temprano, las y los compañerxs de Micaela del Movimiento Evita. Micaela, la que había participado de las mismas marchas como la que nos convocaba, contra la violencia machista, y que ahora ya no estaba. Que ya no está. Que no está por ser mujer. Muerta por ser mujer. Víctima de un nuevo femicidio. Víctima del patriarcado.

Porque el femicida, insistimos, es un hijo sano del patriarcado. Ni un enfermo, ni un loco, ni una excepción. Es la expresión del sistema patriarcal que atraviesa y moldea nuestra sociedad, que la constituye, de la mano del capitalismo. Los femicidios son la expresión más extrema de la cultura patriarcal en la que vivimos, en la cual las mujeres somos consideradas un “objeto” apropiado por el varón.

Contra el sistema patriarcal, otra vez el sábado pasado miles en todo el país salimos a la calle y transformamos la furia en lucha. Por Micaela, pero también por Florencia y por cada una que nos arrebata la violencia machista. Aquí, en Mendoza, nos encontramos, nos reconocimos, nos abrazamos, lloramos, pero no nos paralizamos. Nos organizamos. Porque, ya lo advertimos, “nos tocan a una y nos tocan a todas”.

Pese a lo improvisado de la convocatoria y gracias a los espacios de articulación que nos van uniendo, fuimos tejiendo diálogos, mínimos cuidados y decidimos marchar hacia la Legislatura provincial. Tomadas del brazo, apretadas, dándonos fuerzas, nos abrimos camino cortando la calle para marchar, otra vez, e interpelando a quienes a esa hora caminaban por el centro mendocino: “Señor, señora, no sea indiferente, a las pibas las matan en la cara de la gente”. Caminamos las mujeres, caminaron nuestros compañeros, nuestrxs niñxs. Caminaron las mujeres que no pertenecen a ninguna agrupación. También las mujeres organizadas en espacios feministas, en partidos políticos, en sindicatos.

La marcha finalizó en la puerta de la Legislatura. Allí, porque la responsabilidad de los femicidios es, insistimos –y no retóricamente- del Estado. La responsabilidad incumbe concretamente al Estado en sus tres poderes. Sí, las responsables de los femicidios de Micaela, de Florencia, de que Janet, de Julieta, de Ayelén y de tantas, tantas, que nos faltan, son las instituciones estatales. Desde la justicia –y no hablamos aquí de punitivismo, sino de una justicia de patrón machista-, hasta las áreas del Estado nacional que, por ejemplo, no garantizan el pleno funcionamiento del Programa de Salud Sexual y Reproductiva y las que, en la Provincia, no otorgan –ni reclaman- el presupuesto correspondiente para la efectiva aplicación de la Ley 26.485 para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres, que se expresa en distintas modalidades.

El femicidio de Micaela hoy nos tiene, nuevamente, en duelo. Como el de Florencia, como el de otra mujer ayer, hoy. El dolor nos atraviesa. Pero las mujeres estamos cada vez más alertas. Más organizadas. Menos calladas. Entre tantas escenas de la tarde-noche del sábado, una, de apenas unos segundos y escuchada al pasar, me quedó resonando: íbamos llegando en columna a la Legislatura y, en dirección opuesta a las que marchábamos, otra mujer, con dos niños, uno en brazos y otro de la mano, caminaba a paso rápido cuando uno de sus niños, viéndonos, le pregunta: “¿qué hacen?” Y, sin titubear, ella le responde: “Reclaman para que no maten a más mujeres”.

Nuestro grito de “Ni Una Menos” es poderoso. Somos muchas. Estamos alertas. Si tocan a una, reclamamos todas. Y responsabilizamos, enfáticamente, al Estado. Una nueva convocatoria circula ya para el martes 11 de abril a las 18hs. en el KM0 de Mendoza para exigir justicia, ¡Basta de justicia patriarcal!

¡Ni Una Menos. Vivas nos queremos! La responsabilidad es del Estado