El día 21 de abril pasado, un diario digital local mostraba el siguiente título en una de sus notas destacadas: Mapa de la cuarentena: los departamentos más y menos obedientes en Mendoza. Si bien ya nos tienen acostumbrados varios medios mendocinos a este tipo de afirmaciones, esta vez quise tomar la nota de referencia con el fin de realizar un análisis breve para no dejar pasar la oportunidad de repensar el mensaje que guarda el título.

Por Eduardo Ribó | Magister en Psicología Social de Grupos e Instituciones.

Captura de pantalla | Diario El Sol

En la nota podemos discernir cómo desde el imaginario del poder local es vista la sociedad mendocina. Me animo a decir que el título va acorde a la información que partiría de un ámbito escolar de los más tradicionales: privado y de origen religioso. Si así fuese, solo a una sociedad a la que se busca someter puede adjudicársele la virtud de la obediencia. En democracia hay un soberano y como tal un ciudadano que ejerce con conciencia su voluntad por el bien común. Educados como tales estamos lejos de deber obediencia alguna, sino ser respetuosos de un acuerdo colectivo de convivencia.

No sería difícil imaginar al Sr. Gobernador Suarez como director general, a los intendentes supervisores, a los jueces junta de disciplina y a la prensa nuestros guías espirituales. Las fuerzas uniformadas nuestros preceptores, diputados y senadores administrativos y, por qué no, las empresas privatizadas de servicios públicos los cobradores domiciliarios y, claro está, dos conocidos empresarios los dueños de la escuela.

Foto de archivo: Seba Heras

Si bien parece una pesadilla borgeana, no creo esté muy lejos del imaginario de quienes ostentan poder en nuestra Mendoza.

Hay un antídoto para esto y es fortalecernos, hacer conciencia de nuestro acervo ciudadano, así estaremos desdibujando esta intención de sometimiento y apostaremos al desarrollo de una sociedad autónoma y libre de las ataduras miserables a las cuales reiteradamente recurre el ámbito del poder público y privado.

Foto de archivo: Cristian Martínez

No dejemos que nos jodan la vida intentando meternos en una institución social que no nos representa. Seamos contrahegemónicos a esta y otras ideas por el estilo, y defendamos ideales de colaboración ciudadana, relativicemos el poder de la policía y de terceros para hacer lo que sabemos que es conveniente para todas/os.

Es hora de revisar cómo se dirigen a nosotros como colectivo y exigir se apele a nuestra conciencia ciudadana para ello. Por lo pronto, espero que comencemos a no dejar pasar títulos de comunicadores sociales que nos subestimen y sometan como colectivo a lo que no deseamos… ¿o sí?

 

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