Desde hace algunos meses, en nuestra provincia existe el Colectivo de Colombianxs en Mendoza por la Paz, una iniciativa de un grupo de jóvenes que, a pesar de las distancias, busca concretar su aporte a la lucha por un(os) país(es) en los que democracia signifique dignidad y respeto por la vida. 

Por Nazareno Bravo
Fotos: Gentileza

Según google maps, desde el km 0 de Mendoza hasta la plaza Bolívar de Bogotá hay 6.704 km, que se pueden recorrer a pie en 59 días, en auto en 92 horas o en avión en unas 11. Lo que no considera esa aplicación, son las fronteras, las horas en aduanas y controles que hay que pasar para llegar a países que antes de serlo, formaron parte de una unidad cultural nuestroamericana destruida por la colonización europea y modelos excluyentes de Nación. Pero la unidad sigue existiendo, al menos, es posible reconocerse en historias y problemas compartidos, dolores en común, proyectos y esperanzas regionales.

Parte importante de las incertidumbres y temores que nos atraviesan como latinoamericanxs, es la que provocan las muertes violentas por motivos políticos, una situación que es difícil de fechar y cuantificar por lo desmesurado de las cifras y lo inabarcable para el sentido común que pueden resultar la eliminación masiva de personas. Pero la muerte y la impunidad también generan resistencias y organización, espacios colectivos que no se conforman con los márgenes que quieren imponen el terror y la indiferencia.

Entre enero de 2016, cuando se pusieron en marcha los acuerdos de paz, y agosto de 2018, han sido asesinados 337 líderes y lideresas sociales según la Defensoría del Pueblo de Colombia, aunque algunos medios como Telesur, están hablando de cifras que superan las 450 víctimas. (Camila Castro)

Esa sangría constante (que queda plasamada en el mapa interactivo), está direccionada a ciudadanxs que se involucran en la defensa de los recursos naturales, el reclamo por la propiedad de la tierra y por la vigencia de los derechos humanos, el respeto hacia las identidades y culturas de comunidades indígenas y afrodescendientes. Pero también alcanza a referentes barriales y maestras de escuelas rurales comprometidas con su profesión.

Viví en carne propia la muerte de un compañero en 2012, Francisco Rivera, con quien trabajamos en Cali, generando alternativas de vida para los jóvenes, una experiencia muy interesante. El ex presidente Uribe fue al lugar a hablar de las problemáticas de la comunidad; Francisco levantó la mano y planteó que la plata se la estaban robando, que el presupuesto no alcanzaba, que los recursos no llegaban… a los tres días nos lo mataron al compañero. Ese fue un dolor muy tremendo. Son cosas que lo tocan a uno, encienden la chispa, porque estábamos haciendo algo por el bien de la población… son situaciones que no nos pueden amedrentar. (Jaime Cadavid)

Pero no siempre es sencillo salir pa´lante cuando la muerte está tan presente como manera de resolver las diferencias y evitar la participación.

En Colombia siempre sentí miedo de militar por la paz, a pesar de que era algo que se hablaba mucho en casa. A nivel familiar estaba de cierta forma prohibido que nos organizáramos, que hiciéramos pública nuestra postura. Mi madre me decía “¡No se meta en líos!”… El temor a que por participar te pase algo malo. Siempre me pregunto ¿eso somos? No puedo creer que nuestra identidad como sociedad esté relacionada siempre con la violencia, los asesinatos, que lo tengamos naturalizado, que no nos sorprenda. Acá me desacostumbré a esas ideas. (Violeta Duarte)

Porque Mendoza, para este grupo en formación, no sólo significó la posibilidad de completar estudios en la universidad pública o enmarcar sus proyectos en un nuevo escenario.

Cuando llegué lo que más me entusiasmó fue el contacto con los movimientos sociales, con las organizaciones de derechos humanos, con grupos feministas que me dieron otra visión de las cosas y me impulsaron a luchar, a la organización. Es un país con mucha conciencia política en el que se ha demostrado que organizarse es necesario, que se logran objetivos. Argentina es un ejemplo en ese sentido. (Camila Castro)

En ese plan, el Colectivo ha replicado algunas de las recientes convocatorias a manifestarse que se realizan tanto en Colombia como en el resto del mundo y se encuentra en plena tarea de articulación con otras organizaciones y de desarrollo de estrategias para visibilizar el exponencial crecimiento de muertes violentas por motivos políticos. Problemáticas que suceden allí pero que duelen en todas partes porque son contra la humanidad, porque atentan contra las condiciones mínimas de bienestar de nuestros pueblos, porque en todas partes la muerte ha sido una herramienta de los poderosos para oprimir y atemorizar.

Estar tan lejos con todo lo que está pasando genera impotencia, dolor… Eso es lo que nos ha movilizado a organizarnos. La idea es seguir creciendo y juntando voluntades, debatiendo sobre la realidad colombiana y latinoamericana. Parte de nuestra tarea es poder genera conciencia, tener memoria. Hacer un aporte desde aquí, tal vez muy pequeño pero muy significativo, porque lo que viene es complicado.  Creo que las personas se unen en el momento adecuado y al ver gente que sigue con la berraquera, que insiste en organizarse, pienso “podemos avanzar, construir lazos… ¡esto todavía puede cambiar!” (Jaime Cadavid)

Desde esas premisas rebeldes y solidarias, Colombianxs en Mendoza se suma a la participación en un marco regional complejo, pero con la certeza de que es necesaria la organización para concretar otros mundos posibles.  

 

Contacto: colombianesmendozaporlapaz@hotmail.com

 

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