Por Julio Semmoloni

El impávido y por eso laureado radical, Javier González Fraga, consideró inconcebible el atrevimiento kirchnerista de hacerle creer a los pobres que podían aspirar a los mismos bienes de consumo que la clase media. Su adocenada concepción de la sociedad de clases le impide elucubrar la posibilidad de un proyecto de redistribución de la riqueza, por más elemental y precario que este fuera. La conclusión aviesa para esa deformación humanista, ajena a cualquier atenuación de la desigualdad, es que en algún punto el gobierno anterior debió tomar el atajo ineludible de la corrupción.

Este funcionario estratégico de Cambiemos piensa así todos los días pero, al igual que sus pares, rara vez se va de boca. Al contrario, cuando se le echa en cara el sincericidio, se defiende con la excusa de que fue sacado de contexto. Por eso se apegan a la posverdad incorporada como mantra, donde prevalecen emociones y creencias personales por sobre los hechos objetivos. Con la patraña de la “pesada herencia” y la corrupción convalidaron un enajenado relato que rápidamente compró la mayoría de lxs argentinxs.

Cómo explicar la aplastante victoria del oficialismo nacional en la provincia de Jujuy, por ejemplo, después de un año y medio de ensañamiento ilegal e ilegítimo contra Milagro Sala. Simple: la rencorosa sociedad jujeña ya la había repudiado de antemano por haberse atrevido a organizar al pueblo colla para conquistar derechos prescriptos en la Constitución Nacional y los tratados internacionales. Aunque parezca absurdo, como demostraron Paulo Freire y Frantz Fanon, al oprimido primero hay que sacarle de la cabeza que el opresor que lo oprime es mejor y superior ser humano que él. Ardua y temeraria praxis la impulsada por Milagro.

Algún xenófobo puede inferir que lxs habitantes de Jujuy no homologan con demasiada justeza el promedio cultural de lxs argentinxs. Pues bien, en la muy cosmopolita Buenos Aires la despiadada Carrió arrasó con más del cincuenta por ciento de los votos, aun por encima de ciertos remilgos macristas. Cometió toda clase de discriminaciones que, supuestamente, reprime el INADI. Pero ya sabemos que compite en inmunidad y osadía con el cabecilla de la pandilla de tramposxs.

Cuando está en público, es evidente que esta gente se cuida de no meter la pata y quedar expuesta. Conviene entonces ver y oír cuando lxs domina la euforia: suelen zafarse e incurrir en papelones. A la medianoche del domingo electoral, ya asegurado el triunfo que esperaban, por América 24 estremeció la incontinencia verbal de un variopinto panel de periodistas regodeadxs sin disimulo: Alejandro Fantino, Jorge Asís, Romina Manguel, Edi Zunino entre otrxs.

Se divertían, sin objetarse mutuamente el desparpajo, con el futuro inmediato del diputado De Vido, porque “Lilita” (o “la doctora Carrió”) sería mucho más acatada en Comodoro Py, adonde entra atropellando y sale a los portazos. Durante el casi festivo programa, naturalizaron sin pudor ni contrariedad republicana que la mayoría de jueces y fiscales acentuarán la persecución ordenada desde el Ejecutivo. La Manguel se dio el gusto de pronosticar que el asedio judicial a CFK no incluiría la cárcel.  

El otrora progresista y lenguaraz Luis Juez, tránsfuga puesto contra natura en un cargo que exige prudencia y laconismo en el hablar, reveló con diplomacia arrabalera el prejuicio compartido que permitió ameritarlo para la distinción otorgada. “Me fui a cambiar la camisa porque no quiero que me digan este mugriento agarró los hábitos ecuatorianos”, comentó a una radio mendocina el embajador argentino ante Ecuador, provocando un incidente diplomático de baja intensidad. Por supuesto, el parlanchín cordobés, que debe caer muy simpático dentro del PRO, se disculpó diciendo que no quiso decir lo que dijo porque en realidad ama a los ecuatorianos.

El autor del relato macrista para denostar y estigmatizar al kirchnerismo en campaña, Jaime Durán Barba, el martes 24 a la noche decidió salir de su ostracismo vocacional y concurrió a un programa de TN invitado por “Los Leuco”, probablemente el espacio más furiosamente anti K de la televisión argentina. Tras escuchar la resentida columna del veterano conductor, también cordobés, en la que (inútilmente) quiso probar que Cristina es una perdedora crónica de elecciones, Durán Barba confesó aliviado que la votación de la provincia de Buenos Aires había sido la más difícil de todas las que participó en su vida. Dejó entrever que se julepeó bastante dada la exigua diferencia.

Luego el ecuatoriano argumentó, en medio de una inocultable dicha por los cuatro puntos porcentuales a favor, que no era propio de un país rico y culto como la Argentina que sean tantas las familias del Conurbano que carecen de agua potable y cloaca. Fue su manera de dar una dimensión referencial a la “pesada herencia”, culpando al gobierno anterior de la persistencia de tamaña pobreza que ahora debe atender el macrismo. Y graficó que en Ecuador, un país sin los recursos de la Argentina, apenas el dos por ciento de la población no recibe dicho servicio.

El “clima de época” instalado hace posible que las piezas sueltas, aunque truchas, vayan encajando a la perfección en el armado del rompecabezas construido desde que este consultor prohijó a Macri, allá por 2005. Los Leuco no repreguntaron nunca, tal vez arrobados por la ripiosa oratoria de quien era presentado en el insistente zócalo como el “gurú” de Macri.

El público de TN está entrenado para asociar automáticamente cada consigna. Intoxicado por la ruindad reiterada hasta el delirio, cautivo del nunca pensar por sí mismo, ese público oye, repite e imita siempre hacia el mismo lado. Si Durán Barba alerta que son muchxs lxs argentinxs todavía sin agua potable y cloaca, creen que la responsabilidad radica únicamente en la inoperancia del kirchnerismo para completar esa obra pública. No haberla terminado durante doce años es suficiente indicio de que imperó la corrupción. Durán Barba no perdió tiempo sacando estas conclusiones: sabe que sus televidentes cautivxs le ahorran la tarea.

El dato comparativo lanzado por Durán Barba es tan incomprobable como mentiroso. Ese dos por ciento de ecuatorianos sin agua potable y cloaca sería equivalente al de un país desarrollado, donde el porcentaje se registra entre la población dispersa (lejos de las ciudades) del territorio. El atraso en materia de servicios del Conurbano viene de lejos. Cuando asumió Kirchner en el 2003, buena parte de los numerosos partidos del Conurbano (sobre todo, el segundo y tercer cordón) tenían una altísima deficiencia en cloaca (80 por ciento o más) y en menor medida en agua potable (60 por ciento o menos). En las tres gestiones se resolvieron más de la mitad de las carencias, pero aún quedan millones de bonaerenses sin atender adecuadamente.

La obra emprendida con ese fin fue la más vasta y sostenida de la historia, tratando de paliar un atraso de varias décadas, pero no alcanzó para resolver en su totalidad la cuantiosa cantidad de problemas estructurales agravantes de tanta indigencia y pobreza. No son pocas las obras de saneamiento que se están inaugurando por estos días, iniciadas y avanzadas durante el gobierno anterior. Debió haberse hecho mucho más, es cierto, pero la ineficiencia es más achacable a la rémora crónica del subdesarrollo antes que a la insidiosa proliferación de actos de corruptela.