Hoy: Coco Yañez
Lagunas del Rosario (Lavalle)

 

 

 

 

 

 

La “travesía de Guanacache” constituía durante los s. XVI al XIX un espacio de tránsito, de pasaje, una distancia ciega, un puro vacío entre los oasis y las ciudades de Mendoza, San Juan y San Luis. La travesía no era el “campo” que se oponía a la ciudad, no era la “zona rural” con sus labores agrícola-ganaderas y su peonaje, en cierto sentido ni siquiera era la “campaña” de la que hablaba el s. XVIII y XIX; era un territorio donde se suspendía la existencia, un territorio que se cruzaba conteniendo la respiración, aguardando llegar, maldiciendo la hora de haber partido. Así vivieron la travesía de Guanacache durante siglos los conquistadores españoles, los jesuitas decididos, los viajeros intrépidos, las tropas de carretas. 

Nicolás Lobos
Para pensar la identidad cultural en el desierto de Lavalle

 

 

 

 

 

 

Se conocía como Lagunas de Guanacache a dos grandes complejos lagunares; al oeste el complejo noroccidental que hoy llamamos Lagunas del Rosario y que alcanzaba a medir, según algunas crónicas, 55 kms de largo y hasta 6 mts de profundidad, frente al que se sitúa la bella y antiquísima capilla del Rosario. Al este, sobre el río Desaguadero, existía otro complejo mucho más extenso. Por supuesto que este tipo de lagunas sobre terrenos llanos que hoy denominamos “humedales” cambian de dimensiones y de forma a lo largo del año. Aún en su momento de plenitud las lagunas de Guanacache eran espejos de agua pulsante, extendiéndose y replegándose según las estaciones, las lluvias y los caudales de los ríos.

Nicolás Lobos

 

 

 

 

 

Aquí descansan las cenizas de Arturo Andrés Roig e Irma Ángela Alsina de Roig.

 

 

 

El desierto de Lavalle es un espacio construido simbólicamente y que se vive simbólicamente. Una llanura que es también una enorme “ranura” entre los grandes bloques rurales y urbanos y que produjo su sentido en oposición a “Estado” y “trabajo asalariado”, entre otros, un sentido que se fue construyendo a través de la historia, una historia de dominaciones y de resistencias, de violencias físicas y simbólicas pero también de negociaciones y de hibridaciones, un sentido ligado a “libertad”, “autonomía”, “trabajo sin patrón”.

Nicolás Lobos

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Dos meses sin clases en la Mendoza real