Memoria, solidaridad y autogestión, se combinaron para lograr la postergada publicación de La solidaridad y las sombras, una historia que merece ser contada.

Por Nazareno Bravo

Justo un año antes del golpe de 1976, cuando las persecuciones a militantes eran cada vez más comunes, Edgar Chacho Godoy cae preso en Mendoza y empieza un periplo que es bastante conocido: torturas, traslados a distintas dependencias y experiencias extremas antes de conseguir la libertad cinco años después. Hasta ahí, una situación compartida con lxs más de 10.000 presxs políticxs que sumó la última dictadura.

Pero la historia de este militante peronista tiene sus particularidades: la acción solidaria de prostitutas que también estaban presas y que lo sostuvieron en los peores momentos, la necesidad de sacar a la luz esas vivencias como forma de reconocimiento a quienes jamás son reconocidas, el cómic como estrategia de testimonio y la autogestión haciendo posible una publicación necesaria.

Desde Neuquén, donde vive actualmente, Chacho cuenta:

Fue tal la andanada de situaciones novedosas y horrorosas, que fueron alineándose como en categorías. La historia de las chicas es una de las que quedó en las sombras, naturalizada como parte del anecdotario de los que estuvimos presos. En mi caso la pude poner en valor después de 40 años, gracias a la literatura. Si bien apostábamos a la vida, la muerte era una compañera cotidiana. Ya fuera porque nos rozara o porque le pegaba a otro.

En ese contexto único y oscuro, la vida se filtra en gestos mínimos que son hazañas. Comunicarse, dar palabras de aliento, sonreír,  imaginarse que habrá un mañana, seguir pensando en términos políticos o apelar al arte, a la expresión.

En la cárcel  se hicieron muchas actividades vinculadas al arte, teatro hablado, canto, artesanías, también hacíamos una revista, un único número que iba circulando clandestinamente por los pabellones, con secciones de información y dibujos. Siempre con mínimos recursos y con el peligro inminente de que te descubrieran.

En 2012 Chacho comenzó a desarrollar su vocación de narrador y dibujante en el Taller de Historietas Kráneo y, como una vieja promesa que por fin se cumple, el relato de esas vivencias empezó a brotar, tal como se cuenta en las primeras viñetas.

La historieta fue premiada en un concurso nacional y su publicación, parte del galardón obtenido, parecía inminente. Sin embargo, el trayecto de este cómic, sigue atravesado por la política ya que el cambio de gestión en diciembre de 2015, dejó trunca cualquier posibilidad de edición. Pero cuando el silencio y la desmemoria parecían imponerse una vez más, aparecen en escena nuevos compromisos y voluntades predispuestas para cerrar un círculo que no sólo es del Chacho porque, se sabe, esto nos pasó a todxs.

Mabel y la Bitácora de Tony, son dos proyectos editoriales independientes y autogestivos que vienen publicando compulsivamente y activando el circuito fanzinero de Mendoza. Esa energía, también militante en varios sentidos, le dio cause a la postergada publicación de La solidaridad y las sombras.

Gonzalo Varas, Paula Casciani, Andrés Guerci y Teke Dellapenna, encargados de esas propuestas, se agolpan para explicar por qué el fanzine sigue ganando batallas en los escenarios más diversos y complicados.

El fanzine siempre es una opción ante el estado de las cosas. No es algo que hagas por dinero sino  para compartir lo que hacés. Es una estrategia que va a contrapelo de la época, en momentos en lo que todo circula en la virtualidad, por las redes, es un objeto que vas a llevar en la mano, lo vas a leer de otra manera… una herramienta que permite la expresión de gente que de otra forma, no podría hacerlo, en un formato muy  versátil en el que no hay filtros, sino libertad plena.

Visto así, no es de extrañar que esta historieta y las historias que la rodean, vea finalmente la luz en el Espacio para la Memoria y los Derechos Humanos de Mendoza (ex D2), donde Chacho vivió estas experiencias hace más de cuatro décadas. Siguen lxs editores:

Siempre cuesta encontrar historias locales y tenemos que filtrar sucesos de otros lados. Esta historia es increíble, nos impactó mucho. Cuando supimos que había alguien que, además de vivirla, la había dibujado vimos que era una propuesta que cerraba en sí misma… ¡había que hacerla! Nos agarró una ansiedad tremenda, son las oportunidades que uno tiene para poner las cosas en su lugar.

¿Qué significado tiene para su autor que el cómic sea publicado en Mendoza y presentado en el Espacio para la Memoria?

Ese edificio es testimonio irrefutable de lo que pasó. Está en nosotros nutrirlos de contenido, lo que no es fácil, ya que se remueven sensaciones que a veces cuesta describir. Creo que es lo que le sucede a la gente que no vivió experiencias similares y te pregunta “che ¿fue tan así?”.

Mendoza fue mi último escenario en libertad como militante peronista montonero. Fue tan rica la experiencia como las que viví en Córdoba, San Luis o La Rioja. Pero en Mendoza todavía están un montón de compañeros que me permiten rescatar y revivir experiencias únicas, que aunque sean pasadas recrean y alimentan. En los otros lugares que nombré no están los compañeros, la mayoría murieron. Lo que dejó la dictadura fue “no milites, porque te matan”… de dónde viene también “la política es una mierda”. Hoy volvemos a recibir este mensaje: te solidarizás, te mato; te manifestás, te encarcelo; hablás, te silencio… Está en nosotros mostrar lo sucedido, como también resaltar que de eso se sale y se puede revertir a partir de valores y proyectos superadores. Es algo en lo que hoy más que nunca hay que trabajar.

El círculo se cierra: testimonios del horror que dan lugar al relato de la solidaridad; reivindicaciones pendientes que permiten iluminar un presente en penumbras; producciones autogestivas habilitando espacios que el sistema se empecina en negar; diálogos intergeneracionales para ensayar la memoria en todos los formatos posibles.

En plena primavera florecerá, al fin, La solidaridad y las sombras y eso es una buena noticia para todxs lxs inconformes que persisten en eso de vivir.

 


 

Doble presentación de La solidaridad y las sombras
(prólogo de Lauri Fernández)

 

 

 

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