Ayer hicieron huelga y se movilizaron los trabajadores de la educación de Mendoza. Una vez más la controversia sobre los porcentajes de acatamiento y las especulaciones sobre el número de docentes que salieron a protestar, copó buena parte de la discusión mediática y política. En plena movilización, EL OTRO corrió el eje y dialogó con tres trabajadoras para ahondar sobre los motivos concretos de la protesta.

Fotos: Coco Yañez

“Basta de maltrato”, dice la bandera que encabeza la marcha de las/los trabajadores de la educación por las calles de la capital mendocina. No es una consigna frecuente para movilizaciones sindicales que suelen concentrar los reclamos en reivindicaciones estrictamente salariales. El símbolo se amplifica mucho más cuando se observa que detrás de esa bandera, junto a referentes del Sindicato Unido de Trabajadores de la Educación (SUTE), la profesora Paola Vignoni (víctima de persecución ideológica) lleva sobre su pecho un cartel ilustrado con una tiza rota y la leyenda “Basta de atacar a los docentes y la escuela pública”.

Más allá de la clara oposición al aumento insuficiente del 13,5% anualizado y el sostenido rechazo al ítem aula, ayer se escuchó en la calle una voz fuerte y unida contra un gobierno que pretende dividir a la sociedad -sin matices- entre gente razonable y enemigos, y ofrece sólo una actitud violenta y confrontativa para con estos últimos.

 

 

 

La nutrida marcha avanza sobre avenida San Martín, con los dirigentes a la cabeza y una larga bandera celeste y blanca que se extiende por más de cuatro cuadras. Se percibe un clima de sorpresa en muchos que esperaban una menor concurrencia. La columna dobla por la calle Colón, algunos toman la bandera, otras -como Mariela- llevan carteles en sus manos. Interrumpimos su paso, prendemos el grabador y comenzamos con nuestras preguntas.

Mariela nos cuenta que trabaja en dos escuelas del departamento de La Paz. “Voy a hacer paro lunes y martes, en las dos escuelas”, dice con convicción la docente y argumenta: “El sueldo no me alcanza, soy sostén de familia y no me alcanza. Las decisiones de este gobierno son arbitrarias y los derechos que hemos adquirido nosotros no les tenemos que perder, por eso venimos a la lucha”.

 

 

La trabajadora de La Paz entrevistada por EL OTRO marcha con otras compañeras, queda rezagada detrás de la larga bandera y sostiene con orgullo un cartel triangular de madera que lleva inscripto el nombre de una de sus escuelas. Mariela no tiene casa propia –alquila-, vive con su hija, a quien todos los días saluda muy temprano, antes de partir a trabajar y recién vuelve a ver doce horas después, cuando termina su doble jornada. “Mis escuelas no quedan cerca de mi casa, tengo que viajar todos los días. Donde yo vivo no pasa el colectivo porque es una zona rural, entonces tenemos que usar nuestros propios autos, eso implica gastos en el taller, en los repuestos, en nafta, además de estar corriendo de un lado para otro porque mis escuelas están distantes, tengo casi una hora para llegar de una escuela a la otra, tengo el tiempo justo “.

La docente cuestiona el ítem aula implementado por el gobierno. “Yo no he faltado nunca, tengo 16 años de trabajo, la única vez que falté fue cuando tuve licencia por maternidad. Si se quieren fijar que se fijen en mi historial de trabajo…”, nos dice con orgullo, y a continuación apunta a uno de los núcleos deficientes en el control del ausentismo: “Mejor que se fijen en los prestadores médicos, aquellos que le dan licencias a las personas, a los médicos tienen que controlar, no presionar a la gente. Yo hago paro aunque sé que me van a descontar el ítem aula, y en mi caso es gravísimo, pero bueno lo estoy haciendo porque como yo hay miles, y necesito sostener a mi hija, ella necesita dentro de tres años ir a la universidad y cómo la voy a mantener, ¿voy a tener que conseguir tres cargos para llevarla a la universidad?”

