En el día de ayer, y por cuarto año consecutivo, miles de mujeres volvimos a ocupar las calles para decir: Ni Una Menos. Nos convocamos a fin de marchar contra la violencia machista y gritar al unísono: ¡Vivas y libres nos queremos!

Texto: Lila Glass
Fotos: Silvana Díaz Coppoletta

Marchamos porque la impunidad nos duele en el cuerpo. Nos duele saber que, en nuestro país, cada 30 horas muere una mujer víctima de violencia de género. Muchos de esos femicidios aún están impunes. Marchamos, entonces, para pedir justicia por las que ya no están, y para denunciar que los diferentes tipos de violencia hacia las mujeres son una forma de disciplinamiento que busca seguir imponiendo un sistema de dominación patriarcal.

Si bien en nuestro país contamos con una Ley de Protección Integral a las Mujeres (Ley 26.485) en estos dos últimos años, y debido a una clara retracción del Estado, el presupuesto destinado a acciones de prevención y erradicación de la violencia de género se ha visto reducido significativamente. Marchamos, entonces, para denunciar las consecuencias de este recorte.

 

Ayer, y a pesar del frío, nos encontramos con nuestros pañuelos verdes porque no queremos que sigan muriendo mujeres a causa de abortos clandestinos. Sabemos que sin aborto legal tampoco hay Ni Una Menos. En este sentido, marchamos para exigir que se apruebe el proyecto de Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo.

Marchamos también contra el FMI y las políticas de ajuste estructural. Porque entendemos que la mayor de las violencias es la violencia social. Las políticas neoliberales, implementadas por el gobierno actual, profundizan la feminización de la pobreza. La deuda y el ajuste son parte de esta violencia.

 

Ayer, miles de mujeres salimos a la calle para visibilizar nuestra lucha. Una lucha que crece, año a año, y se sostiene gracias a que continuamos tejiendo redes, encontrándonos en los barrios, acompañándonos y deconstruyéndonos colectivamente.

Ayer, y a pesar del dolor, marchamos cantando. Porque ésa es nuestra forma de resistir y porque sabemos que estar juntas nos fortalece. Como decía nuestra querida Liliana Bodoc: “aunque la voz nos raspe, nunca dejar de cantar”.