“Donde hay una necesidad hay una propaganda”, parece ser una de las máximas del gobierno provincial. En la última semana, las calles y medios de comunicación mendocinos fueron inundados por la millonaria campaña sanitaria “Invierno 2017”. Sin embargo, hay centros de salud que no cuentan con profesionales ni insumos para la atención básica. EL OTRO comenzó un recorrido por los efectores asistenciales. Hoy: Centro de Salud N° 2 de Capital.

Fotos: Coco Yañez

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Twitter de Claudia Najul, ministra de Salud

 

Abrigate, que comenzó el segundo semestre

“En invierno protegé a tu familia”, aconsejan las gigantografías callejeras y los spots televisivos y radiales. ¿Cómo? Dale la teta a tu bebé y vacuná a tus hijos, lavate las manos varias veces al día, cubrite la boca con el interior del codo al estornudar o toser, ventilá los ambientes, no fumés y no compartás el mate, recipientes o cubiertos.

Pero no solo de conductas preventivas depende la protección de la familia, también se requiere un sistema de salud para mitigar o curar las enfermedades que se multiplican en el invierno. “Acudí a tu centro de salud”, manda la propaganda.

Bajo esa consigna, EL OTRO visitó este lunes el Centro de Salud N° 2, San Antonio, para conocer si los efectores públicos se encuentran en condiciones de atender las necesidades de quienes, tal como sugiere la propaganda, necesitan del Estado para recuperar su salud.

No por mucho madrugar…

A las 5.30 hs., cuando los cronistas de este medio llegaron a la calle Videla Castillo 2944 de la Ciudad de Mendoza, ya se encontraba en la vereda la fila de los madrugadores. Desde las 4 hs. esperaban. Algunos parados, otras sentadas en el piso o escalones, madres con sus niños en brazos, y gente en bicicletas, motos, o en el interior de vehículos estacionados. Todos bajo el rigor de los 8° C que acusaba el termómetro.

No es necesario ser especialista ni funcionario para saber que las bajas temperaturas son enemigas de la buena salud. Obviamente, no es aconsejable que un niño con síntomas de enfermedad respiratoria, por ejemplo, pase frío durante horas en la calle. Sin embargo, según los testimonios recabados, la obvia contradicción suele repetirse. 

Mujeres cotidianas

En una sociedad machista como la mendocina, es común que las madres se encarguen del cuidado de sus hijos. Son ellas las que deben resolver qué hacer cuando el crío tose durante días, tiene fiebre, o constantes secreciones nasales.

Una mujer joven, que espera acurrucada en la vereda, relata las dificultades laborales y familiares que debe sortear para conseguir un turno y, al mismo tiempo, evitar exponer a sus hijos a las temperaturas invernales.

¿Tabajás?

Sí, en las mañanas, y en la noche estoy terminando la escuela.

¿En qué trabajás?

Haciendo limpieza.

¿Para quién es el turno que venís a pedir?

Para mis hijos, tengo dos, uno está enfermo y al otro lo tengo que traer para el control. Pero ahí en la puerta hay un cartel que dice que no se van a atender controles de mayores de un año.

¿Y con quién los dejaste?

Con una tía. Otras veces los dejo con una amiga.

Cartel en el ingreso al Centro de Salud N°2

¿Siempre venís a este Centro de Salud?

Yo soy de Guaymallén, pero allá no hay pediatra y me mandaron para acá. La semana pasada vine temprano pero estaba peor, había gente durmiendo en el piso, y no quedaron turnos. Había una chica con un bebé de tres meses, que necesitaba hacerle el control, pero ya habían dado quince turnos para la doctora y no la atendieron. Si no consigo hoy tendré que volver el miércoles, si no el viernes y, si no hay, de nuevo el lunes que viene.

Están muy mal organizados, de última tendrían que darnos números y dejarnos esperar adentro, pero la puerta no la abren hasta las siete y estamos desde las cuatro esperando sin saber si, con suerte, nos atienden en la mañana o recién a la tarde. Al final, te enfermás vos y enfermás a los chicos.

“Por ahí probás con ir al Notti y de allá te manda para acá, porque está colpasado, y venís acá y es lo mismo”, acota otra madre que interviene en el diálogo, y agrega: “Yo tengo un hijo de dos años y necesito un turno, está con tos y le ha sangrado mucho la nariz. Trabajo en un minimarket, pero me dan permiso para faltar.

¿Te descuentan el día?

Sí, obvio. Es plata perdida pero una tiene que venir, no le queda otra. Antes de llevarlo al (hospital) Notti para que se siga enfermando, es mejor venir acá a ver si tenemos suerte. Además, allá te dicen: “Andá a la salita mami”, y acá en la salita no hay pediatra, es lo mismo.

En la puerta del Centro de Salud N° 2 se exhibe un gran cartel con un número de teléfono gratuito para pedir turnos diferidos. Una de las pacientes, con la cabeza y la cara cubiertas casi por completo, nos dice que una vez pudo conseguir un turno por esta vía, pero que generalmente no atienden o reservan consultas médicas para dentro de varias semanas. “Yo necesito que me atiendan ahora”, asegura mientras tose contra sus guantes de lana y se pasa un pañuelo por la cara.

La involución de lo sencillo

Apenas pasadas las 6.30, un señor llega, saca de su bolsillo un llavero y abre el portón de entrada de este centro de prevención y asistencia sanitaria de la Capital. Ni bien enciende las luces de la sala de espera, los pacientes, que buscan sin suerte una estufa donde calentarse, le transmiten sus quejas. “Yo entro a las 7, simplemente me tomo el laburo de venir temprano porque sé que la gente se muere de frío”, contesta sin disimular su bronca.

Esta tirantez entre pacientes y personal, originada en la desorganización y falta de profesionales para atender a todos, ha conducido, recientemente, hacia actos injustificadamente violentos contra trabajadores de la salud. Un vidrio blindado en la recepción da cuenta de este clima hostil.

De acuerdo con una fuente del Ministerio de Salud (quien pidió expresa reserva de identidad), tres clínicos y dos pediatras dejaron de trabajar en el último año en este centro. Unos se jubilaron, otros, “cansados de esperar el pase a planta permanente, se buscaron otro trabajo mejor”.

Ni lo urgente ni lo importante

Durante las mañanas atienden: una diabetóloga, una pediatra, una médica de familia y tres enfermeras. En la tarde, dos pediatras, un clínico, tres ginecólogos (en distintos días de la semana) y dos enfermeras. Este efector recibe también derivaciones de niños y niñas del Centro de Salud N° 2 del barrio San Martín, el cual cuenta con un solo pediatra.

Cada médico atiende dieciséis pacientes y cuatro urgencias por mañana (cuatro horas de trabajo). Si llega una quinta emergencia, es derivada a un Hospital, o se hace una rápida atención paliativa, y se asigna un turno para otro día.

Propaganda oficial

Pediatría está colapsada. La profesional de este servicio en la mañana tiene reducción de jornada laboral, de dos horas, por indicación médica. Incluso, muchas veces atiende enferma, ante la imposibilidad de tomarse licencia.

Pero las largas esperas y los escasos turnos no son los únicos problemas que padecen los ciudadanos de la opulenta Ciudad de Mendoza. Además, es común que escaseen los insumos. “Hasta hace una semana no había anticonceptivos, y recién hace unos días atrás se volvieron a hacer pruebas de Papanicolau, porque se pudo reponer una lámpara que estaba rota”, manifiesta una trabajadora, quien también mostró su preocupación por la “falta de medicación básica, como paracetamol, diclofenac, ibuprofeno y antibióticos”.