 

En la calle Mitre el calor del sol y de la caminata se hace sentir. Lucía va junto al cordón del boulevard. Ella es docente de la escuela privada Niños Cantores de Mendoza, allí da clases de Lengua a niñas y niños de tercer grado. Junto a sus compañeras decidieron hacerse parte de la movilización de los trabajadores de la educación del sector público. “Todos los docentes de nuestra escuela adherimos al paro –explicó a EL OTRO Lucía-, porque estamos, primero, en contra del ítem aula y, segundo, porque sentimos que no somos respetados en cuanto a que nos violentan con aumentos por decreto. No es justo que habiendo paritarias el gobierno decida las cosas por decreto y que nosotros no podamos hacer huelga y movilizarnos. Antes que el aumento, es por esto nuestra adhesión a esta marcha”.

En “los Niños Cantores”, la decisión de parar fue colectiva, hicieron una asamblea, lo discutieron entre todos y resolvieron no iniciar el ciclo lectivo, marchar ayer junto al SUTE, y participar hoy de la movilización del sindicato de docentes privados (SADOP) al cual están afiliados. Le preguntamos a Lucía cuánto influyó en su escuela, al momento de tomar la decisión de hacer huelga, saber que les descontarían el ítem aula. La docente respondió sin dudar, subrayando qué cosas pusieron en valor: “Por supuesto que los descuentos nos van a impactar en nuestros bolsillos, pero ir a trabajar es aceptar los decretos, aceptar el ítem aula, aceptar un aumento que no nos agrada, que no nos convence. Queremos ser coherentes con el concepto de educación que tenemos en nuestra escuela.”

 

Ya en las escalinatas de la Casa de Gobierno, mientras se va colmando la explanada y un locutor hace mención a la “multitudinaria marcha de nueve cuadras que todavía no termina de llegar”, una mujer sostiene uno de los palos de una bandera que dice “Celadores” en letras negras sobre un fondo blanco. Debajo del sol a plomo del mediodía, nos cuenta que trabaja desde hace 30 años en la escuela Helen Keller de Godoy Cruz, que casi llega a $8.000 de salario, pero que en el recibo de haberes sólo figuran $2.800 como “básico”. “No nos alcanza –se queja Silvana-, alquilamos, trabajamos para mandar a nuestros hijos a la escuela, se nos iguala el sueldo a nosotras que tenemos mucha antigüedad con los que recién entran, entonces tampoco estamos conforme con eso”.

En la escuela Helen Keller “hay que cambiar pañales, hay que atender a los chicos de otra forma que en las escuelas comunes –precisa Silvana-, darles mucho amor porque necesitan… En nuestra escuela hay comedor, los esperamos con el desayuno, les hacemos la media tarde y nos quedamos muchas veces con ellos después de la salida, hasta que los vienen a buscar sus papás, cuidándolos como si fueran nuestros hijos”.

¿Por qué hiciste paro? ¿No te metieron miedo con el ítem aula?, le preguntamos a Silvana. “No nos interesa que nos descuenten”, respondió desafiante la celadora en el mismo momento que estallaba una bomba de estruendo en el aire y se aprestaban todos a cantar el Himno Nacional de espaldas a la Casa de Gobierno. “Creo que nosotros necesitamos un sueldo digno, como cualquier trabajador, como lo tiene el bancario, como lo tienen los que trabajan en el gobierno, bueno, nosotros también necesitamos un sueldo digno, y si me tienen que descontar el ítem aula que me lo descuenten, ahora estoy luchando por nuestra dignidad y apoyando también a los maestros”.

Liliana Chávez, secretaria gremial del SUTE, denunció que el gobierno hizo “listas negras”.

 

Roberto Macho, secretario general de ATE, sigue los discursos desde la explanada. Foto: Apprentice

 

Adrián Mateluna, secretario general del SUTE, celebró el alto acatamiento al paro y la movilización