EL OTRO compartió con Recorrida Nocturna uno de sus habituales diálogos con mendocinos que viven en situación de calle. Solidaridad organizada frente a la dramática ausencia de políticas públicas inclusivas.

Fotos: Seba Heras

Seis varones y una mujer charlan en un rincón de la ciudad, cerca de la medianoche, en medio de una atmósfera de respeto y escucha atenta.

La mujer es joven, trabaja, estudia y se da tiempo para compartir su vida con personas que, por múltiples causas, terminaron perdiendo casi todo, a punto tal que cotidianamente deben conseguir un lugar para descansar por las noches que, afortunadamente, van perdiendo el frío pero que siempre se inundan de temores y ausencias.

Ella se llama Marcela y conduce Recorrida Nocturna, “un grupo de personas que salimos a recorrer las calles mendocinas brindando abrigo, comida y atención a las personas y animales en situación de calle”.

Además del fotógrafo y el cronista, Marcela es acompañada por Gustavo, Juan, Marcelo y el Negro, quien solo dialogará off the record con el reportero gráfico. Los hombres de la calle la respetan y tienen por ella un cariño que “viene de sentir que comparte su tiempo con nosotros y no siente lástima porque nos entiende como a iguales”.

¿Cuántos grupos como Recorrida… hay en Mendoza?

Marcela: Cerca de 25 grupos recorren el Gran Mendoza, asistiendo a personas en situación de calle. Son muy variados, algunos son religiosos. También cambian bastante porque no todas las personas pueden sostener con regularidad el trabajo solidario.

De todas maneras, la idea es estar todos conectados e ir formando una red de grupos que nos permita trabajar en conjunto.

El Estado de la provincia criminaliza. ¿Qué tipo de contención tienen? ¿Algún partido político u organización les ayuda?

Marcela: No tenemos ninguna ayuda. Cero. Ningún partido político nos ayuda con nada. Yo, siendo peronista, tengo que ser clara en esto. Nadie del oficialismo o de la oposición se ha contactado para hablar con las personas en situación de calle o hacer, por ejemplo, una reunión en la Legislatura para escuchar sus ideas y propuestas.

Gustavo: Te sumo, entre paréntesis, que ese espacio que antes ocupaba la militancia de los partidos políticos hoy lo han ido ganando instituciones religiosas, protestantes, evangelistas o católicas. Algunas son de mucha ayuda y otras dejan mucho que desear.

Es más, te voy a decir algo que puede sonar feo: algunas instituciones dan comida que no estarían dispuestas a consumir. Y eso no es compartir el pan sino dar limosna.

También hay personas y organizaciones que se sientan a comer con vos y a compartir el pan y comemos la misma comida que comíamos nosotros cuando teníamos trabajo. Te das cuenta lo que hay detrás de esos gestos.

¿Cómo es que llegaron a la calle?

Gustavo: No es muy importante eso pero te lo voy a contar. Nosotros no nacimos en la pobreza, sino que nacimos en casas de clase media en las que, con el tiempo, llegamos a tener un trabajo. Cuando perdés el laburo te vas al descenso.

Marcela: Cada persona tiene su propia historia que es particular. Por eso decimos que no se puede tener un albergue con capacidad para 50 personas, en el que suelen convivir hacinadas más de 70. Varones grandes, jóvenes, mujeres. Dos baños. No es así.

Cada persona y cada grupo de personas tienen su historia y deben respetarse las diferencias, no invisibilizarlas.

¿Estamos tan lejos de vivir en la calle las personas que aún tenemos trabajo?

Gustavo: Te veo venir con esa pregunta y te voy a decir que nosotros hemos tenido compañeros que en su momento fueron ingenieros navales, contadores, oficiales vidrieros, metalúrgicos y de la construcción. Hemos tenido amigos que también han caído desde la clase media a esta situación de pobreza y, luego, en situación de calle.

¿Qué hacían ustedes?

Marcelo: Yo pertenecía al comercio, trabajaba en una fraccionadora de combustibles. En el 96 me asaltaron un par de adictos y me rompieron un brazo. Después de eso ya no pude manejar tambores de 200 litros de combustibles y solventes que yo fraccionaba. Estuve parte del 96 y del 97 con parte de enfermo. Cuando volví al trabajo estuve tres meses y me echaron, sin pagarme un mango y sin reconocerme nada. Y ahí se me fue todo al piso.

Eso fue lo que me pasó a mí.

Juan: Yo trabajé en Carbometal y también me echaron sin causa. A mí me pagaron vacaciones, preaviso y todo. Tiempo después la empresa quebró.

Desde allí seguí buscando trabajo, agarré varios temporarios, trabajé en destilería en varias empresas, pero las obras se terminaban y nos iban dejando en la calle, de alguna forma, hasta el día de hoy que tengo 47 años y no me toman en ningún laburo.

Gustavo: Cuando das la dirección de un albergue como tu domicilio nadie quiere contratarte.

¿Cómo se llevan con la policía?

Gustavo: En nuestra tribu, particularmente, hay que decir que hemos llevado una muy buena relación de respeto. Se han portado muy bien con nosotros. Creo que tiene que ver con que somos mayores, peinamos canas y somos respetuosos. Me parece que está bien decirlo también, porque no todo es lo mismo.

¿Notan un incremento en las personas en situación de calle?

Juan: Sí, cuando vamos a la plaza a comer hay muchas más.

Gustavo: Va in crescendo. Antes veíamos individuos y ahora vemos familias enteras.

Marcela: Hace poco estuvimos en contacto con una familia a la que se la comieron los impuestos y terminaron en situación de calle.

Gustavo: También hay que contar la otra cara de la moneda. En nuestro grupo antes éramos nueve y ahora somos seis. Uno de los muchachos consiguió laburo en la construcción y de a poco les consiguió trabajo a otros dos. Pudieron salir adelante. Se puede salir.

 

Para colaborar con Recorrida Nocturna pueden comunicarse a través de la página de Facebook del grupo.

 


 

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