Viviana Lio murió el domingo pasado a causa de coronavirus, mientras las y los negacionistas seguían minimizando las consecuencias fatales de la pandemia en Mendoza. Falleció en su Hospital Central, donde trabajó por más de 20 años, en medio de la indiferencia gubernamental y mediática, que fue contrastada este martes con sirenas de ambulancias y aplausos de sus compañeros y compañeras. Una de sus hijas permanece internada con neumonía en la Clínica Santa Clara.

Por Negro Nasif

Viviana junto a uno de sus hijos. Foto: Gentileza

Tenía 48 años. No era su hora todavía, le quedaba vida por delante, pese a la postura de las y los defensores de la llamada inmunidad de rebaño, quienes proponen que el virus se expanda y en esa propagación libre “muera quien tenga que morir”. Los mismos que en su hipocresía permanecen indiferentes a los días y las noches de mujeres como Viviana, quien se expuso decenas de horas por semana al riesgo mortal del contagio para que otros sigamos viviendo.

Fuera de visiones románticas y de metáforas militares, Vivi -como le llamaban sus compañeras- no fue una heroína ni una soldada de “la primera línea de fuego”, como les gusta repetir a gobernantes-generales y periodistas desarmados -y desalmados- tan distantes del peligro y realidad de los hospitales en colapso y el personal de salud exhausto, tarde y mal pagados, y en condiciones de sostenida precarización laboral.

Hospital Central. Foto de archivo: Gentileza

Fue una trabajadora de la salud que marcó tarjeta en su Hospital Central hasta ese día en que recibió el análisis positivo de Covid-19, cuando ya había perdido el sentido del olfato, el primer eslabón de una cadena de síntomas característicos que se agravaron de forma progresiva “hasta que su cuerpo no dio más”.

“Vivi se desempeñaba en Servicios Generales, en logística, no solo era telefonista sino que también era ascensorista, mensajera, repartía material de esterilización. Multifacética”, la define Cintia Lecaro minutos antes de que su amiga y compañera sea despedida en las puertas del Central, hospital donde Viviana trabajó por más de 20 años. “Es una compañera que está siempre predispuesta a colaborar…”, dice Cintia y se quiebra, tal vez cuando toma conciencia del sentido pleno de quien está en un tiempo y lugar tan vívido como el tamaño de la ausencia irreversible.

Foto: Cristian Martínez

 

Foto: Cristian Martínez

 

Foto: Cristian Martínez

Cintia fue una de las trabajadoras que se encargó de “devolverle la identidad” a Vivi para que su familia pudiese darle una pronta sepultura. También quien promovió el homenaje público de despedida a su amiga ante la absoluta falta de reconocimiento de las autoridades del Central, del Ministerio de Salud, y de un gobernador que ni siquiera posteó un tuit de condolencias formales para solidarizarse con el dolor que estremece a uno de los hospitales más importantes de Mendoza, y a un marido, dos hijas, dos hijos, una nieta y un nieto en absoluto desconsuelo. Tristeza que sigue calando profundo mientras la familia espera la recuperación de una de las niñas de Viviana, internada con neumonía en la Clínica Santa Clara.

El ninguneo oficial signó hasta sus últimos días. Las compañeras y compañeros más cercanos de Vivi tuvieron que encargarse de que el Estado identificara su cuerpo en la morgue, debido a que su documento de identidad, junto al carnet de la Obra Social de Empleados Públicos, se extravió el mismo lunes 7 de setiembre cuando ingresó de urgencia al Hospital Central, una semana después del diagnóstico positivo de Covid-19.

Foto: Cristian Martínez

 

Foto: Cristian Martínez

 

Foto: Cristian Martínez

“Cuando ingresa a la Guardia Respiratoria el lunes, automáticamente la entuban, porque ya no saturaba bien y tenía 17 de hematocrito”, narra Cintia subrayando datos clínicos que evidenciaban los graves problemas respiratorios que padecía su compañera y la sospecha de una hemorragia interna, que luego fue confirmada mediante una tomografía. “La dejan en Terapia Intensiva, pronada (en posición de decúbito), le hacen análisis y se dan cuenta de que, además de hipertensión arterial, ella sufría de diabetes tipo 1, enfermedad que creo que ni ella sabía que tenía”.

Cuando aún no terminan de estremecernos las muertes evitables de Claudio Tapia (Ministerio de Salud), Alejandra Barboza (Hospital Tagarelli), Susana García (Hospital Sícoli) y Viviana Laura (Clínica Santa Clara), sigue retumbando la misma pregunta: ¿Cómo es posible que trabajadores/as de la salud tan expuestos/as al contagio estuviesen prestando tareas con patologías de base que acrecentaban su vulnerabilidad frente a la pandemia?

Foto: Cristian Martínez

 

Foto: Cristian Martínez

 

Foto: Cristian Martínez

“Viviana había solicitado quedarse en su casa, por su hipertensión, pero no la autorizaron”, responde Cintia. “Solo los mayores de 65 años, que todavía no se han jubilado y que tienen patologías de base, no están obligados a asistir, el resto tuvo que comenzar a ocupar las vacantes por las licencias. Vivi era muy responsable pero tenía terror de contagiarse”. Lo que finalmente sucedió.

En la mañana del domingo pasado, seis días después de su internación, sus riñones dejaron de funcionar, los médicos y enfermeras intentaron iniciar el proceso de hemodiálisis, pero apenas la rotaron su corazón se paró. “Durante 45 minutos le hicieron respiración cardiopulmonar, también electroshock, pero no resistió más, tuvo una falla multiorgánica. A las 13.30 nos avisaron que falleció”, recuerda Cintia con palabras cortadas entre angustia e impotencia, al tiempo que trata de explicar la sensación de la despedida “de lejos”, el agradecimiento hacia “los compañeros que hicieron todo por salvarla”, y la bronca por los días en que el cuerpo de su amiga estuvo “en la morgue, en una bolsa negra, así como olvidada, hasta que la policía la reconoció por sus huellas digitales”.

🔴HOSPITAL CENTRAL: DESPIDEN A VIVIANA LIOCompañeros/as de "Vivi" dan su último adiós a la trabajadora del Hospital Central de 48 años fallecida el pasado 13 de setiembre.Viviana se infectó de Covid-19. El lunes 7 ingresó a la Guardia Respiratoria del Central, inmediatamente fue entubada y, tras varias complicaciones vinculadas a patologías de base, falleció el domingo en el hospital donde trabajó más de 20 años.El deceso no fue comunicado públicamente por las autoridades del Ministerio de Salud. Ni siquiera hubo un pésame oficial del Gobierno de Mendoza. Tampoco los medios hegemónicos informaron sobre la muerte de otra mujer que dio su vida para cuidarnos.📸Cristian Martínezwww.elotro.com.ar#EstamosEnLaCalle

Posted by El Otro Diario on Tuesday, September 15, 2020

Este martes a las 13.20 la combi de una funeraria retiró el cuerpo sin vida de Viviana Lio, abrazada por el ruido de sirenas de ambulancias, palmas batidas y llantos de sus compañeras y compañeros, quienes se negaron a la invisibilización y el olvido del gobierno, su prensa disciplinada, y parte de la sociedad mendocina, que quizás pronto necesite de esas mismas manos que todavía suenan a reconocimiento y dolor para que la memoria de Vivi nunca sea acallada.

 

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