“El ser humano es dueño de sus silencios y esclavo de sus palabras”, dice el refrán popular. Sin embargo, el discurso de ayer del gobernador Alfredo Cornejo podría estar más condicionado por las omisiones que por lo que dice. Términos como: democracia, república, derechos humanos, libertad, igualdad y solidaridad, no fueron elegidos para estructurar su alocución. Tampoco las palabras: mujer, femicidio, violencia machista, niño, niña, adolescente, joven, anciano/a, trabajador/a, pobres, hambre, explotación infantil, desocupación, inflación ni deuda externa.

Fotos: Cristian Martínez

EL OTRO realizó un minucioso análisis de los términos seleccionados por el gobernador y su equipo de comunicación para dirigirse a los mendocinos y mendocinas. Casi 7.500 palabras -contenidas en 15 páginas- leyó Cornejo en la tradicional apertura de las sesiones ordinarias de la Legislatura.

“Ustedes saben que soy un enamorado de la acción y de la gestión”, dijo el dirigente radical poco antes de terminar de hablar ante los diputados y senadores. Justamente el término “gestión”, junto con “administración”, fue recurrente desde comienzo hasta el punto final, desplazando a la palabra “política” que apenas utilizó dos veces.

“Más”, “hemos”, “estamos”, “calidad”, “educación”, “orden”, “seguridad” fueron los vocablos más reiterados por el titular del Ejecutivo. “Cambio” también apareció en su voz con recurrencia, y hasta se permitió utilizar el concepto “revolución” en dos oportunidades, no para aludir a la alegría, sino a la transformación radical “de lo sencillo”.

Escala de valores de la “mendocinidad”

Cornejo mencionó “valores” seis veces, una “moralización” (referida a los internos de las cárceles), en tres ocasiones “decencia”, y nunca “ética” ni “corrupción”.

En uno de los párrafos enfáticos del discurso, se refirió a cuáles serían los valores que definen “lo mendocino”. En ese listado incluyó: “el orden, el esfuerzo, la verdad, la responsabilidad, el respeto, la transparencia, la austeridad, la decencia, la intensidad en el trabajo y también el coraje para sostenerlos en el tiempo…” No obstante, no mencionó otros esenciales como: democracia, república, derechos humanos, libertad, igualdad, solidaridad y justicia (a la que abordó como un servicio).

Parte del gabinete de Cornejo.

El texto del gobernador mendocino estuvo enfocado en la conceptualización de “ciudadanía”, a la que aludió casi veinte veces. Utilizó mucho menos la palabra “pueblo” (tres veces) y “gente” (en cuatro ocasiones).

Una Mendoza sin mujeres 

Resulta patente que Cornejo carece por completo de una perspectiva de género. En su discurso esto se evidencia en forma extremadamente patética y discriminatoria. Ni una sola vez apareció la mención “mujer” -o cualquier referencia a lo femenino- entre las casi 7.500 palabras que dijo ayer. Obviamente que excluyó también atisbo alguno de reconocimiento de la diversidad sexual en su lenguaje.

Bloque radical.

En una de las provincias con el mayor índice de femicidios del país, el titular del Poder Ejecutivo obvió por completo la mención de esos crímenes, así como también los términos “misoginia”, “machismo”, “violencia machista”, etc. Si bien, buena parte de su relato giró en torno a la lucha contra el delito, la “violación” y la “trata de mujeres” fueron evitadas en la semántica oficial.

Eso sí, la palabra “señoras” fue utilizada dos veces -junto al sustantivo “señores”-, en el saludo inicial y la despedida.

¿Los niños y los ancianos primero?

El concepto “niños, niñas y adolescentes” no fue privilegiado por Cornejo. En su lugar reiteró varias veces la mención genérica de “chicos” o “alumnos” -en los párrafos dedicados a la educación-, subrayó el descenso de la mortalidad infantil y mencionó la modificación del paradigma en la resocialización de los “niños más vulnerables” de la ex Casa Cuna.

Desde hace años se viene insistiendo en las drogas, el HIV, los embarazos prematuros y el aborto clandestino, como problemáticas fundamentales en las vidas de los/las adolescentes. Pero esas palabras no estuvieron priorizadas en ese glosario cornejista, donde además no encontramos “joven”, ni “jóvenes”.

El concepto de “trabajo o explotación infantil” no figuró entre las líneas que leyó, tampoco las palabras: deporte, libros, netbooks, arte, música, pintura, teatro, danza, o cualquier expresión cultural. Pero sí aludió a las cárceles y el sistema penal en más de diez ocasiones, y la única vez que apareció “adolescente” fue acompañado de “en conflicto con la ley”

Las/los “adultos mayores”, “ancianos/as”, “abuelas/os” estuvieron ausentes sin aviso, en una mirada de Mendoza que paradójicamente mencionó más el “pasado” que el “futuro”.

Invisibles

En el día del trabajador Cornejo usó las palabras “empleados”, “agentes” y “recursos humanos”, y ninguneó a “organizaciones sociales”, “sindicatos” y “gremios”, a los que se refirió en forma tangencial y despectiva.

El gobernador leyó dos veces “pobreza”, pero decidió no mencionar las incómodas palabras “hambre”, “desocupación”, “inflación”, o “deuda externa”, que podrían agravar la vida de los “pobres” o “indigentes”, vocablos que tampoco pronunció.

Legisladores del FIT.

Ni las pymes ni los productores agropecuarios se salvaron de la indiferencia retórica. Para Cornejo es sólo “en la industria y el comercio donde se desarrolla el empleo genuino”. Un lugar donde no habitan finqueros, chacareros, ni criadores de ganado, sino la denominación abarcativa de “sectores productivos”, fundamentalmente grandes vitivinicultores.

“Las palabras que no van seguidas de los hechos sólo sirven para llevar decepción a quienes las escuchan”, expresó Cornejo poco antes de los aplausos finales en la Legislatura. Nos permitimos pensar que algunos atronadores silencios pueden resultar igual de frustrantes.